CAPÍTULO 3.

1686 Palabras
"Ante la desesperación, los seres humanos se vuelven animales." Dan Brown ===========   —¡Qué cara de mala pinta, hombre! —fue el saludo que Charles le dio a su amigo de la infancia. Al verlo con el ceño fruncido. —Tú y la maldita costumbre de no tocar la puerta, para entrar a mi oficina, Contribuye a mi mal humor —espetó Zennen furioso. —¡Joder!, pero es que a ti no se te puede hablar últimamente, solo ladras. —Es muy temprano para que comiences. No quiero que me toques los huevos. —No puedes seguir así, amargado. Charles enarcó una ceja al observar cómo su amigo, prácticamente su hermano, se preparaba el cuarto vaso de whisky de la mañana. —¿Qué quieres que te diga? —se lanzó en el sillón—. Soy un completo imbécil ¿Cómo pude caer tan bajo? Me extraña mucho que no me lo hayas reprochado. —¿Hasta cuándo vas a culparte por lo sucedido? En ese momento no eras tú, amigo y por lo que veo, ahora tampoco —le señaló el vaso con el líquido ámbar. —Eso no es excusa, la abandoné. Ella jamás me lo va a perdonar. Nunca pensé, que Melania fuera de tal calaña. —Debiste explicarle la situación, cuando estuviste con ella personalmente. Estoy seguro de que lo hubiera entendido, y hasta apoyado. Lo digo por las cosas que me has comentado de ella. —¿Cómo? —sonrió amargamente— ¡Oh! cariño mientras estaba hundido en la mierda en que me dejaste antes de ir por ti, follé con mi ex mujer… ¿te conté el detalle que la embaracé? ¡Maravilloso, Charles! ¡Simplemente maravilloso! —¿Ella no sabe nada acerca de Melania? —Abby estaba al tanto del proceso de separación. —Pues, pienso que deberías explicarle, Zennen. No se me rece que le ocultes algo así. —¿Para qué? ¿Qué sentido tiene ahora? —Para arreglar las cosas. Se supone que ella debería de estar aquí la semana próxima. —Abby no va a venir —lo dijo de manera triste. —¿Por qué estás tan seguro de eso? —No la conoces —suspiró—. Es la mujer más terca, y más decidida que he conocido. —Hermano, estas bien jodido entonces —se echó a reír—. Tengo que decirte que tu rostro cambió cuando comenzaste a hablar de ella. —No lo niego. Estoy jodidamente enamorado, hasta la médula de ella. —¿Qué piensas hacer con Melania? —El embarazo no le durará toda la vida —se encogió de hombros—. Ya está de cuatro meses, y el tiempo pasa volando. —¿Enviarás a la madre de tus hijos a la cárcel? —Charles preguntó sorprendido. —De algún modo, ella tiene que pagar lo que nos hizo, Charles. El saboteo a nuestras embarcaciones, súmale falsificar mi firma y el adulterio, son cargos que tienen suficiente peso aún en este país. —Entonces estas dispuesto a demandarla. —No, estoy dispuesto a hacer un trato con ella. —Te escucho – dijo su amigo acomodándose en el sillón en frente de él. —Lo que pienso negociar con ella es su libertad. —¿No la enviaras a la cárcel? Zennen movió la cabeza en negación. —No, siempre y cuando me entregue la custodia completa de los niños, y se largue de nuestras vidas para siempre. —Estás pidiendo demasiado, ya sabes lo ambiciosa que es esa mujer. —Estoy desesperado por salir de esa arpía. —No me imagino en tu situación. De verdad. —Me siento como un incompetente. Jamás me había sentido de esa forma. —Yo nunca creí que Melania fuese de esa manera —Charles negó con la cabeza. —Tampoco imaginé que ella me traicionara de la manera más ruin. —Esa mujer te ama tanto, que no sabe qué hacer para que le correspondas. —No, ahí estás totalmente equivocado. Esa mujer me odia. Lo hace con todas sus fuerzas. —Tengo que decirte que el contrato de Abby está vigente aún. Por ahora no lo cancelaré. Zennen suspiró pesadamente. —No lo hagas, toma el equivalente a un sueldo mínimo y gíralo, con lo demás haz un fideicomiso. —De acuerdo, lo que tú quieras. Haré las gestiones pertinentes. Me marcho a mi oficina. Luego de su conversación con Charles se quedó trabajando. Las cosas habían cambiado demasiado desde su viaje a sudamérica. En ese momento, se sentía más vacío que antes. La empresa que le había cedido su padre estaba a punto de quedar en quiebra. Debido a que la madre de sus hijos, había dado información clasificada a personas indebidas. Bebió otro sorbo de su trago, y deseo muy en el fondo que ese niño que ella llevara en su vientre no fuese de él. Lo más duro para él eran las horas del mediodía, pues esa eran las más perfectas, porque veía a Abby. Iba a