Capitulo 5

3713 Palabras
–¿Que hace el aquí? –escuche decir a mi padre desde las escaleras. Divise por los cristales de estas a Bernardo tan guapo como siempre con aquel traje y la corbata. Me miré un momento en el espejo del pasillo. Por alguna razón me había provocado colocarme esa peineta con rosas de cristales a un lado de mi cabello, rice un poco mis puntas y deje que cayeran libremente por mis hombros. El vestido que había elegido me gustaba mucho, era de un rojo un poco oscuro que descubría mi espalda y tapaba mis pechos y cuello. Realmente me sentía hermosa con él. Trague saliva y respire profundo antes de bajar, mis tacones hicieron un poco de ruido, pero cuando estaba abajo sentí que había valido la pena haber ido toda la tarde recorriendo tiendas con Jessica. – ¡Guao! –fue la respuesta de Bernardo apenas poso sus ojos en mí. Se acercó detenidamente y me estiro su mano para que la tocara, pero papá se interpuso. – ¡Alto! ¿qué pasa con cara de ardilla? –papá miro a mamá en busca de comprensión. –Harry, por favor–ella solo ajusto su voz a un tono suave pero severo–él se llama Bernardo e ira con nosotros a la fiesta. –¡Mujer, por dios! ¿de qué parte estas? –se giró solo para fruncir su ceño frente a el–este sujeto es el enemigo–fue su respuesta como si fuera un niño pequeño. –No, no lo es-su tono suena condescendiente- él es novio de Alice –solo basto con su sonrisa para que papá cerrara la boca. –Pensé que me mataría–susurro al acercarme. Por su agarre fuerte supe que estaba tan nervioso como yo. –No le temas, solo es un huraño. –Por cierto, estas realmente hermosa esta noche–sus palabras tuvieron un efecto extraño en mí, sentí como si la alegría se desbordara en mi pecho–mira, estas avergonzada–dijo con una sonrisa en sus labios–es una lástima que no pueda besarte estando con él como vigilante–echo un vistazo y vio que papá tenía la vista en él. –Lo siento–baje la cabeza un poco. –No importa. Las cosas buenas no son tan fáciles de obtener y si me toca pelear con tu padre para que estés conmigo lo hare. De nuevo me sentí ligera y frágil por culpa de sus palabras. El sabías muy bien que decir para que yo me derrumbara como una tonta delante de él. De camino al castillo Cereza se sentó en medio de ambos y de nuevo papá nos deleitó con otra canción de QUEEN que le recordaba sus tiempos como aficionado del gran rock. Cuando por fin llegamos a la gran fortaleza note que la luna era tapada por las nubes plateadas y resplandecientes. El castillo ahora de veis más peligroso que nunca. escuche el canto de los cuervos posados en las grandes gárgolas y me tense al sentirme observada desde lo alto de una torre. El eco de mi corazón era lejano mientras avanzábamos a través de los escalones hacía las enormes puertas de ese castillo. Una mujer alta con rostro cuadrado nos abrió la puerta esta vez, su expresión era tan inexpresiva que me recordaba a los robots, sin decirnos ninguna palabra solo nos condujo a otra habitación mucho más grande que la última. El turquesa en las paredes y las grandes cristalerías formaban un lujo que nunca nuestros ojos habían presenciados. Una vez más esas fragancias a flores se encontraban en todo el lugar, las personas admiraban las riquezas de la habitación y fingían saber mucho sobre la historia de sus estatuas y pinturas. –Mira eso–apunto mi hermana con sorpresa al ver un cuadro enorme de casi tres metros de largo y en dónde una mujer de cabello n***o posaba con mucha presencia ante todos. Su mirada parecía viva y te seguía a todas partes, todos sentían de ella la belleza, pero yo aviste algo más, sentía rabia, dolor en su mirada. Su cuerpo estaba decorado con grandes joyas plateadas que resaltaban en blanco de su piel y lo n***o de su vestido. –Ella fue mi antepasado–la voz de Olivia nos interrumpió–una de las dueñas de este castillo–dijo con amargura. –¿No se parece un poco a