El Castillo Maldito

2006 Palabras
En un reino poco común, residía una bella muchacha con un nombre bastante particular. Emma era considerada una de las mujeres mas inteligentes que alguna vez habían vivido en ese aterrador pueblo. Ella era solo una florista de joven edad que había perdido todo en la vida y solo llevaba el peso de sus traumas en una mochila llena de cemento, condenada siempre a la peor de las torturas, los comentarios de la gente. Una hermosa divorciada de veintidós años que había sufrido un aborto espontáneo, vendiendo flores en un pueblo lleno de hombres casados que tienen la mera costumbre de meterles los cuernos a sus esposas con jovencitas que podrían ser sus hijas. Es increíble que en pleno siglo veintiuno, aun las mujeres sigan haciendo ese tipo de discriminaciones, pero... esto no es una historia de feminismo ni de discriminación, así que por ahora solo hay que voltear la pagina. Emma pasaba el día admirando la florada que crecía en su jardín, ella se sentía muy afortunada de que las flores crecieran con tanta belleza, sentía que mas nada podía faltarle en la vida, no solía quedarse siempre en el mismo lugar y amaba cambiar de ambiente cada tanto tiempo, por eso tenia una tienda de flores, sabia que era el empleo mas fácil de mover de un lado a otro y eso le daba muchos beneficios, no era una mujer despilfarradora de dinero así que todo estaría bien, siempre y cuando ahorrara lo necesario. Aunque esa es una de las historias, por otro lado tenemos a Robert, un joven humano víctima de un cruel engaño y encerrado en una maldición que arruino su vida. Todos saben sobre la maldición de la gran casona, la mansión donde solía vivir una familia que fue cruelmente castigada por una jovencita años atrás, la cual desde entonces se encuentra bajo la maldición de la Princesa. Todos saben de esa maldición y debido a eso, nadie se atreve a entrar en ese terrible lugar, muchos creen que una vez que entras, ya no podrás salir jamas. Se supone que una persona vive ahí bajo la influencia de la maldición, osea que no tiene permitido salir de la mansión, si lo hace muere automáticamente. Pero si tu logras que alguien quiera quedarse por cuenta propia en la casa, entonces la maldición se traspasa dejando en libertad al ser castigado. Robert era muy joven cuando se enamoro de esa niña, el solo vivía con su padre quien era panadero y su hermana Holly a quien amaba con el alma, pero tras conocer a la joven de la mansión, su vida cambio para siempre y quedo atrapado con algo que no le pertenecía, olvidando para siempre a su familia y metido en una farsa tan oscura como la neblina de una noche de verano. El agonizaba de dolor y solo deseaba que alguien viviera ahí y así el podría recuperar sus recuerdos y a esa familia que tanto ha hecho vacío en su corazón. Emma no creyó que su vida cambiaría, no hasta que le gastaron una broma súper cruel, haciendo que ella ignorante termine llevando un pedido de flores a la mansión. Al tocar la puerta, esta se abrió prácticamente sola y al entrar solo escucho la voz del gruñón dueño de ese lugar, quien gritaba y se enfurruñaba como un gatito pequeño, eso le causo gracia y río alegremente causando que el corazón de Robert se detuviera por unos milisegundos. —¿Quien ha perturbado mi descanso? —Su malhumor era notorio y su falta de simpatía. Emma observo detenidamente al hombre frente a ella, parecía humano pero...su piel, lucia blanca como la sabia de un árbol, su cabello era de un gris muy oscuro y esos ojos tenían el color de la sangre, sangre pura. El daba mucha impresión física, pero eso no le afecto en absoluto y el incomodo por la impertinente mirada de la visitante, decidió que era momento de romper ese incomodo ambiente.  Se acerco a ella y la escruto con una mirada seria, ella solo admiraba esos ojos que a pesar de ser aterradores, no dejaban de ser oscuros y precisos, como una nota musical, incluso la gota de agua mas hermosa, no era nada comparada con la belleza de los ojos de ese hombre tan extraño pero exótico a la vez. —Pregunte, ¿Quien ha perturbado mi descanso? —Volvió a repetir, está vez algo mas calmado pero sin abandonar el tono amenazante. —Soy Emma, un florista que tiene un pedido de entrega en este lugar—Intento sonar casual pero estaba encantada de estar ahí y no quería irse para nada. El penetro sus ojos y se pudo notar una pequeña sonrisa saliendo del muchacho al ver la falta de miedo de su visitante, ser temido a veces puede resultar algo tedioso. Luego de una larga discusión sobre las flores que nunca fueron pedidas realmente, cada uno se fue a su lecho, pero si creían que todo terminaba ahí, pues no. Días pasaron donde la muchacha llevaba antes de que se pusiera el sol, un ramo de flores a la mansión del chico de piel blanca, siempre con la misma excusa y se quedaba horas charlando con el y aunque nunca lo admitiera, Robert también estaba encantado de su hermosa visita. No fue hasta que llego la primavera, cinco meses después, que Emma noto lo que realmente estaba sintiendo por el y no fue hasta que tuvo el valor de exteriorizar sus sentimientos de una forma física, que noto que el realmente se sentía de la misma manera. "Como una bestia puede amar a tan bella flor" El no se sentía digno de ella y ella no se sentía lista para cargar con tantas mentiras, dolor y sufrimiento. Al principio todo estaba bien, ella dormía en la mansión más nunca expreso el querer vivir ahí, cosa que a Robert le alegraba. Si