Capítulo 16

1691 Palabras
—Me quedo sola en el comedor sin saber que hacer, es domingo, diez de la mañana, se supone que iba a verme con Fernando hoy y le había mentido a mamá diciendo que saldría a comer un helado con una amiga ¿Cómo rayos le digo a Alfredo que me lleve a verme con Fernando? esto solo me pasa a mí, ni modo, le cancelaré a Fernando y le explicaré mañana en la universidad, igual en este momento me importaría estar más con Alfredo, y hablando de este ¿Para qué hacerlo esperar más? —tu descaro no tiene límites— la verdad no y tampoco los tendrá nunca. —Hola Alfredo —le digo subiendo a su coche y no recibo respuesta, en realidad tampoco la esperaba— ¿Qué haces? —pregunto esto con la intención de saber y tampoco obtengo respuesta— ¿Por qué aceptaste hacer esto? —vuelvo a preguntar y este arranca el coche pero tampoco responde, solo tiene la vista fija en la carretera y noto como sus nudillos estan blancos por la presión con la que sostiene el volante y tiene la mandíbula muy tensa— bien, ¿Al menos sabes a donde me vas a llevar? —Con tu novio, lo sé, solo dime el lugar exacto y allí estaremos. —No me llevarás con él Alfredo. —¿Entonces dime a dónde Catalina? —frena el coche de golpe y me voy hacía adelante—. —¿Puedo saber qué demonios te pasa? —¡Ja! —exclama— ¿Cómo puedes ser tan descarada Catalina? —¿Por qué me hablas así? —¿Cómo quieres qué te hable? —No se Alfredo, de otro modo. —¿Crees qué mereces otro modo de hablarte? Acaba de decirme a donde demonios te llevo Catalina. —A casa. —¿Es en serio? —me mira—. —Si, ahora si prefieres tu casa pues no me quejo. —No juegues con fuego Catalina. —¿Por qué no? ¿Por qué me puedo quemar? Pues eso no me importa. —Se queda en silencio y arranca el coche nuevamente, toma otra ruta y nos desviamos del camino, no se a donde me lleva pero da igual, con él iría a cualquier lugar, mi móvil no para de vibrar pero lo ignoro totalmente, se que es Fernando y no quiero frustrarme más de lo que estoy. —Pasado un rato para en un lugar muy bonito, pero soy consiente que estamos lejos de casa y de todo el mundo de hecho. —¿Qué hacemos aquí? —Vamos a hablar Catalina, aquí nadie nos va a interrumpir, camina. —Lo sigo por unos minutos y llegamos a una casa pequeña pero hermosa, saca unas llaves, abre la puerta y me invita a entrar, lo hago y es un lugar muy acogedor. —Ponte cómoda, ya vuelvo —me dice pero siento su voz tan seria que es imposible estar cómoda en este momento, regresa con una copa en las manos y se sienta en el sofá— ¿Qué es lo que quieres Catalina? —pregunta de pronto— dime de una vez ¿Qué es lo que quieres? —La verdad no sé Alfredo, y no me presiones con eso. —¿Por qué lo hiciste Catalina? —Tenía que hacerlo. —¿Tenías que hacerlo? Por Dios Catalina, lo hiciste porque es como dice Fede, solo piensas en tí, eres una egoísta, todo es a tu propio beneficio y no te importa a quien hagas sufrir. —No me hagas sentir mal Alfredo. —Imagina como me siento yo Catalina, solo imaginalo, sabes bien que me muero por tí, pensé que con el paso que dimos todo sería diferente pero me equivoque, ¿sabes? Yo sabía de tu relación con ese imbécil y fui un estúpido al pensar que en algún momento te decidirías por mí, pero me equivoque, lo peor es que de verdad me siento como el propio estúpido, me siento utilizado por tí Catalina. —No digas eso Alfredo —digo acercándome a él y disimulando que no me afectan sus palabras porque si me afectan, pero me acerco a él y no se aleja, es un buen indicio— te quiero y lo sabes, no se de que modo pero te quiero y de solo pensar que vas a alejarte de mi siento que mi mundo se derrumba, no se que estoy haciendo, no se que sera de mi el día de mañana, pero de algo si estoy segura y es de que no quiero alejarme de ti, no soportaría esa idea. —Sabes qué me importas y mucho Catalina, pero no puedo olvidar de un momento a otro lo que hiciste. —Puedes olvidarlo si así lo quieres —digo acercándome a él—. —No es tan fácil Catalina y lo sabes. —Esta bien lo sé, pero al menos por hoy, digo, en este momento, olvidate de eso. —¿Y después Catalina? —Después ya veremos. —Digo esto y me acerco más a él, me acercó a sus labios y lo beso, lo beso