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No temas, aquí estoy yo

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de amigos a amantes
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Descripción

Aiden Brooks, universitario, mujeriego y popular por formar parte de la hermandad. Su vida se ve destinada a cambiar tras un intercambio accidental de teléfonos móviles que lo llevan a conocer a su compañera de literatura, Charlotte Evans, conocida por ser grosera, fría y distante, despierta la curiosidad de Aiden y lo llevan a interesarse por su vida sin saber que aquello lo cambiaría todo.

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Capítulo 1; Grosera
 AIDEN Me escabullo entremedio de los universitarios, tecleando una respuesta inmediata en mi móvil y sintiendo la necesidad de salir para encenderme un cigarrillo que intenta saciar la ansiedad que comenzaba a enloquecerme.  "Me encargo de las bebidas para esta noche." Espero la respuesta y dejo mi móvil en la palma de mi mano izquierda. A su vez, recibo varios empujones en el pasillo que me hacen mirar mal a un par de estudiantes, sin embargo, ni siquiera se dan cuenta de mi mala cara y sus movimientos apresurados me hacen comprender el motivo por el que todos intentan salir por las puertas principales de la universidad. Al ser el horario de salida el pasillo queda atiborrado de estudiantes entusiasmados para salir y planear la fiesta que hacemos la fraternidad esta noche. Los murmullos constantes sobre las planificaciones para aquella noche me dicen que habrá una verdadera fiesta como cada viernes o casi todos los viernes. Enseguida, me sorprende una mano masculina que me hace sobresaltar en mi lugar, volteo para encontrarme con el dueño de aquella mano y mi expresión parece aliviarse al ver a mi amigo justo detrás de mí. Espero a que Josh salude a Camille con un beso en la mejilla y luego de que ella se mezclara con los demás estudiantes, mi mejor amigo me dirige una sonrisa. Y no una sonrisa cualquiera, sino una sonrisa en la que te veías como el típico imbécil que había caído en brazos de una chica de ojos dulces pero de carácter horrible. Ruedo los ojos y suelto una risa a la vez que niego la cabeza mientras también intentamos adentrarnos entre la muchedumbre de alumnos. Oigo los murmullos y puedo alcanzar a escuchar a un par de chicas organizando la salida de aquella noche, no me detengo a mirarlas porque lo que dice Josh luego me deja inquieto y la ansiedad se torna peor. ― Esta noche no estaré presente en la fiesta― dice y esboza una sonrisa nerviosa. No se atreve a mirarme a los ojos porque ya debo imaginar como estoy mirándolo y resoplo a la vez que paso una mano por mi cabello, genial, ahora debía encargarme de la maldita lista de comida. Sigo sin comprender por qué diablos era tan importante la comida en una fiesta donde la gente solo busca embriagarse. A la mierda con la comida. Niego la cabeza y camino arrastrando los pies con desgano mientras intento idear algo para convencer a los demás de no poner comida hoy, siempre sobraba una excesiva cantidad de comida. Esto de hacer fiestas cada viernes realmente me está causando fuertes jaquecas, no era muy fácil ser m*****o de la fraternidad. ― Lo siento, Aiden― murmura avergonzado y lo que está diciéndome ha dejado de importarme―. Le prometí a Camille salir con ella esta noche. ― ¿Y por qué hoy?― no le doy tiempo a contestar porque continúo―: Camille es demasiado ocurrente y tu demasiado idiota por dejarte manipular por unos ojos bonitos.  