Esperaba que íbamos a cenar en la tienda de Andrey, pero me equivoqué. Los hombres decidieron llevarnos a Uman. Mariyka me explicó que se trataba más por la comodidad. El invierno se aproximaba. Era evidente, incluso en las latitudes del sur ya hacía mucho frío por las noches. Andrey otro día nos avisaba que teníamos que prepararnos para el traslado a la ciudad para los meses del invierno. "Claro, los aristócratas están acostumbrados a las comodidades y el calor."- pensé. Mariyka con natural agilidad subió bien al caballo con su hermano y mi marido también me tendió la mano. Era lo peor de lo que esperaba. Estar junto a Iván encima de un caballo, que no era mi transporte preferido, digamos. No me sentía cómoda encima de este animal, aunque ahora estaba sentada delante. Yo a cada momento