Alice? –Cereza dijo a nadie en especial. –No lo creo, cariño. Ella era una mujer única en su especie y la única que tenía el corazón del Conde en sus manos. Por un momento sentí un poco de desprecio cuando se dirigió hacía mi–No creo que se le parezca en nada a tu hermana, que por cierto esta hermosa esta noche–de nuevo aquella sonrisa falsa ilumino su rostro–mira que belleza ¿y este simpático galán? –se acercó mucho a Bernardo, tanto que casi una lluvia de celos me invade–que guapo eres–dijo mientras palpaba sus musculosos brazos. –¡Olivia, querida! Él es mi yerno Bernardo–mamá le presento educadamente. –Pero no por mi gusto–dijo papá entre dientes. –Todos te podemos escuchar, papá–Cereza le advirtió. –Oh, ya veo–Olivia solo sonrió, pero con algo más de malicia en su rostro, tanto que me recordó un poco a Drakon. Los violinistas cambiaron la música algo un poco más rápido, pero sin embargo siniestro. Nadie parecía notar como siempre el extraño estilo siniestro del lugar o el aspecto maquiavélico de los sirviente y músicos mientras miraban a los invitados como potenciales alimenticios. – Bueno, solo puedo decir que Alice tiene un muy buen gusto–el largo de su uña acaricio mi brazo quemando con tenuidad aquella zona– ¿sabes cariño? Deberías cuidarlo, un chico tan guapo como él está a la merced de cualquier otra por ahí. De verdad odiaba venir a este lugar, odiaba esas pinturas tan extrañas y también aquella mujer en el retrato que parecía atrapada a dentro como si fuera prisionera en la pintura de grandes y sobrios colores. Bernardo solo sonrió amable y luego de manera burlona cuando enrosque mi brazo al de él y lo lleve lejos de los demás. –¡Ya, calma! ¿no me digas que esta celosa? –pregunto a un riéndose. – ¿Acaso no puedo? Ella no te quitaba los ojos de encima ¿quién se cree? –además, había algo más que me enojaba de ella, no podía explicar, pero no sabía si era su mirada o el tono de su voz, pero el tono de desprecio era obvio para mí. Estaba segura de que Olivia me odiaba. –Tranquila, nena. Eres la única en mi vida–pero ni esas palabras pudieron tranquilizarme. Nada lo podía hacer. Todo era como una maldición amarga, algo que te perseguía, una carga tan pesada en tu espalda que solo te daba ganas de desplomarse. A veces tenías ganas de gritar y otras solo de llorar, de dejarme derrumbar, pero nunca encontré ninguna explicación del porque me sentía de esa manera. Desde la primera vez que puse un pie en esta mansión solo me he sentido observada y todo el tiempo nervioso. Muchas veces siento aquel aliento en mi rostro y las manos de ese sujeto sobre mi cuerpo. –Tortolitos–Jessica dijo apenas al vernos. Sin duda tenía mucha presencia con ese vestido n***o y aquel maquillaje teatral que le hacía verse unos años mayor. –A veces puedes llegar a sorprenderme, tigra–Bernardo le dijo–pobre de tu nueva víctima. –Pobre no, afortunado, querrás decir–su cara hizo una rara mueca. –Por cierto, síganme, Ricardo y Santa nos esperan en otro lado. –Espera, le diré a Cereza.... –¡Nada! Déjala entretenida con su historia y descubrimiento–Jessica me regaño por ello. Sintiéndose la reina del castillo nos llevó por los pasillos hacía una habitación un poco más pequeña y amena que tenía chimenea encendida. En las paredes muchos trofeos de caza y las enormes cabezas de animales nos observaban. Me acerque despacio y contemple con horror una enorme cabra con grandes cuernos en su cabeza. Sus ojos era de un rojo sangre y su pelaje parecía sucio por los años. – ¿Que mierda? –Bernardo soltó sorprendido– ¿no te dan miedo estas cosas? –le pregunto a ella al ver su cara de excitación. –no, solo son trofeos de caza. Drakon le encanta de ir de caza, lo hacía muy seguido en su país–sus manos se posaron en sus grandes caderas y camino hacía la cabra blanca– linda, ¿no? –No sabes lo escalofriante que te ves diciendo eso–Ricardo se apareció. Con una