Mi amigo permanece en silencio y maldigo mentalmente a Josh. Mi móvil vuelve a vibrar indicando la llegada de un nuevo mensaje y me detengo a mitad del pasillo a leerlo, algunos estudiantes chocan conmigo y otros se quejan pero no me interesa en absoluto lo que dicen. "Te necesito esta noche temprano, me encargaré de la comida. Me he enterado que el gilipollas de Josh esta noche no vendrá." Suspiro aliviado cuando termino de leer el mensaje, una cosa menos de la cual encargarme por la noche. Hace meses, los miembros de la fraternidad venimos realizando este tipo de eventos cada viernes hasta el amanecer y luego limpiar todo el desastre que dejan los invitados es algo frustrante, incluso beber cada viernes por el simple hecho de tener popularidad gracias a la universidad, comienza a ser agotador. No estoy muy seguro si quiero continuar formando parte de la fraternidad, además de las fiestas, nos encargamos de cosas importantes en la universidad y añadiendo que debíamos continuar con nuestros estudios si queríamos mantener nuestro lugar en la universidad. Es realmente estresante. Echo un vistazo en dirección a mi amigo que tiene sus ojos sobre mí y luego me sonríe abiertamente, lo que me hace reír. Avanzamos a paso lento. ― Tuviste suerte de que Max se encargara de la comida, así que no te diré nada. Deberías agradecerle a Max por ello. Josh asiente repetidas veces y luego me abraza con fuerza, sus brazos musculosos a causa del gimnasio envuelven mi cuerpo y coge mis mejillas con fuerza para intentar darme un beso en la mejilla. Me niego a que lo haga e intento alejarme. ― ¡Déjame ir, idiota!― suelto una risa y Josh alcanza a besar la comisura de mis labios. Me suelta abruptamente y me hace trastabillar al hacerlo, logrando que mi cuerpo impactara contra el de alguien que iba pasando por mi derecha. Lo único que puedo oír es la risa de Josh perderse en el murmullo molesto, como el zumbido de un mosquito, de los estudiantes de los primeros años en el pasillo.  Por supuesto que no tengo tiempo de quejarme con Josh porque mis cosas y las de aquella estudiante salen disparadas por el aire para caer al suelo. Los cuadernos que llevaba están pesados y los de esa chica que casualmente es mi compañera, también. Ninguno se detiene a ayudar o siquiera disculparse. Cuando intento coger dos que están a unos pocos pasos, ella es más rápida y los lanza a mi dirección. ― ¿Estás bien?― le pregunto. Ella levanta su mirada y la reconozco enseguida, lleva el ceño fruncido y aparta sus ojos de los míos como si mirarme le causara náuseas a juzgar por la expresión de asco en su rostro.  ― Mejor fíjate por donde caminas la próxima vez. Echo un vistazo sobre mi hombro en dirección a donde se encuentra Josh, incluso intento buscarlo con la mirada pero mi búsqueda fracasa y vuelvo a maldecir a mi amigo. Por supuesto que se fugó en cuanto pudo. Asiento aún con una sonrisa. Ella me ayudó con mis cosas, así que me parece justo también ayudarla con sus libros, sin embargo, ella me arranca sus cosas de mis manos de la manera más brusca posible y mi sonrisa desaparece para ser reemplazada por una expresión de desconcierto. Intento ser amable, ¿y así se dignaba a tratarme? ― Lo siento, sólo intentaba ayudar... Se levanta y yo también lo hago sin poder apartar mis ojos de los suyos, son llamativos, un extraño color turquesa, casi azul es lo que no me permite apartar mi vista de ella. Jamás la había visto tan de cerca y creí que era la oportunidad perfecta. Ella se encoge de hombros. Se ve ruda, la expresión en su rostro y la posición que se encarga de tener como si estuviera a la defensiva me agrada más de lo normal, usualmente las chicas eran tiernas y dulces, esas son mi tipo pero la rubia que está a mi lado es todo lo contrario. Sus piernas van fundadas en un jean con roturas y que le queda un poco ancho pero debajo de éste se ve que trae unas medias red junto unos borcegos negros y acordonados, lleva una camiseta con cuello de tortuga de color n***o y de mangas largas, mientras que su cabello va recogido en un moño desordenado. Lamo mis labios resecos y trago con dificultad. Ella no me espera, lo que llama mi atención aún más, no quiero verme engreído pero al menos la gran mayoría de estudiantes mujeres se moría por salir conmigo y no es el caso con ella. ¿Por qué? ―  Como sea― oigo lo que dice antes de escabullirse y mezclarse con los demás estudiantes. Me percato de que ya no hay tantos estudiantes a mi alrededor ya que hay espacios vacíos, solo hay unos cuantos deambulando por allí o hablando en pequeños grupos. A unos cuantos pasos alejada, obtengo una vista de su trasero y pienso en la probabilidad de que tal vez sea lesbiana. Estaba empeñado a descubrirlo y vagamente recuerdo su nombre, está en mi clase y su nombre es Charlotte Evans. ― ¡Te espero en la fiesta esta noche!