Educación de Aristócratas
Un noble común dominaba a lo más uno a parte de la lengua materna y tal vez entendía dos, pero no cuatro. Ese era un requisito de las casas reales. El mismo había tenido tutores para aprender francés, alemán, español e italiano, pensó el príncipe ¿Qué escondían esas doncellas? Connor estaba cada vez más curioso e intrigado. Sus acciones y conductas cuando no eran vistas se relajaban mostrando una educación en etiqueta enseñada desde temprana edad. Cómo noble podía verlo y percibir detalles que a ojos de alguien que no hubiese vivido bajo ese estricto protocolo no habría notado.
- Voy a pedir a la tía Jean que le pregunte al secretario si nos puede dejar sacar un libro de la biblioteca.
- Uno de astronomía, constelaciones. - dijo la niña alegre.
- No soy buena en eso, cariño. - le dijo Amélie - Sólo les enseñaban a los hombres ¿Recuerdas? - vio su cara desanimada y se apresuró a hablar - Lo estudiaremos juntas ¿De acuerdo? Si recuerdas las lecciones de papá, nos ayudará.
- Sí, lo intentaré... - le dijo la niña más contenta.
- ¡Mel! ¡Zoe! - llamó Noel caminando hacia ellas - ¡Debemos ayudar con la cena!
Las jóvenes se volvieron hacia el joven quien les sonrió abrazando a la pequeña Zoe.
- Vayan con madre. - les dijo - Prepararé los baños de los invitados mientras ustedes terminan con los preparativos. El secretario dice que el carruaje ya llegó.
- ¿Puedo pedirle a la tía que hable con el secretario para que nos preste otro libro? - preguntó Amélie y Zoe asintió con la cabeza con vehemencia.
- No creo que haya problemas siempre y cuando vayan a buscarlo cuando no estén las visitas. El príncipe ha estado usando la biblioteca como estudio.
- Si me autorizan, iré esta noche... Mañana tengo día de descanso.
- Me quedaré con Zoe. - le dijo Noel con seguridad - Sé que no te gusta que te preguntemos, pero debes tener cuidado, prima. No pareces sirviente en lo absoluto.
- Eso es porque trabajamos en el palacio... - dijo la joven con rapidez.
- Mel... no preguntaré, pero no me mientas. Somos familia. La educación de ambas es de aristócrata. Se ve a simple vista. No sé qué pasó con el tío y su esposa, pero ni madre o yo somos tontos.
- Lo siento, Noel... No puedo... - le dijo bajando la cabeza.
- Aunque parecen nobles y yo un simple sirviente, seguimos siendo familia. Siempre las ayudaremos... Lo saben.
Zoe abrazó a su primo y este la alzó para cargarla en un brazo en tanto Amélie le dio un beso en la mejilla como gesto de agradecimiento.
- Gracias, primo... Por ser paciente. - le dijo con cariño.
- Vamos... Tenemos que trabajar, madame, mademoiselle... - les dijo con voz afectada como si le hablara a una noble.
- Guíanos... - le dijo Amélie ajustando la postura haciendo reír a Zoe quien abrazó el cuello de su hermana.
- ¡Cuidado, Zoe! - exclamó Noel - Nos harás caer...
Las jóvenes se rieron cuando el joven bajó a Zoe a la hierba y corrieron hacia la puerta de servicio.
- ¡Oye! Modales, señoritas ¡No se permite correr! ¡Hey!
- ¡Eres lento, primo! - le gritó la joven riendo y su risa resonó en el pecho de Connor quien se levantó sacudiendo sus pantalones de la hierba del césped.
- ¿Crees que...? - comenzó a decir Ethan
-Tuviste clases de sucesión ¿O no? Dime tú... - le dijo el joven con el ceño fruncido evitando mirar a su amigo.
- Tuve...pero no así...
- Yo sí. - le dijo apretando los puños en la tela de la chaqueta, molesto.
Esa mujer escondía algo y su curiosidad que era mayor al promedio, iba aumentando. No le gustaba saber algo a medias y menos en un terreno desconocido. Era como ir a cazar sin conocer el terreno. Su comparación lo sorprendió ¿Consideraba a esa sirviente una presa? Nunca se había acercado a una sirvienta; desde niño había aprendido a desconfiar de ellas, algunas eran tan serviles y obedientes que incluso, aceptaron cuando, a los trece años le pidió a una de ellas que le hiciera una mamada. No se negó, no se resistió. Eso le enseñó que, tal como lo hacían con él, podían hacerlo a cualquier noble que se los ordenara. Pero había algo en esa joven que le decía que no sería obediente, qué podría patearlo si era rudo o le hacía una propuesta demasiado directa.
Su lado depredador brilló en la superficie. Podría ser un juego divertido mientras estaba en la ciudad. Quebrar a la pequeña sirvienta y pasar un buen rato. Ya sabía que el sirviente llamado Noel no era su pareja, sino su primo y, por lo que podía observar, parecían hermanos más que amantes. Sonrió con los ojos encapuchados en tanto caminaba hacia la mansión. Iba a conseguir que esa sirvienta abriera las piernas para él voluntariamente y descubriría su secreto para poder controlarla y tenerla a su merced. Dos pájaros de un tiro.
Con ese pensamiento en mente, fue a su habitación.