“Nunca olvides que todo comenzó cuando dibujé un simple ratón”.
Walt Disney
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—¿Hasta cuándo pretendes estar así, Cris? —la voz de Sonia retumbó por toda la sala cuando Abby le abrió la puerta.
—Hola a ti también —respondió con amarga haciendo señas—, puedes pasar si gustas.
—Te estoy hablando en serio. No puedes seguir así —miró alrededor, la casa parecía como si el huracán Katrina hubiese pasado por ahí, llevándose todo a su paso.
Abby suspiró y caminó arrastrando los pies, se volvió a lanzar en el sillón; con voz quebrada le dijo a su amiga:
—Se suponía que la semana próxima iba a viajar a Europa. Se suponía que… debería estar saltando en un pie, porque en pocos días estaría en los brazos de Zennen —su voz estaba a punto de quebrarse.
—¿Aún tienes los boletos? —indagó Sonia, quería levantarle el ánimo a su amiga.
—Claro que los tengo, Zennen… dejó todo listo antes de irse. No se perdió ningún solo detalle.
Sonia frunció el ceño.
—¿Qué crees que pudo haberle pasado?, porque esta situación es bastante extraña.
—Ya no sé ni qué pensar —contestó ella negando con la cabeza.
—Él estaba dispuesto a todo, Cris. Algo muy grave tuvo que haber sucedido.
—No tengo la menor duda de eso, y estoy de acuerdo contigo, porque presiento que ha pasado algo.
—Sí, todo lo que él hizo, movió cielo y tierra prácticamente para conseguir todos los documentos necesarios. Todo estaba listo para que ustedes se fueran —le dijo a su amiga asombrada.
—Eso… y tampoco puedo creer es todo el dinero que gastó en la documentación y el que me dejó haya sido en vano. Por un capricho suyo.
—Es realmente un misterio.
—¿Que misterio de mierda, Sonia? No hay ninguno... Él simplemente se burló de mi de la peor manera.
—Está bien Abigail Cristina... como siempre tan radical y práctica —entornó los ojos—. El tipo se burló de ti, te sacó documentos antes de perderse —la miró seria—, pero mira el lado positivo te dejo indemnización.
—¡Joder Sonia! ¡Qué ayuda la tuya!
—Con ese dinero puedes irte si quieres a Europa o a cualquier lugar que te dé la gana de empezar de cero. Aunque me comentaste que él además te hizo un contrato laboral allá.
—Lo que no entiendes es que no me puedo ir al otro lado del mundo, con los niños así en el aire. A una aventura.
—¿Entonces qué, Cris? ¿Vas a dejar a pasar esta oportunidad?
—Hace un par de días fui a la agencia de viaje y pude hablar con un ejecutivo. Zennen pensó en todo, y los boletos con fecha abierta. Por suerte puedo colocar el día del viaje cuando yo quiera, vencen en un año.
—Wooa qué bien pensado, amiga. No cierres esa puerta.
—¿Qué puerta? —inquirió con un sollozo—. El no saber de Zennen me tiene en una incertidumbre constante. No como, no duermo. Mi cabeza se inventa una y mil situaciones, pero ninguna creo que sea la correcta.
—Un hombre no hace todo lo que él hizo solo por un revolcón, Cris. Él vino desde su país a buscarte.
—No sé qué pensar, ya van tres meses que no sé absolutamente nada —miró a su amiga y luego se pasó la mano por el rostro en señal de frustración—. Lo que sí sé es que no puedo seguir esperando por él. El mundo no se detiene solo porque Zennen decidió dejarlo todo.
—Te conozco cuando hablas así. ¿Estás pensando en volver a las andadas?
—Tengo que trabajar Sonia, el dinero no dura para siempre.
Su amiga la miró asombrada y le dijo:
—Eres prácticamente millonaria en este país.
—Ese dinero no es del todo mío, Sonia eso lo sabes bien.
—Ese hombre te lo dejó, mujer. No seas tonta.
—¿Qué pasaría si un día alguien viene a reclamarlo? ¿Qué se supone qué voy a hacer?
—¿De verdad piensas eso?
—La verdad es que no le conozco muy bien que se diga —echó la cabeza hacía a atrás y la dejó descansar en el respaldo del sillón—. Siempre pensé que Zennen era muy bueno para ser verdad, jamás me pasó la idea por la cabeza el pensamiento de que sea una persona mala —se incorporó de pronto para mirar a su amiga muy sería. —¿Qué tal si es un capo de la mafia? ¿Trabaja para la ETA? ¿Pertenece a un grupo de exterminio? —se recostó de nuevo al respaldo del sofá y miró fijamente al techo— ¿Qué coño sé yo? Lo que sé es que se esfumó como Houdini.
