CAPÍTULO 3

1437 Palabras
 Estoy en mi habitación arreglándome para ir a la fiesta que me invito Gaby, me decido por un enterizo n***o con un escote en V color n***o, con unas sandalias en color dorado.   —¿A dónde vas tan guapa? — Me volteo y veo a mi mamá parada en la puerta.   —Voy a salir con unos compañeros de la oficina. — Respondo seria, mientras arreglo mi cabello en una coleta alta.   —Hija no podemos seguir así, lamento mucho lo que hice en serio, no quería pegarte, pero tú también te pasaste de la raya con tu comentario. — Me volteo para verla y me acerco a ella.    —Mamá ya pasó no hay problema. —Le dedicó una sonrisa fingida y cómo me conoce muy bien sólo resopla.   —No vengas tarde y no tomes mucho.    —Tranquila voy a estar muy bien. — Agarro mi bolso del peinador y bajo las escaleras, pero me encuentro a Matteo que está sentado en el sofá tomándose una copa de vino.   —¿A dónde vas?   —Acaso a todos les tengo que dar explicaciones a donde voy. — Este se levanta con la cara roja de coraje.   —Pues sí.   —No es mi papá.   —Pero pronto seré tu padrastro. — Me río en su cara y le digo.   —En sus sueños, jamás lo veré como un papá así que váyase sacando esa idea de la cabeza.   —Nunca nos llevaremos bien, ¿verdad Michelle?   —No, creo que no o tal vez nos llevemos bien cuando yo viva en otra parte, lejos de ustedes. — Salgo de la casa y me subo a un taxi que me llevará a la discoteca, cuando entro veo a Gaby bailando con un chavo, pero ella al verme deja al chavo para ir a saludarme.   —Que bien que viniste, ven te voy a presentar. — Toma mi mano y me lleva hasta donde están los demás.   —Chicos, les presento a una compañera se llama Michelle y es la asistente de presidencia. —  Todos me saludan con un hola y cada uno se comienza a presentar.   —Yo soy Logan, estoy en Recursos Humanos. — Es lindo, pero no es mi tipo de chavo.   — Yo soy Mirtha, la secretaria del gerente.   —Eduardo, encargado de la parte contable. — Todos fueron formales conmigo bailamos, tomamos y en un momento veo de lejos a Fabricio aquel chavo que me atendió en el bar, me acerco para confirmar que si sea él.   —¿Fabricio? —Este se voltea y al verme me sonríe.   —Hola hermosa, qué sorpresa verte aquí, ¿qué haces? — Me da un beso en la mejilla.   —Estoy con unos compañeros de la oficina, pero te vi de lejos y quise saludarte.   —Que linda, yo estoy con unos compañeros también pero estoy algo aburrido, ¿qué te parece si nos vamos a otro lugar? —Por un instante dude, pero la verdad era que yo también estaba cansada del ambiente.    —Está bien, espérame y me despido de mis compañeros. —Me voy a la mesa y Gaby nota que me voy con un chavo así que me guiña el ojo.   —Suerte don tu chavo. —Le dedicó una sonrisa y salgo con Fabricio cuando llegamos al estacionamiento Fabricio se para enfrente de su moto.   —¿Es tu moto? — Señaló la moto con algo de miedo.   —Sí, está es mi moto. — Me pasa un casco, pero me quedo pasmada.   —¿Pasa algo?   —Nunca me he subido en una moto y creo que es mala idea. — Fabricio se acerca y me coloca el casco.   —Vamos hermosa te va a gustar, seré prudente al manejar.   —¿Lo prometes?   —Sí lo prometo, ahora vamos. — Este se sube y luego con mucho cuidado me subo intentando a no caerme.   —¿Y a dónde vamos?   —Es sorpresa. — Arranca la moto y rápidamente rodeó su cintura con mis brazos pegándome a su espalda, luego de un rato ya me siento más relajada y comienzo a levantar mis brazos, dejando que la brisa me pegue en toda la cara.    —¡¡¡Es genial!!! —Gritó mientras dejo que el viento me lleve.   —Te dije que si te iba a gustar andar en moto. —Después qué manejo por un tiempo llegamos a nuestro destino. Me llevo al Puente Westminster, se ven las Casas Del Parlamento, se aprecia el Río Támesis. La vista es hermosa, nos quedamos platicando por unas horas y admirando la vista del puente.   —Es precioso el lugar.   —Si cuando estoy triste o con problemas vengo aquí, eres a la primera chava que traigo a este lugar. —Voltea a mi rostro y al ver sus ojos veo que es sincero, Fabricio a pesar de mostrar una imagen de ser un hombre rebelde sé que es bueno y tiene un buen corazón.   —Me siento halagada de ser la primera en compartir contigo esta preciosa vista. — Nos quedamos parados y en un movimiento el junta nuestras manos entrelazadas, mientras me ve a los ojos.   —No sé qué tienes Michelle, pero desde que te vi en el bar por primera vez no he dejado de pensar en ti, dime ¿qué me hiciste? —De a poco se empieza a acercar hasta que queda cerca de mi cara, veo cómo observa mis labios como si me estuviera pidiendo permiso para besarme, así que yo tomo la iniciativa de besar los labios de Fabricio, él pone sus manos en mis mejillas mientras profundizamos el beso, es un beso tierno y pausado, al parecer ninguno tiene intenciones de nada, cuando nos separamos por falta de aire este me ve con ternura.   Me pide que le dé una oportunidad de conocerlo. Dios como decirle no a Fabricio.   —Claro que te doy la oportunidad. — Nos volvemos a besar y luego seguimos hablando.   —Cuando llegó a la casa le entregó el casco y el me pega a su cuerpo.   —Adiós hermosa. — Me deja un casto beso en los labios.    —Adiós Fabricio, cuídate y mándame un mensaje cuando ya hayas llegado a tu casa.   —Ya te preocupas por mí. — Le doy un codazo y este me vuelve a besar hasta que se escucha mi teléfono sonar, cuando veo quien es abro los ojos como platos y contesto.   —¿Qué quiere Matteo?   —Suelta a ese tipo y entra ahora mismo a la casa si no quieres que salga y vaya por ti. — ¿Qué? ¿Cómo sabe?… me está espiando, veo hacia la ventana de la sala, pero me concentro en Fabricio.   —Ahora si me voy, nos hablamos luego. — Le doy un beso y luego entro a la casa, pero cuando cierro la puerta unas manos me agarran con fuerza la cintura y me pegan a la pared.   —Por Dios Matteo me asusto. — Huele a alcohol del fuerte—. ¿Estaba tomando?   —¿Te importa? — Sí, estaba tomando y ahora borracho.   —Déjeme pasar Matteo. — Pero él no se mueve.   —¿Quién es ese que te trajo a la casa?   —Un amigo. — Respondo seca.   —Claro y ¿a tus amigos los besas en la boca?   —¿Y usted por qué me espía?   —Debo cuidarte.   —Matteo el papel de padrastro no le queda en lo más mínimo, ahora déjeme pasar que estoy cansada. —Cuando voy a pasar, él me toma de la cintura de una manera muy brusca haciendo que mi cuerpo sienta una corriente eléctrica desde la espalda hasta los pies.   —¿Dime que tienes? — No te entiendo.   —¿Qué tengo de que? — Se pega más a mí, quedando a sólo centímetros de mi cara.   —¿No entiendes que me tienes hecho un loco por ti.?   —¿Que está diciendo?, escuche bien, por dios él se casará con mi mamá…— No puede estar diciéndome estas cosas…    —Bueno, ¿eso no era lo que querías Michelle?… dios.   —Matteo está tomado mejor váyase a dormir. — Ve mis labios.   —Te quiero besar, quiero probarte y hacerte mía toda la noche. — Wow ¿qué tonterías está diciendo?, estoy sintiendo mis mejillas arder, siento la mano de Matteo ponerla en mi pierna, siento que va subiendo más su mano, no sé si reaccioné bien o mal con la bofetada que le di.
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