― exclamo y alzo mi voz ganándome un par de miradas. Sin embargo, ignoro todas y cada una de ellas. ¿En serio había dicho aquello? Se gira para mirarme de arriba a abajo como si fuera la mayor escoria del mundo y me enseña su dedo corazón, cuando lo hace, una sonrisa se dibuja en mi cara de forma inevitable y por último, suelto una risa. Salgo al exterior luego de que ella lo hace y es que no puedo apartar mi mirada de ella, mis ojos se cierran a causa de la enceguecedora luz del sol en cuanto pongo un pie afuera, hace calor y no puedo dejar de sonreír por aquella chica mientras pienso en que ojalá pueda verla en la fiesta. Sigo su trayectoria hasta que los portones de la universidad se cierran tras su salida y es cuando estoy decidido a decirle a Max que invite a su amiga, Charlotte siempre estaba de un lado para otro con una chica de cabello n***o pero no logro recordar su nombre aunque si que compartimos unas cuantas clases, Max debe saber su nombre. Cada estudiante de la universidad, desea mínimamente besar los labios de aquella rubia y nadie ha podido jamás conquistarla, ahora puedo entender el motivo, no era fácil interactuar con ella. Nadie sabe absolutamente nada de su vida con certeza, poder tenerla en tu cama mucho menos y creo que es un privilegio que nadie ha conseguido, así que estaba dispuesto a ser el primero. Ella es, se ve y luce diferente a todas las demás chicas, incluso nunca nadie la ha visto en pareja con alguien del sexo masculino. Los rumores de que probablemente sea lesbiana son cada vez más fuertes, pero nada confirmado y la única que puede confirmar aquello es nada más y nada menos que ella, me encargaría de averiguarlo, las esperanzas se mantienen allí intactas y espero que no lo sea porque eso quiere decir que no tenía las de ganar. Avanzo por el estacionamiento y alzo mi vista al cielo, el día está perfecto y puedo asegurar que la noche también lo estará porque no hay rastros de nubes en el cielo. Extraigo las llaves del coche del bolsillo trasero de mis vaqueros y luego abro las puertas traseras del coche para dejar caer los libros del próximo lunes, tengo trabajos por terminar y comenzar, así que tampoco podía darme el lujo de beber hasta la última gota de alcohol porque sé que no podré reponerme tan fácil de la resaca. Echo un vistazo a mi alrededor cuando cierro la puerta de atrás del coche y me doy cuenta que aún quedan algunos coches en el estacionamiento, hay algunos estudiantes platicando seguramente sobre los planes para esta noche y este fin de semana. Al frente, veo a Leila quien habla con una de sus amigas, si mal no recuerdo su nombre, se da cuenta que estoy mirándola y me sonríe, luego le devuelvo la sonrisa. Antes de entrar al coche, ella les dice algo a sus amigas y camina a mi dirección hasta llegar a mi lado. ― Hola, Aiden― me saluda y acorta la distancia para besar mi mejilla. Habíamos salido un par de veces pero ninguno buscaba algo más que sexo, llegamos a un acuerdo y ambos simplemente nos divertíamos. ― Hola, Leila. ¿Te veré esta noche? Ella me guiña un ojo y su mano aprieta mi brazo. ― ¿Qué pasa, me extrañas? Me encojo de hombros y me fijo en su cabello naranja.  ― Algo así. La paso bien cuando estoy contigo. Leila suelta una risa y asiente. ― Entonces allí me tendrás― dice con una pícara sonrisa y comienza a retroceder. Alzo las cejas. ― ¿En la fiesta o...dónde? Su sonrisa se ensancha y se encoge de hombros para darse la vuelta, luego me observa por encima de su hombro. ― Esta noche podemos averiguarlo― me guiña un ojo y vuelve con sus amigas. Niego la cabeza y abro la puerta del coche para adentrarme en él. Dejo el móvil en el asiento y luego enciendo la radio para poner en marcha el coche a la vez que abro la ventanilla, hace un calor sofocante dentro del coche y es debido a que ha estado a la intemperie en el sol durante toda la mañana. De fondo, me acompaña All fall Down de One Republic y suelto un suspiro a la vez que extiendo mi al estereo para subirle el volumen porque amo esa canción. Tarareo la canción rumbo a la salida, me despido de Diego, quien forma parte del personal de seguridad, cuando lo veo de pie a un lado del portón y este me sonríe a la vez que asiente a modo de saludo. Los inmensos portones se abren dejándome salir, la universidad queda algo alejada de la ciudad y a unos pocos metros de la universidad se encuentra la residencia de la fraternidad en donde también convivimos junto a algunos otros miembros de la fraternidad, para ser más preciso, la mayoría. Tomo mi móvil y me detengo al ver el fondo de pantalla, freno el coche y mi corazón late desbocado, me quedo viendo el fondo de pantalla que no es para nada parecido al mío y me quedo sin palabras, por supuesto, nuestros móviles eran iguales en todo sentido. La misma marca y el mismo color, debimos haberlos intercambiado cuando se cayeron nuestras cosas, pienso. Cierro los ojos y golpeo el volante con fuerza, oigo la música en el interior del coche.  Me quedo inmóvil y observo la pantalla otra vez como si eso fuera a cambiar el hecho de que no era mi teléfono el que estoy sosteniendo, contemplo la imagen; su sonrisa era el centro de atención en el móvil. Su cabello rubio en la imagen se ve ligeramente humedecido y abraza a un niño con las mismas características físicas que ella. Ambos son idénticos y me pregunto si es madre soltera por la similitud entre los dos, ¿es posible? Tengo que devolverlo de alguna forma, así que aprovecho que no tiene contraseña, lo que me resulta muy extraño y busco en sus contactos, veo nombres que desconozco, ni siquiera tiene agendado los nombres por “mamá” o “papá”  deslizo el dedo índice sobre la pantalla buscando desesperadamente mi nombre o alguno de mis amigos, pero como es de esperar, no tengo éxito. No me tiene agendado y tampoco me acuerdo de mí número ya que lo había cambiado apenas días antes, golpeo el volante y resoplo sin tener la menor idea de qué hacer. Intento recordar vagamente el número de mi móvil pero no recuerdo nada. ¡Qué inútil, Aiden! Luego de unos segundos intentando recrear algún modo de devolverle el móvil y así poder recuperar el mío, el móvil vibra repentinamente en mis manos. Y aunque sé que está mal, una tal mujer llamada Stella ha enviado el mensaje " Hija, necesito que pases a recoger a Sam, no podré ir a buscarlo. Aquí te dejo la dirección, nos vemos a la noche. " ¿Sam? Perfecto, me cago en el idiota de Josh.  Charlotte tiene que pasar a recoger a un tal Sam, ¿pero quién diablos es Sam?¿Puede ser el niño que aparece en la imagen de fondo de pantalla junto a ella? Stella es su madre porque le ha puesto “hija” en el mensaje, incluso ha adjuntado la dirección en la que se encuentra Sam, pongo la dirección en el gps del coche y me lleva a un colegio, al que casualmente asistía junto a mi hermano mayor cuando éramos pequeños. Pasada las tres de la tarde, llego al colegio, estaciono al coche del otro lado de la calle. Puedo ver una pequeña cabeza rubia llamativa entre muchos niños, saluda a su maestra con un beso en la mejilla y luego toma asiento en uno de los escalones de la entrada del colegio, algunos niños jugaban cerca de él y otros se iban del colegio junto a sus padres. Apago el motor del Audi y cojo una bocanada de aire para luego bajar, con nerviosismo limpio las palmas de mis manos sudorosas en mis vaqueros. ¿En qué momento llegué a esto? Ni siquiera debería estar