Dicen que la esperanza es lo último que se pierde.
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Por insistencia de Sonia salieron de la casa con los niños. Lo había pasado muy bien. No sabía cuánto lo necesitaban. Un poco de aire fresco y ver la gente ir y venir valió la pena.
Toda la tarde estuvieron en la calle, fueron a almorzar, luego al cine, después a cenar y por último a comer helados. Una tarde relajante. Al menos podía darse el lujo de hacerlo, antes solo quedaba en un simple antojo. Llegaron justamente a la hora de ir a dormir.
De nuevo la casa estaba en silencio, y se sentía más solitaria que de costumbre, era en esas ocasiones en la que su mente comenzaba a trabajar más de la cuenta. Se hacía un montón de preguntas, que todas terminaban en un ¿por qué? Y con lágrimas hasta altas horas de la madrugada.
Se había alejado un poco del mundo virtual, porque todo lo recordaba a Lord_Z y eso la agobiaba, además que muchas personas le preguntaban por él. Ya se lo había repetido anteriormente como un mantra. "Lo mejor es lo que sucede"; y muchas veces era un éxito la frase.
Decidió esa misma noche aplicar el refrán que la había ayudado en muchas ocasiones, por eso volvió al mundo virtual; de todas maneras, ahí se podían hacer más cosas que ser Scort Social. Encendió su computador y preparó todos los dispositivos pertinentes. Al entrar suspiró pesadamente, al darse cuenta de que todo seguía de la misma manera en que lo había dejado.
===>> (Info): You are now online
Le llegó una invitación para ir a una fiesta y fue. En cierto modo era bueno estar de vuelta, comenzó a bailar y a relacionarse con más personas.
—Hola —le dijo una voz muy cerca de su oído.
Ella dio un salto, pues estaba un tanto distraída.
—Hola —contestó un tanto cautelosa.
—Te he visto muchas veces por ahí con tu pareja, pero hacía mucho rato que no veía a ninguno. ¿Todo bien?
—Todo está perfectamente —le contestó con una sonrisa cordial.
El hombre no estaba nada mal. Alto, con el cabello castaño claro, ojos verdes, nariz perfilada, labios gruesos y una sonrisa traviesa. Le inspiraba calma, y eso era bueno.
—Me alegro —le dijo de vuelta.
La verdad era que se sentía cómoda con su acompañante, pero ni idea de quién era.
—¿Puedo invitarte un trago? —el hombre señaló hacia la barra.
—Oh, no acepto tragos de desconocidos —manifestó guiñándole un ojo.
Él se echó a reír. No había duda que era un galán.
—Tienes mucha razón, aún no te he dicho mi nombre.
—Totalmente cierto —asintió ella con una sonrisa.
—Mi nombre es Joel. Sin embargo, yo el tuyo si lo sé, es Abby.
—Porque no me sorprendes —afirmó en tono de sorna.
Aceptó su trago, y caminaron hasta la barra.
—Te vi por ahí muchas veces con tu pareja —tomó un sorbo de su trago—. Un Lord, creo que se llama.
«Tan bien que íbamos», pensó.
Esa noche no quería saber nada que le recordara a su ex.
—Es cierto; Lord_Z es su nombre.
—Tengo mucho tiempo que no lo veo, asumo que ha dejado el mundo virtual. Muchos lo hacen cuando se aburren —manifestó Joel sin importancia.
Abby lo miró con un nudo en la garganta. Le dolió ese comentario.
—Voy a tratar de no pensar que me has llamado aburrida.
—¡Ah no! —exclamó el hombre apenado—. No me refería a ti, disculpa si me expresé mal, no fue esa mi intención.
—Disculpas aceptadas —Abby aceptó sus excusas con una sonrisa cordial.
—Lo último que pienso es que seas aburrida —le guiñó un ojo.
—Tenía más de un mes que no entraba aquí —Abby le comentó.
—No me digas, que decidiste no entrar más por lo típico, porque él se fue.
Lo dijo sin un poco de tacto. Pudo ver en su rostro como por fracciones de segundos la tristeza la invadió. Joel parpadeó.
—Lo siento; no quise sonar insensible —colocó su mano sobre la suya—. Simplemente, que me molesta las actitudes de algunos hombres por aquí.
—No te preocupes, entiendo.
—Gracias —le dijo con una sonrisa—. Ven, vamos a bailar.
Era extraño estar en los brazos de otro así fuera un avatar, no podía negar que se sentía un poco incomoda, pero la vida continuaba. De eso debía de estar clara. ¿Por qué entonces tenía la sensación de estar traicionando a Lord_Z?, se preguntó. Al parecer él también había continuado con su vida, sin ella y al recordarlo sintió como su pecho se oprimía.
