No reces por una vida sencilla, reza por la fortaleza de resistir una vida difícil.
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Su día comenzó como siempre, cuando el despertador sonó a las cinco y cuarenta y cinco de la mañana. Se dispuso a preparar el desayuno, y mientras en la cocina la inundaba el respectivo olor del café tomó la decisión. Iba a irse de vacaciones con los niños, visitarían una isla en el Caribe, específicamente en la que vivía su hermana antes de mudarse a Estado Unidos.
Iba a hacer todas las gestiones necesarias, para que tres semanas después de que los chicos salieran de clases. Estuvieran tomando un avión para disfrutar de las vacaciones que siempre les había prometido, pero que por causas económicas nunca disfrutaron y estaban pendientes. Se dijo que también debía tener tiempo para estar a solas con ellos.
Fue muy reservada al momento de planificar todo, porque aún no quería comentarlo con nadie. Pensó en hacer el anuncio del viaje, cuando fuese conveniente. Ni siquiera a Joel, se lo había mencionado. Últimamente su relación estaba pasando de frío a congelado y no le gustaba para nada. Porque él era su apoyo de cierta manera, siempre recibía un consejo, una palabra consoladora cuando más lo necesitaba. Y lo más extraño del caso era que se lo daba sin ella pedirlo, era como si la conociera muy bien.
No era que ese día se había levantado con los apellidos revueltos. Sino que era el día de hacer verdaderos cambios, por eso decidió comenzar con el comportamiento de él. Le gustara a él o no, le iba a pedir tiempo para su relación. Sabía que era lo correcto, lo único malo del caso era que no sabía cómo decirle. Era demasiado atento y considerado con ella. Pero conociéndolo, algo le dijo que iba a malinterpretar las cosas e iba a hacer un berrinche. Dejándola a ella como la mala de la película.
Joel siempre se esforzaba por complacerla, cumplía sus caprichos. Siempre le decía que estaba dispuesto a todo por ella. Abby nunca le había hecho saber que conocía a Lord en persona, y menos que había compartido la cama con él. Todas las noches durante tres semanas, porque sabía que era buena persona. Tampoco quería darle la razón al comprobar, que no por el momento no superaba la ruptura de su relación.
En otras palabras, Joel no se merecía la apatía de ella en su relación. Mucho menos quería que dejaran de ser amigos. Él significaba mucho para Abby, porque había estado a su lado en los días más oscuros. Cuando la tristeza por la burla de Lord le invadía.
Se recostó en el sofá tomó uno de los cojines, y lo abrazó con fuerza. Una lágrima solitaria rodó por su mejilla, y se la limpió con el dorso de la mano. Repitió su frase preferida, la que siempre le daba motivación para seguir adelante:
«Lo mejor es lo que sucede».
Así como Lord la sacó de su vida. Así mismo lo haría ella, desde ese mismo día. Ya estaba decidida, y también cansada de pensar en posibles escenarios con respecto a lo que pudo haberle ocurrido.
Miró el reloj de su teléfono celular, iba a esperar que fuese un poco más tarde para comunicarse con Joel. Tenía que hacerle saber lo que había decidido, y no podía pasar un día más. No quiso perder más tiempo, sin embargo; le dejó un mensaje.
Para ella el día transcurrió de manera normal. Se ocupó de los quehaceres de la casa, después se dispuso a chequear de nuevo la información para sus vacaciones. Faltaban tres meses para terminar las clases, a Cristina eso no lo importó mucho, y de igual forma procedió a realizar las reservaciones pertinentes.
Cuarenta minutos después se sumergió en el mundo virtual, necesitaba estar un poco más temprano. Para poder hablar con Joel antes des de comenzar a trabajar.
===>> (Info): You are now online
—¡Ey hola! —le saludó como siempre con un beso en los labios, y de manera cariñosa.
Ella le sonrió sinceramente.
—Hola, ¿Cómo te va el día de hoy?
—Normal como siempre, mucho trabajo —se encogió de hombros.
—Me imagino —ella lo sabía, el trabajo de Joel era algo complicado a veces.
—Leí tu mensaje temprano, dime ¿qué es eso tan urgente qué tienes que decirme?
Abby suspiró.
—Es un tema algo complicado.
—¿Por qué no me lo dices bailando? Antes de que me abandones, y te vayas a tu esclavizante empleo —Aunque Joel utilizó un tono de voz jocoso, sabía perfectamente que era un reproche.
—Yo no tengo problema alguno —hizo gesto con la mano, y lo siguió.
Joel pegó más sus caderas a las de ella, comenzó a besarle el cuello.
—Mmm, me gusta cuando estás así entre mis brazos.
Abby se tensó y carraspeó un poco antes de manifestar:
—Creo que necesitamos hablar.
—Shhh —le cortó—. Después hablamos de lo que quieras. Vamos a aprovechar el tiempo —Joel estrelló sus labios con los de ella en un beso apasionado, y demandante.
Por un momento Abby comenzó a disfrutar el beso, porque sintió que estaba en el aire y le respondió rozando sus pechos con el más ancho de él. Se sentía bien, pero no era lo que tenía pensado, y lo que había decidido temprano en la mañana. Así que rompió el beso.
—¿Qué ocurre? —inquirió Joel enarcando una ceja.
—Me estás distrayendo, te dije que debemos hablar —le recordó.
Joel la miró con picardía, y le dio una sonrisa ladeada y después le dio:
—Está bien, vamos a hablar —le guiñó un ojo—. Pero no aquí en la pista de baile.
Fueron hasta el rincón más lejano, y oscuro del lugar. Un área donde muchas veces podías encontrar parejas follando en contra la pared. Sin importarle más nada que la pasión y el deseo.
—Hablemos, Abby ¿Qué es lo que está mal? —demandó en ese momento con voz seria.
Abby tenía un nudo en la garganta. No sabía cómo decirle después de aquel beso que su relación se terminaba en ese momento.
—Estás distante, Abby. —La tomó por los hombros, y la sacudió un poco suavemente. Estrechó la mirada esmeralda en ella—. ¿Qué está pasando?
—Tú lo sabes, esta relación no está bien —Respondió ella en voz baja, y dando una lenta respiración al final.
—¡Explícate! —Joel exigió en ese momento.
—Creo que lo mejor es que le demos a nuestra relación un tiempo —le soltó de golpe, no tenía sentido posponerlo más.
—¿Tiempo? ¿Para qué carajo necesitamos tiempo? —formuló las preguntas un tanto enojado.
—Es por ti, no estás del todo claro —manifestó ella con voz seria. —Siempre estas con tus inseguridades, y estoy en un momento de mi vida que no quiero lidiar con eso.
Joel se relamió los labios, le soltó los hombros para poner los brazos en cada uno de los lados de su cabeza, y de esa manera enjaularla.
—Te preguntaré, ¿ya no te gusto? —indagó casi rozando sus labios.
—Por supuesto que me gustas —le respondió rápidamente sin pensar, porque no tenía que hacerlo, le decía la verdad—. Me encantas, me fascinas, pero necesito tiempo. Aún estoy muy herida, y no sé cómo manejar la relación contigo. Quiero dar el cien por ciento de mí en esto.
—Sabes qué… no te creo —espetó.
—¿Por qué no? —Abby puso las manos sobre su pecho, tratando de alejarlo.
—Si es cierto que aún te sientes atraída por mí y te gusto, bésame —la retó.
Abby lo miró con asombro, porque se sintió confundida con aquella petición de su parte.
—¿Qué te bese? ¿A caso te has vuelto loco? Sabes que me encanta besarte, esa es una de las cosas que más me gustan de lo nuestro.
—Entonces, hazlo —la presionó—. Si es verdad lo que dices, bésame ahora mismo delante de todos.
Ella no tenía nada que perder, y tenía que dejarle claro que era cierto y que le gustaba. Así que se puso de puntillas, y rozó sus labios con los de él. Le gustaba mucho besarlo. Joel seguía inmóvil, hasta que poco a poco fue abriendo la boca para responder al beso a Abby.
Sus lenguas se batieron a duelo. Enroscó sus manos detrás de su cuello para atraerla más a ella. Joel dejó una mano apoyada en la pared, y la otra en su cintura. Abby comenzó a gemir de placer. Aquel beso era dulce, aunque un poco demandante. Cuando ella iba a profundizar más, él rompió el beso.
—Ahora no me cabe duda de que gusta besarme —declaró sonriendo y con un brillo de picardía en los ojos.
Ella le sonrió complacida.
—Me alegro mucho que lo haya dejado claro —entornó los ojos.
—También creo que a tu Lord_Z, tampoco le quedan dudas —inclinó la cabeza a un lado para que lo viera.
Las miradas de de Abby y Lord_Z se cruzaron. Notó perfectamente, como tomaba su trago de whisky apretando la mandíbula sin apartar los ojos de ella.