Sonia soltó una carcajada sonora que se escuchó en toda la casa.
—¿De dónde has sacado esa película de suspenso?
—Farah... —entornó los ojos y después miró a su amiga sonriendo y después se encogió de hombros—. Ya sabes cómo es ella, siempre duda de todo y de todos.
—Esa niña tiene mucha imaginación.
—Nah... Solo está enviciada con programas de televisión policíacos, y lo peor es que me obliga a verlos con ella.
—¿Qué tienes pensado hacer, entonces?
—Empezar de cero, volver a trabajar.
—¿De nuevo en ese mundo virtual? ¿De puta?
—Sí y se dice scort social, por si no lo sabes hay más cosas que se pueden hacer en el mundo virtual, Sonia —respondió entornando los ojos.
—Me rindo —alzo las manos—. Puedes llamarme bruta o ignorarte cibernético, pero la verdad es que no entiendo un coño de ese mundo virtual en que ustedes andan metidos.
—Lo único que te puedo decir es que si eres inteligente da óptimos resultados —dijo mirando alrededor y sonriendo.
—Tienes razón de eso no me cabe la menor duda.
—En este momento los niños están un poco tristes. La verdad es que estaban muy ilusionados con la idea de irnos a vivir a Europa.
—Pobrecillos, lo cierto es que ustedes han pasado por mucho se merecen muchas cosas buenas.
Se levantó de golpe del sillón.
—Viniste a sacudirme la depresión, ¿verdad? —sacudió sus manos—. Está bien, fuera tristeza.
—Eres una desquiciada ¡No me lo puedo creer, Cris!
—¿Qué pasa ahora?
—Cuando llegué hace un momento te estabas quebrando por dentro, ahora mírate —le señaló
—¿Y? —se encogió de hombros con los ojos empañados de lágrimas. —La vida continua este o no esté Zennen en la mía, además sabes de sobra que yo nunca he sido de las que se quedan aferradas a un recuerdo.
—Algunas veces me gustaría tener un poco de tu fortaleza.
—Pensar en lo que pudo ser con Zennen no va a resolver mi situación. Aunque no voy a negar que, gracias a él mis hijos y yo estamos viviendo ahora cómodamente.
—Siempre he admirado lo fuerte que eres.
—No te creas a veces tengo ganas de caer en el suelo y no levantarme jamás.
—Dime algo; ¿te enamoraste de él de verdad o es solo rabia porque crees que te engañó?
—Sí, para que voy a negarlo, me enamoré fuerte y rápido —le contestó la verdad porque no tenía sentido engañarse.
—¿Qué pasaría si él tiene problemas que han hecho que se aleje de ti?
—Estaría a su lado Sonia, no tendría duda eso.
Su amiga asintió.
—Otra pregunta —hizo gesto con las manos y entornó los ojos—. No quiero que me malinterpretes y menos que me digas que soy una entrometida, pero es que la curiosidad me está matando.
—Habla de una buena vez, no des tanta vuelta —apresuró Cristina.
—¿Qué has hecho con todo el dinero que ese hombre te dejó?
Ella suspiró nadie sabía la cantidad exacta que Zennen le había dejado, cuando le hacían preguntas como esa solo respondía una cantidad suficiente, pero su amiga no era tonta.
—Lo he estado invirtiendo con un broker. Lo que ya tenía ahorrado lo utilice y ya he multiplicado un treinta por ciento, tal cual como me indicó Zennen que hiciera.
—¿Eso es rentable? —enarcó una ceja y Cristina asintió— ¿Confiable?
—También lo es, lo único que es que debes ser cuidadoso ya sabes… por lo que dicen que el dinero no tiene amigos. Esa es una de las razones por las cuales el dinero que me dejó Zennen antes de irse esta de cierto modo intacto.
—Me parece bien y me alegro mucho por ustedes —su amiga le sonrió sinceramente.
Con la mirada un poco perdida Cristina agregó:
—Tal vez este año, aproveche y me vaya con los niños de vacaciones. Siempre lo he querido hacer, puede que sea el momento indicado para hacerlo.
—Yo diría que sí, los tres se lo merecen. ¿Crees que el vuelva a aparecer?
—Algo en el fondo me dice que sí, pero quién sabe en cuanto tiempo, de todas maneras, tengo su dinero.
—No creo que ese hombre vuelva por su dinero, estoy cien por ciento segura de que si regresa a este país, será por ti.