Cuando llegó a casa lo primero que hizo fue tirar su mochila y subir a su habitación, cosa que fue una mala elección
— Bombocito ¿qué tal estuvo tu día de clase?
Solo lo miró y corrió a sus brazos, el mayor no entendía nada pero lo abrazó fuerte, haciendo que el rubio se sintiera protegido
— Por lo visto tu día estuvo mal... — murmuró acariciando la mejilla húmeda del menor
— Lo siento, lo siento tanto Alex
Los sollozos no paraban de salir de los labios del rubio, el pelinegro acarició su cabellera, dándole besitos por toda esta. Alexandro sentó al rubio sobre su regazo mientras lo consolaba, no sabiendo el por qué pero imaginando al autor de este
—¿Qué ocurrió? —preguntó cuando ya hubo silencio
— Fue Terry... Él nos vio abrazados y —su voz se escuchaba rotab— me golpeó,fue tan rápido que me tomó por sorprendido y me asusté
En ese instante el pelinegro se separó del rubio para mirarlo mejor, su mejilla izquierda estaba algo morada y verde, sabía que la piel del rubio era demasiado delicada y por cualquier simple cosa esta se tornaba violeta de enseguida
— Ese maldito, nadie tiene derecho a ponerte una mano encima
Analizando las palabras del menor, lo miró rápidamente
— ¿Estabas abrazando a Lopez? —preguntó, lo que captó la atención del rubio
Levantándose del regazo de pelinegro, lo miró por un momento para luego hablar
— Alexandro… no quiero ilusionarte ¿si? Yo no quiero que pases lo mismo que paso yo ahora, alimenté mi propia ilusión con cosas tontas que solo pasaban en mi cabeza, no quiero herirte como me hieren a mí, no quiero que tu sufras como yo estoy sufriendo — lágrimas empezaron a caer nuevamente por sus mejillas rojizas
— Dante, tu no —el menor lo calló, tomando la palabra
— Lo siento, lo siento tanto, yo de verdad soy un tonto, me enamoré de él y no puedo hacer nada para remediarlo
—Mirame, mirame y dimelo a los ojos —suplicó el mayor agarrándole de la mano
Levantó la cabeza para ver al pelinegro mirándolo, cerró los ojos y luego los abrió con miedo
— Te quiero, pero no te quiero como algo más que solo un amigo, por favor no me odies, pero quiero estar solo
Dos corazones rotos en la misma habitación mirándose mientras lágrimas caían, el mayor solo se volteó y comenzó a caminar hacía sus maletas
— Lo siento, por favor no me odies —decía el rubio mirándolo tras su espalda
Alexandro se encontraba guardando sus ropas en su maleta de viaje, mientras intentaba ocultar su lágrimas para que el rubio no se sintiera mal al mirarlo. Nadie tiene la culpa
— Alex, yo de verdad te quiero mucho, y me dolería perderte pero…
— Pero prefieres a Estefano, al tipo que te lastima por cada cosa que haga, entiendo Dante, soy y siempre seré tu amigo, solo eso
Dante no podía soportar ver cómo su mundo se estaba derrumbando por todas las acciones que cometía, simplemente no podía con el mundo, no podía con su mundo. Mirando por última ver al pelinegro salió de su habitación, bajando las escaleras para también salir de su casa
— ¡Dante! — escuchó el grito de Alexandro, pero no le importó.
