Lizy.
El presente.
-¿Señorita Galli?
La niña de 5 años sentada frente a mí levanto la mano para hacerme una pregunta.
-¿Si Cara?
-¿Conoce a algún príncipe?
Su rostro lleno de emoción después de que termine mi lectura sobre blanca nieves en la biblioteca de la ciudad, debía tener muchas preguntas.
Me lleve un dedo a la barbilla fingiendo que pensaba, aunque sabía la respuesta.
-No, pero conozco un malvado villano.
Me miro con los ojos bien abiertos poniendo sus dos manitas en la boca con sorpresa.
-¿De verdad?
-Si, uno muy malo.
-¿Cómo era él?
Algo me pincho el estómago, asco supongo.
-Grande, con garras en lugar de manos, cuernos y dientes afilados, incluso sus ojos eran grises.
La niña no parecía asustada, sino que realmente estaba interesada en la historia.
-Suena bastante feo.- hizo un puchero que me derritió el corazón.
-Lo es, muy feo.
“Que gran puta mentira Lizy”
La verdad es que conocí a ambos, solo que era una sola persona, un villano disfrazado de príncipe.
-¿Está muerto?
Me levante de la silla observando a todos los niños marcharse con sus padres, sin embargo, Cara se quedaba conmigo al final, la llevaba a la cafetería con su madre que trabajaba dos turnos para poder pagar sus gastos de madre soltera, la pequeña me siguió hasta los estantes.
-No Cara, no esta muerto.
-¿Dónde está?
-No lo sé cariño, despareció, tal vez encontró una varita mágica que lo ayudo a esconderse.
-No te preocupes señorita Galli, un príncipe vendrá a rescatarte si el villano aparece de nuevo.
Sonreí ante su dulzura, acaricie su cabeza para encaminarnos a la cafetería, tome mi bolso de la silla en la que hasta hace un minuto estaba sentada y fui al mostrador a despedirme de la encargada de la biblioteca, luego salimos por la puerta, Cara saltaba y hablaba sobre las nubes, yo me concentraba en saber cuánto dinero ganaría esta semana y si debería dejar de leerle a los niños y conseguir otro empleo.
Después de pelear con mis padres sobre lo que debía estudiar y negarme a ser una maldita doctora con complejo de dios, decidí que lo mejor era salir de ahí o jamás me dejarían en paz, pero de hecho era mucho más difícil de lo que creí llegar a final de mes con tres empleos mal pagados era casi imposible.
“volverás arrastrándote a nosotros al final del mes, la vida no es fácil querida”
Recordé las palabras de mi padre ardiendo en mi cerebro.
A lo lejos la madre de Cara esperaba pacientemente en la puerta de la cafetería, cuando nos vio estiro los brazos para su hija y yo solté su mano, le dio vueltas en el aire luego la dejo libre para entrar al local, me saludo entonces.
-¡Hola! ¿Qué tal tu mañana?
-Bien, pero si me preparas un Caramel Macchiato seguro ira mejor.
-¿Extra caramelo?
-¿Tienes que preguntarlo?
-Anotado.
Entre en el lugar sentándome en la mesa junto a la ventana, desde aquí podía ver a la gente pasar, podía observar y leer, saque mi copia de persuasión y comencé a leer desde donde lo deje, no supe cuando llego mi café o en qué momento mi alarma comenzó a sonar.
“Mierda, voy a llegar tarde”
Me levanté casi tropezando con mis propios pies a toda prisa, me despedí con la mano de la madre de Cara y corrí en mis Dr Martens a mi turno en un restaurante elegante cerca del centro de la ciudad, las personas que venían aquí eran todas adineradas así que no entendía porque nos pagaban una mierda, lastimosamente todos los que trabajamos aquí nos quedábamos porque lo necesitábamos y podíamos comer gratis.
La gerente me miro de arriba abajo cuando entre por la puerta trasera.
-Llegas tarde.- sentencio señalándome con el dedo.
“Si, me di cuenta”
-Lo siento.
Caminé lo más rápido que pude a los vestidores para quitarme mi bonita ropa y reemplazarla por el uniforme que me hacia ver como una linda camarera.
Me peiné el cabello en un moño bajo escondiendo mi cabello azul porque aparentemente tener el cabello de colores no era una apariencia presentable cogí un bolígrafo y mi paquete de hojas para tomar ordenes, me puse manos a la obra inmediatamente, atendiendo mesa por mesa hasta que me dolieron los dedos y mis piernas se entumieron por permanecer de pie durante tanto tiempo.
Eso no impidió que continuara siendo explotada laboralmente.
-¡Lizy! ¿Puedes ayudarme con el tipo en la mesa 12? El gordo asqueroso de la 10 me tiro su copa de vino encima, necesito cambiarme.
Miré a mi compañera cuyo nombre siempre olvidaba y asentí porque parecía estar al borde del llanto.
-Voy enseguida.
Serpentee las mesas ocupadas, las voces de las personas hacían que me doliera la cabeza y quisiera irme de aquí corriendo, pero necesitaba este empleo.
Suspire, tome mis notas y mire directamente el bolígrafo sobre el papel.
-¿Está listo para ordenar?.- pregunte con el tono más amable que logre conseguir.
-Ha pasado un tiempo, pequeña princesa.- La voz ronca demasiado familiar se enterró en mi corazón como un cuchillo afilado.
Mis manos temblaron, toda mi piel se erizo, sentí una mano apretando mi cuello que no me dejaba respirar, las voces se callaron y mi corazón dio un vuelco, mis ojos se llenaron de lágrimas, pero me prohibí llorar, levanté la mirada encontrándome con el gris de sus ojos.
“La bestia volvió por mi”
Nada había cambiado en él a excepción de su manera de vestir, sustituyo la chaqueta de cuero por una camisa con gemelos dorados en los puños y los jeans gastados por Armani, su sonrisa seguía siendo arrogante y continuaba oliendo a peligro, pero esta vez no quería atraparlo, quería huir, correr tan lejos como pudiera.
Ya había aprendido mi lección.
-Kilian…- me sorprendió que mi voz se escuchara segura.
-Estoy listo para ordenar.- Fue una sentencia, nada de lo que él decía era en vano, todo tenía un significado oculto.
Él había vuelto, y Cara se había equivocado, ningún príncipe vendría a salvarme del horrible Villano.