Capítulo 3.

2381 Palabras
Despertó al día siguiente con una fuerte resaca, empezaba a lamentarse de haber consumido alcohol cuando su cuerpo se encontraba debilitado por el esfuerzo físico que había tenido en el trabajo. Ni una ducha ni un buen desayuno fueron suficientes para ayudarle a mejorar su mal sentir, y para colmo al estar tan atontado todavía llegó tarde a clases siendo imposible entrar a primera hora —Te ves fatal —dice Thiare al acercarse a él luego de verlo tendido en la grama debajo de un árbol. —Ni que lo digas —contesta él—. Te besaría, pero por alguna razón pienso que mi boca sabe a vómito. —¿Cómo el de las grajeas de Harry Potter? —le bromea con una linda sonrisa que deja en evidencia su fanatismo por dichas películas. —No estoy seguro, pero si ha de ser de otro mundo —a él mismo le sabe tan mal que la pasta dental no tuvo ningún efecto. —Da igual —ella se agacha para cogerlo suavemente del rostro y besarlo—. Pasta de dientes sabor a menta y fresa. Pareciera que te hubieses cepillado los dientes con crema dental para niños. —Es de adultos —dice John—, solo que creí que sería buena idea probar algo nuevo. —Sé que estuviste bebiendo —ella pensaba escucharlo de él, pero no quiso esperar. —No pienso excusarme, me arrepiento de haberlo hecho —realmente se sentía mal pero no podía comentarle las razones que tenía para hacer lo que hizo. —Más te vale —dice con un tono protector sobre John, pero este no le responde—. Vamos —ella le incita a colocarse de pie. —Aun no empieza mi próxima clase —comenta él mientras se coloca de pie. —Nos saltaremos las clases —ella le sonríe y coge la mochila de John para entregársela. —Debo estarme volviendo loco, empiezo a creer que eres una pésima estudiante y eso es irreal —le hace gracia, pero al ser ella quien lo propone cree que es mejor no dejarla con la propuesta a medias. —La próxima vez al menos avisa que vas a estar bebiendo —ya se encontraban saliendo del campus—, estaba sumamente preocupada por ti. —Juro creer que respondí tu mensaje —se saca el celular para revisar y el mensaje no había sido enviado, aunque lo había escrito—. Parece que no se envió, no obstante, a todo esto ¿A dónde me llevas? —Al lugar que todo hombre ha temido desde los inicios del universo —posee un tono de voz misterioso. —Todo menos eso —John sabía a lo que se refería—, por favor todo menos eso. A donde tú quieras menos a ese lugar. —Iremos… —hace una pausa dramática—, de compras. Para John iba a ser imposible negarse, ni los mismos Dioses serían capaces de escapar de ese destino. Los más valientes optan por una retirada sutil, y los que se quedan deben preparar sus bolsillos y sus ojos para todo lo que se avecina. —Pudiste haber elegido otra tienda —se queja de que justamente ella haya decidido entrar a una tienda de lencería de todas las tiendas del centro comercial. —Dijiste que te gustaba verme en ropa interior así que no te quejes —se le nota la felicidad mientras escoge las prendas que debería probarse. —No entiendo cómo es que nunca estoy preparado para esto —se dice a sí mismo, pero en voz alta. —Solo me probaré esto y luego podemos irnos —señala un par de prendas que había elegido. —Te espero —se encontraba en la duda de sentarse en un solo lugar o pasear por la tienda, aunque no hubiese nada de su interés para ver. Pero justo la tienda tiene un apartado de joyería así que se acercó a observar dejando llevar su mirada por un hermoso collar de plata con eslabones de flores. —Es de muy buena calidad —dijo la encargada de las ventas—. ¿Le gustaría verlo de cerca? —él accede con la cabeza y la mujer coloca el collar sobre la vidriera para que John lo pueda observar mejor. Era hermoso y único, sin duda alguna debía llevárselo así que de inmediato lo compró para regresar hasta donde se encontraba esperando por Thiare para guardar la cadena en su mochila. —Parece que eso de ser sexi no va con mi personalidad —se venía quejando de que su gusto en colores y formas fuese tan estricto. —Pensé que estabas emocionada —se echa a reír de verle desanimada tan pronto, pero eso era señal de que saldría de las tiendas de compras más rápido de lo esperado. —Tengo hambre —se cruza de brazos a la espera de que John pueda consentirla. —Hora de irnos —coge su mochila y se da media vuelta. —¿No piensas darme cariños? —le inquiere. —Vamos —se voltea a verla—, no esperarás que… —ella parecía ir en serio por la expresión que llevaba—, te… de cariño aquí en frente de todas