The Killer.
Uno.
Dos.
Tres.
Cuatro…
Ahí está a tiempo como siempre, esta vez lleva el cabello azul.
Puedo contar las veces que la he visto cambiarse el color de cabello, mentiría si dijera que alguna de ellas no se ha grabado en mi cerebro, todas las imágenes van directamente a mi mente en la ducha cuando pienso en ella mientras me follo con la mano y pienso en lo maravilloso que sería envolver su bonita melena en mi puño.
Después de ese año de mierda, prometí deshacerme de la imagen de su cuerpo desnudo, yo era un hijo de puta, no un monstruo que abusaría de la cabeza confundida de Lizy, pero ahora era diferente.
Ella tenía la edad perfecta para pagar sus deudas del pasado.
-¿Señor?.- La voz de Colin me saca de mi ensoñación.
-¿Qué?
-Su primo quiere saber cuando puede traer la carga.
Me froto la cien con frustración, va a jodidamente matarme algún día.
-Esta noche, diles a todos que se preparen.
Continuo mi labor observándola, su falda de tablas roja baila en el aire, sus botas la convierten 5 centímetros mas alta y su sonrisa me golpea las tripas recordándome lo hermosa que es, ha terminado el libro de la última vez, parece que en esta ocasión es persuasión de Jane Austen.
-Vamos.- ordeno cuando me aseguro de que ordeno lo de siempre.
Una madalena de tocino, un Caramel Macchiato con extra caramelo en el vaso y dulces dentro de él, con mucha crema batida.
La SUV se pone en marcha, me acomodo la corbata y juego con mi anillo en mi dedo meñique, esta noche será difícil y verla un momento antes de que comience el trabajo me relaja, pero no es suficiente, todavía necesito el contacto físico o juro por dios que un día de estos me arrancaría la polla de un tirón.
“Y eso no sería agradable”
Colin conduce entre las calles hasta que llegamos al club, mis muchachos se alinean cuando me ven entrar, todos me miran mientras me siento frente a ellos, Willow está detrás de la barra preparando una especie de coctel, me rompe el corazón verla así, perdida, ida…
-Esta noche tenemos trabajo que hacer, una tonelada, ni mas ni menos.- saque el cuchillo de mi americana dándole vueltas entre mis dedos.
Todos me prestan atención, nadie dice nada, nadie se mueve a menos que lo diga, nadie desobedece.
-¿Entendido?
-¡Si, señor!
Asiento mientras me levanto, atravieso la pista de baile y las pequeñas habitaciones privadas llegando a Willow, me saluda con la mano.
-¿Cómo va todo Will?
Sus pulgares suben, me entrega la nueva bebida que esta tratando de hacer, la bebo.
-Sabe bien, todavía creo que te estafaron cuando pagaste ese curso de bebidas.- me burlo y recibo, un golpe en el brazo, ni una sola palabra y por supuesto ningún indicio de sonrisa, ella no sonríe desde ese día.
Me termino de un trago la bebida con un nudo en la garganta, le doy una ultima mirada y voy directamente a mi oficina.
Observo el sobre encima de mi escritorio, firmo la compra del nuevo edificio, veo mi nombre en el papel, saco mi móvil de mi americana, buscando el nombre de mi jodido mejor amigo.
-¿Killian?
-Callum, ha pasado un tiempo…
El silencio del otro lado del teléfono me dice que es lo último que quiere hacer es escucharme, verme o cualquier cosa que tenga que ver conmigo, vuelvo a jugar con mi anillo en mi meñique, hace años la cague, jugué mal mis cartas, esta vez… me aseguraría de terminar lo que empecé.
incluyéndola a ella.
Destruiría capa por capa a la pequeña princesa.