DE VUELTA A LA REALIDAD

1046 Palabras
Si tuviese a ese par de traidores frente a mi juro que los destrozaria en pedazos, no les bastó con verme la cara, sino también se dedicaron a manchar mi nombre. - Bree es algo difícil y doloroso lo que ocurrió aquella tarde, sé que quizá no creerías mi versión, únicamente puedo decirte que no me arrepiento de absolutamente nada de aquel día. — se formó un nudo en la garganta. A mi memoria llegaron los recuerdos, malos y buenos, por un lado la tristeza de la traición de Matew y por otro la agradable noche con el hombre desconocido. - Hanna se ve que eres una buena y linda persona, no necesitas dar ninguna explicación. — Bree me abrazó, aún es una desconocida para mí y se ha ganado mi corazón, tomé mi bolso para marcharme. - Hanna mañana es la junta directiva, te sugiero que llegues temprano, seguramente serás presentada como la nueva gerente. – Asi sin más estoy de vuelta a la realidad. Extrañaba esta sensación de preocupación laboral, echaba de menos la responsabilidad que lleva colaborar para alguien más. Bree me llevó a instalarme a mi oficina, donde mañana tendré que llegar, todo está en perfectas condiciones, huele a nuevo, la decoración es excelente así como todos y cada uno de los pisos de la empresa. Apesar del buen trato que Bree me ha brindado seguían dando vueltas en mi cabeza las palabras de hace unos momentos. Salí con la furia retenida en mi cuerpo, lo que Bree me platicó son solo estúpidas calumnias de mi. ¡Cómo puede ser tan miserable Salma de mentir en algo tan grave! Ahora mismo podría golpear a quien sea que se atraviese en mi camino. Ingresé a un centro comercial, necesitaba comprar un par de cambios de ropa para presentarme mañana a mi primer día en Davenport. Todos allí están perfectamente vestidos, no dudo que sus zapatos convinen hasta con las bragas. Después de dar vueltas y vueltas en las diferentes tiendas elegí minuciosamente cada tipo de outfit que usaría, pensé en el día de reuniones, en la junta con el jefe, en los días pesados de mucho trabajo, en absolutamente todas las situaciones que se presenten. Las compras relajaron mi estrés y disminuyeron mi furia. Me senté en una heladería a degustar de un delicioso helado de chocolate. Observaba todo al rededor como era costumbre en mi... A lo lejos miré algo bastante familiar ¡No puede ser! ¡Son ellos! Matew y Salma. Ella estaba colgada de su cuello abrazándolo y dando miles de besos en todo rostro. No fui cuidadosa y dejé caer el helado en el vestido, haciendo un desastre en mi. Me levanté rápidamente y me escondí detrás de un mueble, no quería que notarán mi presencia, ambos reían, su felicidad es indiscutible. Mis ojos se cristalizaron, mi ansiedad regresó, mis manos sudaban, temblaban mis pies, necesitaba gritar y expulsar mi dolor. Decidí llamar a Amelia. - ¿Estás bien mi niña? — su voz tan cálida siempre me relaja. - Creo que no... — comencé a llorar. - Los has visto ¿cierto? — guardé silencio. - Si... Y a sido un dolor indescriptible, imaginé esa misma escena pero yo en su lugar y sé que estoy mal con solo pensarlo, pero no puedo evitarlo. — lloraba inconsolable. - Hanna... sabias que tarde o temprano eso pasaría, no puedes evitar sentirte mal, llora, llora mucho y desahogate. — regresé al asiento de la heladería. Los demás me miraban como si fuese una loca, pensé que todo el año que pasé lejos fue suficiente, pero no es así, aún duele y mucho. - Mi niña tienes que ir a tu departamento, ingresa a la ducha y descansa. — inconscientemente hice lo que Amelia me sugirió. Este dia no ha ido nada bien, tenía que descansar mis últimas horas antes de incorporarme a Davenport, no pasará mucho tiempo en el que seguramente todos los Carter sabrán de mi regreso y de mi colaboración de mi nuevo empleo. Tengo que estar preparada para cuando me toque tener de frente a Matew, aún no sé cómo resistiré no lanzarme a sus brazos, quizá para besarlo o quizá para molerlo a golpes. Ingresé a la ducha, pase un largo rato en el jacuzzi, me hacía falta después de tanto, organicé todo para el día seguiente, bebí ese delicioso té que Amelia se encargó de colocar en mi equipaje, enseguida cai rendida en los brazos de morfeo... Las rayos del sol ingresaron por toda la habitación, observé la hora y es tiempo perfecto para alistarme, hoy será mi regreso a la jornada laboral. Elegi un vestido por encima de la rodilla color rojo, embarrado a mis curvas, un ligero blazer n***o y zapatillas al mismo color, cabello con ligeras ondas y el maquillaje como siempre lo mas natural posible. Sujete mi bolso y me dispuse a mi nuevo empleo, realmente me sentía capaz, hermosa y con otro ánimo diferente al día anterior. Al llegar a la empresa noté intensidad entre los empleados, no la tranquilidad de ayer. - ¿Pasa algo Bree? — ella era la mas apurada. - El joven Alesandro llegó desde muy temprano a la empresa, ha preguntado por ti en un par de ocasiones, ahora se encuentra desayunando en su oficina, no le agrada que lo interrumpan, será mejor que organices todo, la reunión se adelantó, comienza en 20 minutos. — habló tan rápido que no sé si logré poner atención a todas sus palabras. El reloj marcaba las 7:30am mi hora de entrada laboral se suponía es a las 8:00am ¿por qué todos aquí están tan temprano? De entrada ya imaginaba lo pesado que debe de ser el dichoso Alessandro Davenport, de esos jefes que no duermen por estar pensando en las miles de posibilidades en como multiplicar su enorme fortuna. Seguramente es un obsecionado con el trabajo, explotador y todo lo malo que puede existir en un jefe y ceo millonario. Me dirigí a mi oficina, me alistaré para llegar antes a la sala de juntas y asi no despertar la primera molestia a mi nuevo jefe. - Hanna el señor Giuseppe te necesita ahora en la sala de juntas. — Bree llamó, yo salí apresurada hacia allá...
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