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El castaño estaba sentado frente a su laptop mirando por su ventana las gotas que caían, cuando alguien interrumpió su paz
— Estafano, hablame quieres, estoy cansado de que me ignores
Simplemente rodó los ojos, siguiendo con la mirada en la ventana, cuando la cortina de ésta fue cerrada, frunció el ceño y volteó, encontrándose a su novio con una sonrisa
— ¿Qué carajos quieres Terry? —preguntó mirándolo
— Todavía estás de mal humor, después que te vi engañándome con tu amiguito, que doble cara que eres
Estefano no pudo soportar más, se levantó de su asiento y encaró a su pareja
—¿Qué fue lo que viste? ¿Un beso acaso? Solo fue un estúpido abrazo de amigos, ¡SOLO UN ABRAZO! Te recuerdo que en esta relación tu eres el infiel, yo no
— Superalo de una vez, solo te fui infiel una vez, como si tu no lo hubiera hecho
— No lo hice y jamás lo haría porque sé cómo se siente ser engañado ¿sabes por qué? Porque tu me engañaste
Cerró los ojos con fuerza, abriéndolos miró al cenizo y salió de su habitación agarrando su mochila
— ¡Estefano! —gritó el cenizo, pero siendo ignorado por el castaño — Tu eres el infiel, yo no, yo no… Yo no lo soy
Mientras que Estefano salía de la casa, poniéndose la capucha y colgándose la mochila, alejándose más, caminando sin rumbo, queriendo estar lejos de este
La soledad no era tan mala como muchos lo marcaban, era lo que exactamente los dos necesitaban para controlar y poner en orden sus emociones, y para eso estaba el destino
— ¿Dante? —preguntó el castaño al ver al rubio sentado en una banca solo, con el cabello mojado y la cabeza baja
Se acercó para poder hablar y verlo a los ojos, pero este se apartó de él
— Aléjate de mí, me haces daño
Estefano no entendió lo que quiso decir, solo se sentó a su costado y lo miró, miró como este se mojaba sin poder hacer nada
— Te vas a resfriar, o te puede agarrar un ataque de pulmonía
— Eso es lo que quiero ¿no es obvio?
Estefano lo miró entre sorprendido y enojado, su mejor amigo jamás había dicho eso antes, la persona que estaba a su lado no era Dante, no el que conocía a la perfección
— No digas eso Dante, lo siento, yo no creí que tú tenías un sentimiento por mi
— ¿Y en qué cambia, Estefano ? De igual manera no te ibas a fijar en mí si te lo decía, tu siempre estabas pensado en él pero yo pensaba otra cosa, fui un tonto de verdad, pero ahora me he superado, soy el ser más idiota que pueda existir
— Basta Dante, tu no eras así ¿por qué hablas de esa manera? —preguntó el castaño queriendo tocarlo pero no podía ya que este se alejaba
—Tu me pasaste, la peor cosa que me pudo pasar fuiste tu
— No digas eso por favor —el corazón del castaño dolió cuando escuchó esas palabras dichas por el rubio
Dante lo miró por primera vez en la noche, su cabello mojado cubriendo un poco sus ojos y la nariz roja al igual que sus mejillas
— Me enamoré de ti —confesó mirándolo directo a los ojos
— Dante, Yo...—sus palabras quedaron estancadas
—Toma —le extendió una carta que estaba bajo su chaqueta, esta estaba intacta de la lluvia
— ¿Por qué?
— Solo leelo cuando estés en casa, adiós Estefano
Dante se levantó de la banca del parque, pero antes de irse fue sostenido por la mano del castaño, no volteó porque no quería romperse de nuevo
— Yo...olvidalo
— Lo olvidaré, creeme —dicho eso se soltó y marchó rápidamente a su casa, dejando al castaño con la carta en mano
Las lágrimas caían mientras corría hacia casa, necesitaba encontrarlo, necesitaba que él todavía esté ahí, lo necesitaba. La lluvia no favorecía en nada, sus ojos nublandose cuando las gotas caían por su rostro, pero logró visualizar su casa, acercándose más la luz de su habitación aún seguía encendida
Y justo cuando iba a entrar a esta, la puerta fue abierta por el pelinegro
— Ya me iba — habló mientras pasaba por un costado del rubio, pero este lo sujetó
— No me dejes como antes, no de nuevo, no cuando yo lo pueda impedir
Alexandro volteó no entendiendo sus palabras, sintió ganas de abrazarlo al verlo todo empapado por la lluvia, pero se contuvo
— Dante...
— Quiero que te vayas, pero que te vayas conmigo. He tomado mi decisión Alexandro, te elijo a ti.