y el no me rechaza, eso es bueno, Alfredo me gusta y mucho, siento cosas muy profundas por él y como se lo acabo de decir, no quiero que se aleje por nada del mundo. —Esto no esta bien Catalina. —No pares por favor. —Tu mamá confía en mi Catalina, sabes que si llega a saber lo que pasa entre nosotros se va a enfadar muchísimo. —Correré el riesgo. —¿Estas segura de eso? —Si, ahora besame por favor, te necesito. —¿En qué sentido me necesitas Catalina? —habla muy cerca de mis labios y hace que la piel se me erize—. —En todos los sentidos Alfredo. —Voy a pensar que eres insaciable, apenas dejaste de ser virgen hace dos días. —De haber sabido que hacer el amor contigo es tan maravilloso lo hubiese hecho hace mucho tiempo. —Respondeme algo Catalina —pregunta alejándose nuevamente— ¿Si Fernando te pide hacer el amor con él, accederás? —una pregunta fuera de base—. —Creeme que no he pensado en eso y la verdad no pienso en él tanto como pienso en tí. —Cada vez entiendo menos que rayos haces con él. —Es algo que no se explicar. —Espero entenderlo algún día. —Esta bien, ¿Ya podemos olvidarnos de todos? —Si es lo que quieres... —Lo quiero si —lo interrumpo—. —Vuelvo a besarlo y esta vez lo hago apasionadamente, lo que me gusta es que no me detiene y por lo que noto tampoco se detendrá. Empieza a acariciar mi espalda con mucha delicadeza con ambas manos, de un momento a otro me alza y camina conmigo a la habitación mientras seguimos besándonos, llegamos y me tumba en la cama, saca mi camisa por mi cabeza y procede a quitarme el brasier, lo hace con tanta agilidad que ni lo noto hasta que siento como succiona mis pezones, uno a uno lo acaricia con la punta de su lengua y me encanta, con estos movimientos siento como mi v****a empieza a lubricarse, Alfredo continua jugando con mis pezones y yo me retuerzo de placer por las sensaciones, lleva sus manos hasta mi cinturón, lo suelta y hace lo mismo con el short, lo quita lentamente y a su paso se lleva mi bikini y mis botas, dejándome totalmente desnuda. —No me cansaré nunca de decir lo hermosa que eres Catalina. —Me besa los labios y empieza a bajar por mi cuerpo dejando besos suaves a su paso, baja por mi abdomen llega a mi vientre y sigue bajando hasta llegar a mi clítoris, esto no lo esperaba, siento un placer muy fuerte, sensaciones que no había sentido y me encantan, succiona mi clítoris y a su vez hace trazos con su lengua, siento como juega con una de sus manos en mi interior y suavemente va introduciendo uno de sus dedos en mi mientras sigue jugando con su lengua en mi clítoris, me retuerzo y gimo de placer, me gusta lo que estoy sintiendo y el lo sabe porque no se detiene, siento como introduce un segundo dedo en mi y me gusta aún más, mueve sus dedos en mi interior sin parar una y otra vez, pasados unos minutos siento que ya no puedo mas del placer y Alfredo saca sus dedos de mi interior y se quita su ropa rápidamente, se posa sobre mi y empieza a penetrarme, siento como va entrando en mi y aunque me duele porque su pene es grande es soportable ya que la sensación es muy agradable, empezamos a besarnos y empieza a penetrarme una y otra vez sin parar, me gusta lo que hacemos y no quiero parar por nada del mundo, sigue penetrándome y se traga mis gemidos, me empieza a penetrar más fuerte y pasados unos minutos suelta un gemido y siento como se derrama dentro de mi arrastrándome a un orgasmo con él, nuestros cuerpos están agitados y nuestras respiraciones muy aceleradas, busca mi boca y nos fundimos en un beso, un beso que significa mucho más de lo que yo imagine. —No quiero que esto acabe. —Esto a mi parecer es solo sexo para ti Catalina —me duelen sus palabras—. —Es mucho más que eso, te quiero Alfredo. —Y yo a ti y lo sabes, pero no eres mía. —Hasta ahora solo he sido tuya y no tengo en mente ser de nadie más. —Mejor dejemos que esto dure lo que tenga que durar y que el destino decida nuestro camino. —Esta bien Alfredo, pero no te alejes de mi. —No pienso hacerlo, todo depende de ti —intenta alejarse y lo envuelvo con mis piernas— ¿Catalina? —Quiero repetir —sonríe—. —Tus deseos son ordenes...
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