bien el deseaba ser libre, no le importaba estar toda la vida atado a ese lugar si eso le permitía convivir más tiempo con la mujer que se estaba ganando hasta su alma. El amor entre ellos comenzó a cambiar, se transformo en algo mucho más fuerte; PASION. Una pasión desenfrenada, el amor, el sexo, la pasión, el deseo tanto físico como mental y el sufrimiento de perderse el uno al otro los metió en un triste vaivén de emociones que poco a poco los sumió en un abismo sin marcha atrás. Emma se dio cuenta de lo que estaba pasando y fue ahí cuando supo que debía ponerle un alto a todo lo que estaba sintiendo, ella no quería quedarse en la mansión y ocupar el lugar de el pero tampoco quería que su amado muriera por no aceptarlo, supo que alejarse de el, sería la solución a todos estos duros y tristes problemas que estaban enfrentando. Esa misma noche tomó la decisión, sabia que era el momento, aunque doliera tenia que ir y hablarlo con el. Emma sabía que dolería en cuanto pudo apreciar los ojos tristes de quien amaba. Las sombras oscuras resplandecían en el aire nebruno, ella miraba a todos lados sin poder entender la crudeza de sus ojos blancos como el palpitar de una hoja de papel. Miedo, miedo, miedo, pensó ella mientras intentaba entender el brillo desolador que se escondía en esa blanca y penetrante mirada. El tenia miedo y ella lo sabia, a pesar de ser un monstruo tenia miedo. ¿Los monstruos pueden tener miedo? Claro que pueden, el mas fuerte y doloroso miedo, el miedo de ser diferente, el miedo de ser rechazados, el miedo de nunca encajar en ningún lado. Ese era su tipo de miedo. Miro a Robert por ultima vez y dejando caer varias lágrimas de su rostro, lo abrazo, un abrazo cálido y sincero, de corazón abierto. Robert suspiro, cuando Emma abandono su cuerpo y sin decir nada se fue limpiándose las lágrimas, el supo que no había marcha atrás. Se miro al espejo y pudo apreciar su entero cuerpo blanco y su cabello gris, sus ropas harapientas y las heridas en su piel con gotas de sangre blancas como la sabia. El sabia que era diferente a ella, el sabia que no podrían estar juntos, el sabia que todo acabaría para ellos, pero lo que no sabia es que dolería tanto. —¿Por qué no puedo estar con ella? —Gritó al cielo, una sombra gris se poso junto a el, era su padre muerto, el creador y dictador de todas sus pesadillas —No se puede escapar del destino, todos nacemos con uno por mas cruel que suene. Ella es una Bella y tu eres la Bestia que sin importar cuanto se esfuerce nunca estará a su lado, porque sus diferencias no les permiten amarse, porque ella merece ser normal y tu morirás solo como yo lo dicte para ti —Dijo la sombra con aire de superioridad y desden. El muchacho se escandalizo, y corrió en busca de su amada Emma, el no lo recordó en ese momento, el lo olvido por completo. La maldición dicta "Si sales de este castillo sin haber logrado que alguien se quede a vivir en el, morirás. Pero si logras que alguien quiera vivir en el, entonces tu maldición se le pasara a esa persona y seras libre" pero nadie quiere vivir en esa casa tan horrible y maquiavélica. El sabia a lo que se enfrentaba, grito con todas sus fuerzas el nombre de su amada. Ella se volteo, lo vio correr hacia ella y le rogo que se detuviese, el no le hizo caso y en cuanto cruzo el portón principal, se desplomo en el suelo. Emma llego hasta el y lo tomo entre sus brazos, no quería perderlo, ella sabia cuanto el sufría. —Sálvalo, haré lo que quieras —Grito ella al cielo, esperando que alguien salvara a su amado de las penumbras. La sombra volvió a aparecer y ella en lugar de asustarse solo le rogó clemencia. —Si lo salvo no podrán estar juntos, si lo salvo deberás ocupar su lugar en esta mansión y no volverás ni a casa ni a verlo a el —Susurro la sombra, luciendo mas aterradora que antes. La mente de Emma era un tumulto de emociones, pero ella sabia lo que queria. —Solo sálvelo En la mente de Emma solo estaba el, solo estaba lo que necesita y no era mas que verlo bien. Pensaba que estaría bien si todo quedaba ahí, pero no tenia idea que sus sentimientos eran todavía mas fuertes de lo que esperaba. En su mente creía que era lo correcto abandonar la casa, pero al final era exactamente lo mismo irse que quedarse, ella eligió irse y las consecuencias no era algo que Emma quisiera afrontar y el dolor era algo inevitable que iba a suceder. Ella prácticamente le rogó a una sombra que no conocía, le daba igual quien era, mientras salvara a su amado, poco importaba si era el mismo Satanás. La sombra obedeció el pedido de la jovencita y revivió al muchacho. Las puertas de la mansión se abrieron y la arrastraron dentro de la misma. El chico corrió y golpeo la puerta sin parar, pero una ráfaga de viento lo corrió de la mansión y el portón de hierro se cerro en un muro impenetrable. La sombra se acerco a la muchacha y tocando su cabeza dijo "Solo quien esta dispuesto a abandonar su alma por amor, es capaz de llamarse ser humano" La vida es mas de lo que esperamos y a veces podemos sentir que no es suficiente, puede que no sea suficiente. Pero la realidad es mas fuerte que eso y lo que nos hace realmente humanos es nuestra alma, un alma que se alimenta en base a nuestras vivencias normales. Quienes arriesgan hasta la ultima gota de su sangre para ver con bienestar a su ser amado, tiene derecho a autodenominarse humano y los demas no tienen ese derecho. FIN
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR