La semana de ausencia de Domingo se pasó pronto. Aunque en la cabeza de Magdalena y Don Julio Arango los días se hicieron eternos. Anhelaban que llegará a la hacienda, ella para confrontarlo y decirle, con toda la vergüenza que el tema le causaba, que lo extraño y que ahora empieza a pensar que las cosas pueden funcionar, aunque sus ideas sean distintas. Él, para pedirle de alguna manera, sin parecer un viejo verde, que investigue el pasado o las raíces de esa joven, que ahora al parecer, era su novia. No había manera de que eso sonará bien. Despertaron temprano, como de costumbre, con la claridad que el verano cálido les ha ofrecido en el tiempo que decide instalarse en la región. El calor de los días es sofocante, se nota en las siembras y en el ganado. Las medidas de hidratación deb