éstas chicas. —Pues no lo hagas si no quieres —voltea el rostro aun con los brazos cruzados y para John el ambiente huele a peligro inminente. —¿Quién es mi niña hermosa? —se acerca para cogerla suavemente de las mejillas—. La mujer más hermosa del mundo. —No me convences —ella intenta no reírse, algunas chicas lo veían y sentían un poco de vergüenza. —No me jodas —dice en voz baja. —¿Te da vergüenza amar a tu novia? —ella le observa fijamente. —Me da vergüenza que nos vean… —¿Vergüenza? —le interrumpe Thiare. —Sí, vergüenza de que… —Ahh ya veo —asiente con la cabeza luego de volverle a interrumpir—. Tal vez de ahora en adelante también te de vergüenza cuando vayas a mi casa y… —Vale, vale —logra detenerla antes de que suelte la sopa—. Te amo… —dice en voz normal. —Las chicas no te escucharon —se refiere a las mujeres que se encontraban presenciando la pelea de enamorados. John voltea a ver y realmente ha captado la atención de al menos unas cinco mujeres. Era el momento perfecto para devolverle a Thiare su propia jugada, y él sabía cómo hacerlo. —Señoritas —asiente con la cabeza saludándolas a todas—, hoy… en este día tan especial en el que mi novia y yo hemos… —Olvídalo —ella lo toma del brazo y lo arrastra fuera del local—, moriría de vergüenza si dices algo más. —Parece que el estafador resultó estafado —se echa a reír de ella. —¿Me compras un heladito? —le coloca ojos de gatito tierno. —Por supuesto —le acaricia la cabeza como si se tratase de una niña pequeña—, de vainilla supongo. —Acertaste —ella le sonríe tiernamente. Ambos se dirigen a la heladería más cercana para pedir un par de conos de helado con sabor a vainilla. Para Thiare no hay nada mejor que ese sabor, aunque parece simple ella lo ve como si fuese lo mejor del mundo. —Hoy pareces estar algo extraña —se encontraban sentados en una de las mesas de la feria de comida el uno frente al otro. —¿Tú crees? —ella frunce el ceño de forma sarcástica. —No es broma —le hace saber que lo dice en serio. Le parecía que ella actuaba extraña desde que le vio en la universidad, probablemente algo la molestaba y no quería decirlo. —Es sobre la presentación, realmente me ha tenido estresada —contesta Thiare para hacerle sentir mejor. —No me has dicho cuándo será —recuerda él en ese momento. —Pues dentro de cuatro días, es poco tiempo así que he estado haciendo lo mejor que puedo para dividir mis horas libres y practicar. —¿Quieres que te ayude? —no había mucho que pudiese hacer por ella, pero lo intentaría al menos. El helado ya estaba llegando a su final mientras que el de Thiare apenas iba por la mitad. —Estaría grandioso si pudieses venir a casa para estar conmigo —para ella poder tener compañía sería más que suficiente por los momentos. —Sabes que puedo, pero no por mucho tiempo —le nota algo decaída. Se da cuenta de que su problema lleva por nombre “Soledad”—. Tengo dos trabajos y también debo estudiar, no es como que tenga demasiado tiempo libre. —Lo sé —agacha la mirada como si estuviese apenada—, perdona por pedir imposibles. —No es que sea imposible es solo que… —Bien —dice ella repentinamente cortando la fluidez de las palabras de John—, deberíamos irnos seguramente estarás ocupado más tarde. —Creía que nos íbamos a saltar las clases —le extraña ese cambio de planes. —Puedes utilizar el tiempo libre para sacar algunas fotografías o ir al trabajo —se coloca de pie—, así saldrías más temprano para irte a casa a descansar. —Thiare… —Estaré bien —ella le vuelve a regalar una sonrisa—, mientras puedas ir a la presentación estaré bien. Era una promesa que debía cumplir a toda costa, apartar ese día en su agenda de cualquier otra actividad era fundamental. Lo anotaría en todos sus calendarios con la finalidad de que no se le olvidase. Al final Thiare regresó a la universidad mientras que John decidió que era mejor ir a trabajar temprano, ya que así el jefe le dejaría salir un par de horas antes. Le serviría llegar a casa temprano para poder descansar lo suficiente durante las horas que queden en el día y recuperar la vitalidad que una noche de bebidas le arrebató. Al día siguiente su cuerpo se encontraba en un mejor estado por lo que pudo ir a tiempo a la universidad, el día pintaba totalmente bien y se podía sentir la brisa que comenzaba a enfriar los alrededores lentamente con un agradable viento. Era hora de empezar a optar por abrigos al salir, se pronosticaba que nevaría al día siguiente y de ser así iba a necesitar mantenerse