allí. Me encamino hacia el niño, el cual aún ni se inmuta en ningún momento que me acerco hacia él. Al llegar a su lado, levanta su cabeza y me observa con aquellos ojos azules, idénticos a los de Charlotte, igual de llamativos que los de mi compañera y me observa con cierta desconfianza. Le sonrío aún algo nervioso y me pongo de cuclillas frente a él. Sam mira hacia su derecha, la maestra está allí hablando con unos padres y luego vuelve a entrar al colegio a la vez que los padres ingresan detrás de ella con una niña de coletas rubias que da saltos detrás de ellos. Vuelvo a mirarlo, esta vez sus ojos están sobre mí. ― Hola. Mi nombre es Aiden― lo saludo―. Tú eres Sam, ¿verdad? Asiente con sus ojos fijos en cada uno de mis movimientos. ― Tranquilo, soy amigo de Charlotte. ― ¿Charlie?― sus ojos parecen iluminarse cuando nombro a Charlotte y cuando me percato de que no le dice “mamá” confirmo que no es su hijo, sino su hermano probablemente.  Esbozo una sonrisa al ver que se ve más animado que minutos atrás y asiento. ― ¿Charlie es tu hermana? Sam vuelve a asentir con alegría. ― ¿A dónde está ella?― vuelve a preguntar y la busca a mi alrededor. ―Verás, hubo un pequeño accidente, Charlie se llevó mi teléfono y yo me llevé el de ella― siento miedo y es que parezco aquellos acosadores que intentan secuestrar niños aunque esto es realmente por una buena causa. El niño veo que ha heredado la misma desconfianza que Charlotte y se fija detrás de mí para intentar ver mi coche. Al ver que no hay rastro de su hermana, vuelve su vista a mi y niega con su cabeza, no está dispuesto a venir conmigo y con razón, soy un extraño. ― No puedo hablar con extraños― murmura Sam. Con impaciencia, opto por tomar asiento a su lado. En ningún momento deja de observarme y se corre un centímetro más allá de mí lado lo cual me causa gracia. ― Mira― saco el móvil de Charlotte y se lo enseño, Sam agranda sus ojos al ver que en realidad le digo la verdad―. ¿Vendrás conmigo? Prometo llevarte a casa. Vacila unos segundos y luego decide hablar―: No lo sé, Aiden. Charlie dice que no eres un extraño. Soy alguien con poca paciencia pero Sam no podía quedarse aquí solo. Trago saliva y le sonrío con amabilidad, soy alguien que no convive con niños y nunca lo hizo. Pero para todo hay una primera vez. — Bien. Mi nombre es Aiden— me presento. El niño esboza una tímida sonrisa y me tiende su mano, la cual es el triple de pequeña que la mía. — ¿Aceptas tomar un helado conmigo, Sam? Titubea un momento, pero luego se levanta y toma sin aviso previo mí mano. Sonrío y descubro cuán ingenuo puede ser un niño, lo que hice estuvo mal en su totalidad pero era por una buena causa y nadie podría reprochar. El niño, sube en el asiento del copiloto. Dejo su diminuta mochila de "Cars", sobre el asiento trasero y veo como sonríe con entusiasmo cuando el coche arranca. Con el helado sobre su mano, me indica en donde queda su casa. Para ser un niño de cuatro años, se sabe de memoria el recorrido a su hogar y se ve alguien muy astuto. Luego de unas cuantas cuadras, me detengo frente a una casa grande, está pintada de un color rosa viejo, y extensas ventanas de vidrio adornan su frente dándole un aspecto elegante. Rodeo el Audi, para luego abrirle la puerta al niño y entregarle su pequeña mochila. Sam me sonríe amistosamente y me toma la mano de vuelta, aquel gesto no me deja indiferente. Me detengo frente a la puerta blanca y toco el timbre, espero unos minutos para ver a Charlotte asomarse por la puerta. Sus ojos se agrandan y frunce el ceño con confusión, mira al niño y me lo arrebata tan rápido que no me da tiempo a procesar lo ocurrido. — ¿Qué haces aquí?— cuestiona con cierta molestia en su voz. — ¡Aiden me trajo y me compró un helado Charlie!— exclama con emoción su hermano menor. Veo que su hermana frunce el ceño y me observa con dureza. Entonces me preparo para lo peor.

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