copa en la mano saco su teléfono y le tomo una foto rápida–sensual y lunática, de seguro tendré muchos me gustas en i********:. –sí, cielo. Quiero que todo el mundo muera de envidia al verme en mi castillo. –Eres muy segura de ti misma–Bernardo le dijo. –Deberías bajar la voz o te escucharan–respondió Santa nerviosa. –Vamos, no sean idiotas. ¿acaso me rodeo con cobardes? – ¿Quién es un cobarde? – pregunto Drakon atravesando la puerta. Una vez más el beso se reprodujo por culpa de mi conciencia. Camino con ese paso seguro que lo caracterizaba, rodeo por la espalda a Jessica y nos saludó como si nada hubiera pasado. Aun así, algo dentro de mí no me deja tranquila. Todavía este pequeño miedo perdura dentro mi mientras sigo cerca él, pero nadie lo nota, todos están a gusto con Drakon y ríen todo el tiempo de sus chistes o admiran sus anécdotas mientras toman aquel vino espeso y dulce de sus copas. Una pequeña mosca voló sobre nosotros, nadie pareció notarlo, pero ese insecto n***o revoloteo por la habitación y se paró en la copa cobriza de Drakon. – ¿Entonces ella te está conquistando? –pregunto Ricardo mientras se recostaba en el sofá de terciopelo blanco. Todos admirábamos la parte este del castillo, las luces de la ciudad que se esparcían hasta perderse en el horizonte lleno de oscuridad. – ¿Qué? –soltó una carcajada. Jessica solo se enrojeció un poco por su comentario. –Podría decirse que si–la miro fijamente hasta derretirla–¿quién no podría dejarse conquistar por esos labios rojo como la sangre–su mano acaricio la de ella. – Bueno, amigo. Te deseo suerte con ella–Bernardo levanto su copa y ofreció un brindis–por Jessica y Drakon, que tenga paciencia para ella. – ¡Cállate idiota! –protesto ella con la mirada perdida. Esta noche ella y todos habían estado tomando demasiado, incluso Santa se encontraba un tanto ebria por eso no paraba de mirar al lobo n***o cerca de la biblioteca. Aun sus colmillos eran mostrados de manera fiera como si en cualquier momento esperara a que te descuidaras para saltarte. –Yo también he de brindar–interrumpió el hombre con aquella pasividad extraña y fría–por tu novia–Mi estómago se contrajo al decirlo–y quizás por mi futura esposa–me miro fijo unos segundos o eso creí pues ahora solo estaba embobado con los pechos de mi amiga. Por un segundo me recordó a ese lobo en la habitación, pero no dije nada y solo Sonreí a Bernardo que parecía perdido – ¿Qué haces para divertirte? –pregunto Santa mirando al suelo. –Bueno, me gusta cazar, ya se los dije. Esa sensación de tener a tu presa huyendo despavorida es excitante–su mano lentamente se deslizó por las caderas de Jessica. La forma en la que se miraban me parecía repugnante pero más nadie lo notaba ¿me estoy volviendo una lunática? Yo era la única que veía algo malo al lugar, en las personas mientras que ellos como un rebaño confiado solo se metían en la boca de los lobos. –O cuando no, solo viajo o me entretengo con este bebe–se separó de su dueña y camino hacía la biblioteca, cogió el control escondido en un estante y acciono un botón para que de una parte de los libros se deslizara y apareciera una gran pantalla. Los chicos se levantaron impresionados. Fácilmente ese televisor parecía la pantalla de un cine, pero con mayor resolución–esto fue gracias a Miriam. Esa mujer sí que sabe cómo entretener a un hombre y coloco esto en mi oficina ¿no es hermoso? –coloco el canal de terror y detrás de las paredes podíamos escuchar los gritos de una chica siendo asesinada. – ¡Por dios! –Santa dijo reaccionando–es el paraíso. Todos parecían estar de acuerdo con ella. Aquel televisor era mucho más hipnótico que las palabras de Drakon y acaparo su atención al instante. Apreté la mano de Bernardo, no quería que se quedara como un idiota en el estudio de alguien viendo televisión, así que caminamos un poco más y salimos a la gran terraza con una vista magnifica. –¡Nena!, vamos. Es una mega televisión–rogo y yo solo lo calle con un beso. Necesitaba sentir sus manos y su calor en ese momento, quería tener esa sensación de estar protegida en sus brazos. El me tomo por unos segundos y solo me aparto. – ¿Que sucede? –pregunté anonadada– ¿hice algo mal? –No, mierda, es el mejor beso que me has dado, pero...