encender un cigarrillo cuando la puerta se abrió. —Ni se te ocurra encender esa porquería —se escuchó la voz chinllona. —¿También vienes a joderme la vida aquí? — le preguntó Zennen a Melania arqueando una ceja. —Sabes que no puedo estar cerca de las personas que fuman —señaló su vientre. —¿Por qué coño has venido entonces? —¿De verdad tengo que responder a eso? — su voz era de reto y puso una mano en su cintura—. Vine porque se me pegó la gana. —Melania, no quiero discutir. Ella se tiró desparramada en el sofá más grande, se notaba un poco cansada. Zennen no podía evitar mirarla con un poco de rencor. Ya Melania estaba pasando los cuatro meses. Apenas se estaba asomando su embarazo. —Quiero que este fin de semana vayamos a la casa de mi madre en la playa, para disfrutar en familia que bien nos hace falta. —No entiendo —Zennen negó con la cabeza—. Esa manía tuya ahora de compartir en familia, como si no pasara nada malo entre nosotros. —Quiero salvar nuestro matrimonio. —¿Qué matrimonio? ¿Aún sigues con esa mierda? Melania se incorporó de golpe. —Te perdoné la infidelidad con la sudaca, ¿qué más quieres? —agitó los brazos. —Muchas veces te he dicho, que no te expreses así de ella —le dijo molesto. —No tengo porque hacer caso a lo que dices, o tampoco puedes prohibirme que hable así de ella, porque sabes muy bien que lo que hiciste estuvo mal. Mira que irte hasta Sudamérica, para echar un polvo eso es caer en lo más bajo. —Deja de joder, deja la doble moral, Melania que más bajo que tú no ha caído nadie. Te embarazarse de Santiago para que no te dejara. Le diste información a alguien que quiere hacer daño a la empresa que te da la lujosa vida que te estás dando y ahora… te has vuelto a embarazar para que no tome represalias en tu contra. —inquirió molestó señalando a su vientre. —No tienes derecho a decirme eso cállate, Zennen... Ella hizo un movimiento brusco que la hizo curvarse del dolor. Se puso blanca como un papel. Se llevó las manos al vientre. Fue en ese momento cuando Zennen se alarmó. —¿Te sientes bien? —La verdad es que no me siento nada bien, desde esta mañana. Enseguida él llegó hasta ella. —Vamos a llevarte al médico enseguida. La tomó por la cintura, y la cargó para llevarla al hospital en eso momento se dio cuenta de que ella estaba sangrando rápidamente corrió hasta su auto con ella en los brazos. Mientras iba de camino al hospital pudo ver a una Melania indefensa, pero lo cierto era que no le conmovía ni un poco. ¿Cuándo habían llegado a ese punto?, se preguntó. Ella se removió un poco en el asiento y tomó su mano. —No permitas que nada malo le pase —dijo con un sollozo—, no tiene la culpa de que seamos un desastre. Zennen suspiró.  —No te preocupes, tranquilízate no pasará nada malo. Sus palabras la calmaron un poco. A los veinte minutos llegaron al hospital, y de una vez la recibieron y la atendieron. No podía negar que sentía angustia, por lo que estaba pasando. Al final de cuentas era su hijo. Estaba afuera fumando un cigarrillo, cuando su suegra se acercó. —Zennen... —lo miró con desprecio. —El médico quiere hablar con nosotros. Dio tres caladas rápidamente al cigarrillo y liego lo tiró al suelo, esperó unos minutos para seguir a la madre de Melania hasta, en donde estaban algunos de sus familiares reunidos. El médico estaba ya hablando. —La condición de ambos, por ahora es estable —dijo pausadamente— pero lo que ha sucedido hoy es producto de reacciones emocionales —todos en la sala miraron a Zennen—. Aunado a eso, tiene placenta previa. Lo que significa que es un embarazo de alto riesgo. —¿Puede perder al bebé? —preguntó su madre preocupada. —Si —respondió rápidamente el doctor—. Puede perderlo, si no tiene el respectivo cuidado. Su suegra lo miró ahora con mucho más desprecio que antes. —¿Ves lo que has logrado?, con tus estupideces —le ofendió llorando—. Mi pobre hija está en esta situación por tu culpa. El doctor carraspeó. —No es momento de buscar culpable, señora —le corto—. Es momento de tomar prevenciones, para que un mal momento no llegue. —Estoy de acuerdo —agregó Zennen. —Me los llevaré a casa —anunció su suegra de manera altiva—. Estoy segura de que nadie los cuidará mejor que yo. —Estoy de acuerdo. Si es lo mejor para ella y para la criatura que así sea, yo los visitaré todos los días.        
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