Frustrado
Connor se bajó del carruaje frustrado tirando de la tela de la corbata. Llevaba dos semanas en París y las reuniones a las que asistía eran un desastre. Había logrado tener una clara idea de cómo se estaba conformando la nueva nobleza francesa, el poder de los delegados y gente leal al directorio tal como deseaba su padre. Su actitud indiferente e indolente, le había ayudado mucho a escuchar a los hombres conversar cuando fingía dormirse por la borrachera.
También había seguido la charada de interactuar con las señoritas casaderas en los bailes o en la ópera. La verdad, ya se estaba cabreando de los excesivos y remilgados lame botas y las mujeres con perfumes tan fuertes que lo hacían querer vomitar ¿Qué tenían las francesas con los perfumes y los olores corporales mezclados? Estaba consciente de que la higiene en general no era bien vista por las casas y cortes europeas debido a la cultura, recursos o creencias. Tampoco ayudaba la migración en masa de plebeyos y burgueses a las ciudades aumentando el hacinamiento y transmisión de enfermedades. Él mismo reconocía que no era un adorador de los baños, pero darse un relajado baño antes de dormir después de cabalgar, entrenar o tener sexo era agradable.
Ethan siguió a Connor preocupado por su mal humor. Ya estaba atardeciendo por lo que debía ser próximo a la hora de la cena, pero no era bueno tener a un león enjaulado en una habitación.
- ¿Puedes explicarme qué te pasa? - le preguntó cuando lo vio desviarse del sendero a la entrada de la mansión hacia la parte trasera de la edificación bufando enojado.
- Esto ya apesta, literal. - dijo el príncipe deteniéndose de golpe casi logrando que su amigo chocara con él - Llevamos dos semanas, ya he recopilado información como padre quería, pero me niego a seguir viendo a mujeres. Me siento como comida...
- Pffft - se rio Ethan - Ahora sabes como se sienten las mujeres en la temporada social. Estar disponible en el mercado matrimonial no es fácil. Rose lo odió cada minuto.
- Tu hermana tiene el carácter de tu padre. Con suerte dejó que se acercara algún prospecto.
- Y por eso sigue soltera... - reconoció el escolta divertido - Tampoco ayuda el que haya entrenado conmigo desde niña.
- Padre siempre la miró como una posible compañera para mi. - Connor se rio - Ambos parecemos más hermanos que amantes. Además, no es de mi tipo, ya me regaña lo suficiente como si fuera mi madre, ni pensar cómo sería como esposa.
- Siempre ha tenido buenas intenciones hacia ti y desea que encuentres a la mujer correcta. - aclaró Ethan.
Connor entornó los ojos, frustrado.
- No empieces... - suplicó caminando hacia unos árboles alejados y se sentó en la hierba apoyando la espalda en el tronco mientras Ethan permanecía de pie a su lado - Mañana tengo una salida con la hija de un marqués. Esa será la última. Nos iremos en dos semanas.
- ¿Regresaremos a Londres?
- Si, le reportaré la información que tengo a mi hermano y a padre y esperaré la decisión para que me envíen de paseo a Alemania o Viena para terminar el recorrido de búsqueda de esposa que quieren. Además, no quiero estar en la temporada social en casa, por lo menos no toda. No quiero otras zorras poniendo trampas.
- ¿Vas a seguir con tu celibato? - preguntó su amigo divertido - Llevas dos semanas...
- Puedo hacerlo, soy un adulto. No un adolescente.
- Creo en ti, amigo... - le dijo con una sonrisa mirando hacia el cielo con tonalidades púrpuras y naranjas - Estaba preocupado por estar en una ciudad tan revuelta, pero todo ha transcurrido sin problemas.
- Eres el mejor escolta que podría tener, amigo. - le dijo Connor - Haz salvado mi trasero en varias ocasiones.
- Esperemos que todo siga igual... - le dijo para escuchar una voz alegre que los distrajo.
Las dos sirvientas con las que el príncipe había hablado a su llegada caminaban hacia un sector despejado de hierba entre las flores. Connor había sentido curiosidad por las jóvenes y le solicitó a Ethan observarlas de lejos, pero con la agenda apretada fuera de la embajada, no había podido cumplir con la solicitud en profundidad
- Zoe... - decía la mayor a la pequeña - Tenemos un poco de tiempo. Sigamos con las lecciones de idioma.
- Ah, no... - dijo la niña bajando la cabeza derrotada - Ayer fue historia...
- No debes dejar tus lecciones. - le decía su hermana - Papá no estaría contento...
La expresión de la niña se ensombreció de golpe haciendo reaccionar a su hermana con rapidez.
- Lo siento, lo siento. - le dijo abrazándola para consolarla - No quería que recordaras eso...
- Me hizo clases hasta el último día en que lo vi... Iba a mostrarme los grupos de estrellas... - dijo aferrándose a su hermana - Luego me llevaron a la celda separada... Ellos dijeron que ya no quería verme... Mamá tampoco, mi hermana y la tía...
- Eso no es cierto... - dijo la joven decidida - Si hubiese sido así no me habrían enviado la carta para ir a buscarte.
- Pero los arrestaron de nuevo... A todos...
- Pero tu saliste, te quedaste conmigo...
- Tenías 11... Tenías a Pierre
- Pffft - Amélie se rio - Vale, Pierre nos cuidó, pero lo hemos hecho bien desde que murió ¿O no? Encontramos a la tía Jean... - la oyó suspirar - ¿Extrañas el palacio?
- A veces a Madam de Rambaud, pero después de vivir contigo me divierto más.
Amélie se rio de buena gana.
- Me alegro de que así sea, cariño. Se que nos faltan muchas cosas que teníamos antes, pero estamos vivos.
- Gracias por cuidarme, hermana...
- Todo saldrá bien, cariño. Sigamos estudiando... Lo haré diferente para que no te aburras. - la niña asintió - Bien, juntas... Saludo a la casa Borbón...
Las jóvenes se inclinaron un una reverencia, Amélie de forma femenina y Zoe de forma masculina.
- ¡Bien! - la mayor aplaudió - Elogiemos sus recursos... Quiero escucharte... - Zoe habló en francés, elogiando el vino y los quesos del país - Otro, ¿Cómo saludas a la abuela? - Zoe hizo una reverencia al estilo de la casa austriaca y Amélie la imitó - Elogiemos sus recursos... - Zoe verbalizó en perfecto alemán sus felicitaciones por los cultivos y artistas - ¡Perfecto! Ahora saludemos al gobernante de Italia... - ambas hicieron sus reverencias - Felicitemos sus recursos... - Zoe felicitó en excelente italiano, los recursos y arte florentino.
Amélie sonrió.
- ¿A quién quieres saludar ahora? - le preguntó a su hermana.
- Inglaterra... La casa real, el príncipe nos enseñó la reverencia. - dijo la niña entusiasmada.
- Bien... Saludo... - le dijo y ambas hicieron la reverencia masculina y femenina - Elogiemos sus recursos...
Zoe expresó su aprecio por la industria y los nuevos inventos como el vapor o los trenes. Expresó su deseo de viajar en barco en perfecto inglés lo que hizo que Ethan y Connor se miraran entre sí. Ambos estaban de acuerdo sin hablar que no era común que dos simples sirvientas manejaran la etiqueta de varias casas reales europeas y a la vez manejaran el idioma e información geopolítica. Habían escuchado su dominio en cuatro idiomas.
Eso no era común.