–sus labios se mordieron con desesperación. ¿Qué estaba pasando? Él siempre está dispuesto a mas besos, pero esta vez sus instintos básicos de hombre solo deseaba ver televisión. –Nena…yo…–Todo sonaba a rechazo. El rasco con nerviosismo su cuello y me esquivó por unos segundos. – ¿Qué? –solté enojada. sabía que era lo que me iba a pedir. –Es un televisor 3D–puso como una excusa. ¿Eso valía más que lo nuestro? Puede ser que yo me esté convirtiendo en una de esas personas demandante, puede que sea ese tipo de chica que quiere que su novio le obedezca como un perrito, puede que me esté convirtiendo en.…Jessica. ¡No! He sido testigo de lo que pasa en las relaciones de Jessica y como habían terminado en peleas. –Sí, ve–digo derrotada. Lo tomo por la corbata y lo acerco una vez más hacía mí, su aliento era dulce como el vino–pero cuando nos casemos no habrá televisión en nuestra habitación–le advierto en tono humorístico, pero solo era una fachada, creo que detrás de esas palabras había amenazas. Él me sonrió y me beso fugazmente –tu eres la que manda, nena– Mierda, me sentían tan débil. Era una tonta por sonreír por un beso luego de ser rechazada. Bernardo se fue tras ellos, todos parecían felices por algo tan tonto como ello y yo estaba sola a mitad de la noche mirando la ciudad. Esto debería ser una velada romántica. Bernardo y yo deberíamos besarnos en estos momentos, lo ansiaba, deseaba sus besos más que nada en este mundo, pero todo por culpa de Drakon y su maldita televisión. –Lo siento–le escucho decir mientras se acercaba. En mi cuerpo recorrió un escalofrío muy parecido como si muchas manos me tocaran, recordé el sueño de pronto y retrocedí. –¿Por qué me temes? –se mantuvo en su lugar mientras trataba de analizar mis movimientos, podía oler mi miedo y escuchar los latidos de mi corazón–¿Por qué no puedo agradarte? ¿Acaso le parecía poco? Me había besado sin mi consentimiento y ni pensar el miedo que me inspiraba. El eran un monstruo, lo presentía –Sabes, no soy un monstruo–se apoyó en la baranda. Parecía acongojado a la vez que miraba con desprecio–no quise hacer lo que te hice, no fue ni intención asustarte de esa manera, Alice, solo que–pude percibir cierto dolor en su voz como si de verdad estuviera arrepentido ¿quizás solo fue un error? –no me pude contener, me agrada lo bello, las cosas hermosas son mi debilidad. –No soy una cosa, soy humana–por alguna razón estoy a la defensiva. Camino hacía la habitación, pero su brazo me apretó con tal fuerza que pensé que me arrancarían el brazo–gritare–dije en voz alta. –Vamos, Alice. No seas una niñita ¿acaso no entiendes que solo deseo que me perdones? Yo lamento lo que te hice, sé que comencé con mal pie y solo deseo que puedas perdonarme –Eres un lunático–sacudo su brazo y lo enfrento– ¿qué es lo que quieres? ¿te gusta jugar con las personas? ¿por qué le haces creer a Jessica que te gusta y luego me acosas – ¿No lo entiendes? Nadie lo entiende–sus ojos azules de nuevo me invadieron hasta el punto de inmovilizarme, no podía sentir mi cuerpo, sentía como si mis movimientos y todo mi cerebro no me perteneciera, aunque estaba consciente de lo que pasaba, quise gritar, pero mi voz no salió, nadie parecía extrañarle. ¿qué me pasaba? –Eres la más hermosa que he visto, tu...–Su mano acaricio mi cabello, la rabia y el deseo de pronto era lo único que canalizaba mi cuerpo–solo buscas rechazarme ¿por qué me hieres? –sus manos apretaron con fuerza mis muñecas. Otra vez su presencia me afectaba mucho más de lo que creía. Abrí mi boca para gritar, pero al ver que se acercaba a mí solo retrocedí. –Mírate, me encanta que te vistas para mí, pero no puedo soportar verte fingir que no pasa nada. – ¿De que estas hablando? –mis ojos se abrieron como platos. El solo me miraba fijamente. Paso su mano en mi cabello y palpo con detenimiento mi peineta de rosa, la acaricio como si fuera algún recuerdo preciado. – ¡Suelta a mi hermana, pervertido! –la mano de Cereza no lo movió ni un milímetro. El sonido corto el aire unos segundos y luego de eso la mirada pétrea de Drakon había suavizado. Ahora parecía divertido de que mi hermana pequeña viniera en mi ayuda. Ella se colocó en medio de nosotros y solo lo retaba con la mira, con la expresión, podía sentir la tensión entre los tres y aquella sensación de que tenía que proteger a mi hermana y huir de él o nos atacaba. –como le vuelvas a tocar voy y hablar con papá y su novio para que te den una paliza y si eso no te intimida entonces yo misma te castro por pervertido. – ¿Tú y cuantos más? –fue su única respuesta. Su altura eres uno de los grandes problemas de Drakon, se acercó a ella y la hizo parecer pequeña e indefensa, tanto que la aparte de el por miedo a que le hiciera algo. Mis nervios revoloteaban y me jugando bromas pesadas junto con mi mente, quería huir, pero no podía dejar Cereza. La desesperación picaba mi cabeza y envolvía mi cerebro que necesitaba oxigenarse para poder pensar bien las cosas y no actuar solo por miedo. –No te le acerques–fue lo primero que dije, pero ¿por qué me siento así, como si fuera cometido un error? El destello de la luna por un instante distorsionó su rostro al de una criatura horrorosa y al otro a ese guapo y petulante hombre que tenía problemas mentales. Tomé por el brazo a mi hermana, aun con mi corazón a punto de reventar y con esas ganas de huir corriendo solo salí y siempre tratando de lucir calmada. La otra habitación me pareció silenciosa y algo tétrica. Todos esos animales nos miraban y no había la presencia de ni siquiera aquella mosca revoloteando, por alguna razón todos se habían ido y me dejaron a solas con Drakon. Traté de no pensar en las cosas que tenía tramada para mí y en silencio solo le agradecí a mi hermana el haberme salvado. ¿Pero de que me salvó? Tenía ese presentimiento de que Drakon no solo me acosaba por ser atractiva o de hermosos sentimientos o una chica decidida y segura de sí misma. No. Aquí había algo más, algo que no sabía cómo explicarme sobre esta situación totalmente extraña. Las luces de los pasillos estaban más oscuras que de costumbre. Cereza seguía aun sin decir nada, pero sentía su respiración alterada, ella estaba furiosa y me pediría una explicación. Un pequeño olor a sangre me entro por la nariz, parecía que el óxido se condensaba en el aire. –No puedo más–dijo ella luego de tanto silencio– ¿qué quería hacerte ese tipo? –sacudió su brazo y se detuvo en seco–él te iba a besar ¿por qué no gritaste? –Tu sabes bien porque–las dos lo sabíamos. No grite porque tenía miedo, me aterrorizaba la idea de que él le hiciera algo a los demás o a mí, por algún motivo también creía que podía manejarlo como hacía Jessica con los hombres mostrándome firme y decidida pero solo era una tonta y miedosa. Abrecé a mi hermana por un impulso, solo tenerla en mis brazos me dio esa cálida sensación de que estaba segura conmigo y sin evitarlo solté unas lágrimas lentamente. – ¿Estas…llorando? –pregunto sin poder mirarme–. Alice, cuéntame la verdad, por favor. –No ha pasado nada tonta, solo me duele la cabeza–todos sabían que era mentira y sé que ni con eso la podía calmar, ahora había tratado como estúpida a mi hermana, pero no quería seguir hablando del tema. Limpié cómo pude mis lágrimas y me obliguo a sonreír, quería que ella misma viera que estaba bien y dejara todo esto en el pasado.
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