—Ya sabes lo que dicen: ¡Ojos vemos, corazones no sabemos! —agregó ella con una sonrisa.
—Sí, un refrán que extrañamente nunca falla —estuvo él de acuerdo.
Bailaron toda la noche, y a medida que el tiempo pasaba se estaba relajando y lo peor era que ya no se sentía culpable. Necesitaba despejar la mente. Alguien que la hiciera reír, suspirar y sobre todo que no la hiciera pensar en lo que fue y no pudo ser.
Joel era atento, cordial, un total caballero y algo que le encantaba de él, era que le gustaba escuchar y su apariencia un galán. Quien iba a pensar que aquel baile daría inicio a una nueva relación.
Los días se convirtieron en semanas. Las semanas en meses. Cada día la esperanza de que Lord_Z volviera estaba más lejos. Se estaba acostumbrando a Joel, pero aun así había algo en él, que le decía que anduviese con cautela. No era mala persona. A veces ella sentía rabia consigo misma, por no poder corresponderle como él lo hacía. La excusa que ella tenía era que no volvería a tener una pareja en el mundo virtual, porque no quería perder el tiempo.
Una tarde después de tener sexo Joel le hizo un comentario:
—¿Sabes?, no hay nada más difícil que competir con un fantasma.
Abby frunció el ceño en confusión, porque no tenía idea de donde había venido esa conversación, aunque había comenzado de manera casual. Sin embargo; para ella no dejaba de sonar como un reproche.
—¿Por qué dices eso? —le preguntó ella.
Joel suspiró.
—Abby tenemos un poco más de dos meses saliendo, y aún sigues pensando en Lord —él se encogió de hombros.
—¿De dónde sacas tal cosa? —no pudo evitar continuar preguntando asombrada. No tenía la menor idea de que él lo notara, se esforzaba lo mejor que podía.
—Sé qué piensas en él, porque tu mirada se torna vacía cuando lo haces y eso solo significa una cosa, que no has superado el sentimiento de pérdida que te dejó.
—Eso no es lo que sucede, Joel —ella negó con la cabeza—. Es algo que creo que no podrías entender, porque va más allá de lo que te imaginas.
—Ahí tienes razón. No entiendo porque no me dices nada. Aunque estás conmigo siempre eres distante.
—En realidad no quiero que lo que pasó entre Lord, y yo sea de dominio público.
—No pretendo que me cuentes todos los detalles de tu relación con él, pero su recuerdo me está jodiendo la mía.
—Estamos saliendo, nos llevamos bien; tenemos un buen sexo, ¿qué más quieres, Joel?
—A ti, quiero más que eso. Una relación contigo que nos vean como una pareja, que la sombra de Lord se esfume de una vez por todas —le soltó de golpe.
—No se trata de Lord, tú sabías muy bien que yo no buscaba una relación —Abby le replicó.
—¡Claro! ¿Cómo olvidarlo? —manifestó sarcástico—. No quieres nada con nadie, porque sigues esperando por él. Aún tienes la esperanza de que regrese, cuando sabes muy bien que este mundo es tan etéreo. No sabes si él ha estado todo este tiempo aquí, con otro avatar u otro nombre.
—No hables estupideces, Joel —para ella eso era imposible, porque se conocían personalmente y habían llevado su relación más allá de la red. Pero sembró la duda en ella.
—Según para ti son estupideces, pero para mí es la realidad.
Ella se levantó de la barra.
—Creo que estamos un poco tensos, lo mejor será que nos veamos después.
Joel al verla decidida la tomó por los brazos, y la arrastró contra su cuerpo.
—Disculpa tanta inseguridad —besó su cabeza.
Ella lo abrazó por la cintura, al final de cuentas le gustaba estar con él.
—No entiendo, porque te sientes así —dijo ella en voz baja, dejando que su olor la envolviera.
—Entiéndeme un poco. Es muy duro para mí, estar luchando todo el tiempo con un recuerdo.
—Dame tiempo, entonces —lo miró a los ojos—. Tiempo para sanar.
—Yo puedo darte el tiempo que necesitas, pero primero contéstame una pregunta —la separó un poco de su cuerpo para verla mejor y con el dedo índice le acarició la punta de la nariz—. Y quiero que me contestes con toda sinceridad.
Ella se le sonrió.
—Dispara —le animó.
—¿Qué pasaría con nosotros si Lord_Z regresara?
La pregunta realizada hizo que ella la sonrisa se le borrara del rostro.
—No pasaría nada —contestó tragando grueso—. Tú y yo sabemos que él no va a volver, y si lo hace no será por mí.
Chasqueó la lengua y negó con la cabeza.
—De verdad Abby, deseo que sea así como dices y no como sientes —la abrazó fuertemente de nuevo y la besó dulcemente.