cálido para sobrevivir al frío que se avecinaba. Anteriormente Thiare le había pedido ayuda a John con unas cosas que debía llevara la biblioteca, pero al llegar no pudo dirigirse de inmediato a donde se suponía Thiare le esperaría. —John —se escucha la voz de una chica detrás suya—, creía que no volvería a verte tan pronto. Has estado yéndote temprano todos los días. —Amanda —dice al voltear y verla—, no sabía que me estuvieses buscando. —Necesito tu ayuda con algunas fotos que debo tomar, serías de gran ayuda —se notaba que por el trípode que llevaba las fotos serían dentro del campus. —Ahora mismo iba a echarle una mano a mi novia con… —Vamos —ella le toma del brazo—, será rápido además podrás inspirarte también. Seguro no has tomado fotos recientemente, tu novia encontrará alguien que la ayude mientras tú estás conmigo. No pudo hacer nada más que seguir a Amanda hasta la zona sur del campus para tomar fotos artísticas a algunas estudiantes. Mientras John le explicaba algunas técnicas el tiempo se pasaba volando, de un momento a otro olvidó que tenía algo pendiente con Thiare y para cuando se dio cuenta ya habían pasado más de dos horas. —¡Perdona! —dijo al encontrarla fuera de la biblioteca cargando con algunos libros. —A buena hora decides aparecer —estaba completamente molesta así que no detiene su caminar y prosigue andando. —Estaba ayudando a Amanda con unas cosas y… —¿A otra chica? —se detiene al escucharlo—. Dejas plantada a tu novia por ir a tenderle la mano a una chica incluso cuando te avisé que necesitaba de tu ayuda desde el día de ayer. —Lo sé, es solo que no medí el tiempo y terminé envuelto en la situación —explica John, aunque sabe que no tiene mucho de que excusarse—. Me sirvió bastante para practicar mis fotos y… —Ya terminé —le hace entender que no necesita su ayuda—, puedes regresar con ella si quieres —prosigue su camino de nuevo. —Thiare… —sigue avanzando detrás de ella, pero no quiere detenerse a esperar que él pueda disculparse—. No es para tanto, seguro encontraste alguien que te ayudase. —Tuve que cargar con cientos de libros y acomodarlos sola en las estanterías, pero ni siquiera te interesa —dice al detenerse otra vez. —Lo siento —se vuelve a disculpar—, no planeé que fuese así. Intento que mi tiempo sea el suficiente para estar contigo. —Pues hoy falló tu reloj —dice con una molestia firme ante él. —¿Es tan grave que no haya llegado a tiempo? —le parece que es una pelea totalmente innecesaria la que ambos tienen. —Has tenido tiempo para ir de fiesta, para ayudar a tus amigas, pero a tu novia la dejas plantada como una estúpida a la que… —¡¿Y qué esperas de mí?! —exclama al sentirse presionado—. ¡Lo intento tanto como puedo, pero mi vida es ajetreada, no tengo tiempo para muchas cosas! —Comienzo a creer que esa es tu excusa —mueve la cabeza. —¿Excusa? —suelta una risa a medias—. ¿Te estás escuchando? No puedo abandonar simplemente mis responsabilidades por tus estúpidos caprichos, a diferencia de ti yo intento esforzarme lo más que puedo en perseguir mis metas mientras tú huyes de las tuyas. —Así que eso es lo que piensas… —se le salen un par de lágrimas, pero las contiene al sentirse tan molesta dejando que se trasladen de sus mejillas al dorso de su mano. —Lo siento no debí… —Perdona por querer pasar más tiempo contigo y por ser una molestia —menea la cabeza—. Seguramente debe ser un fastidio tener una novia como yo, debe sofocarte tanto. —No es a lo que me refería —niega con la cabeza—, parece… parece que tienes miedo de avanzar y creo que es mi culpa. —Tal vez es porque no quiero dejarte y ni siquiera te das cuenta —replica Thiare con evidente rabia—. Si soy la causa de tu estrés, solo déjame. —No puedo dejarte… yo. —¡Entonces decídete! —ella le deja sin palabras—. Decide de una maldita vez lo que quieres en la vida, porque espero y espero y realmente no siento que las cosas vayan a mejorar. Me has tenido alejada de ti mismo desde hace un año como si guardaras secretos. —No son secretos… —tiene una mirada llena de miedo y nervios. —Tus problemas también son mi problema… —¡No tengo ningún maldito problema! —vuelve a detonarse. Se ha sentido hostigado por distintas cosas en su vida, y pretender incluir a Thiare en sus problemas es totalmente injusto para ella. —Pues que bueno —contesta ella con algo de miedo—, háblame cuando vuelvas a ser tú… cuando decidas si vale la pena que yo siga en tu vida.
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