Querido Loren

Nunca resulta sencillo ver con tus propios ojos cuando alguien que te importa termina en una situación injusta, cuyo efecto es notar cuanto padece. Justo hoy que vuelvo a casa luego de arreglar mi situación con la universidad, me entero que mi hermano no puede más con ese incidente, yo le diría una maldición. Hace unas semanas fue demandado y lo peor por su propia esposa. No lo menciono porque sea mi hermano, pero no conozco a otro hombre que sea sincero, íntegro y tan buen padre como él. Tan trabajador y leal. Su esposa; Ashley lo abandonó, dejándolo con una niña de tres años. Y no bastando eso, dijo claramente que no le interesa que la niña la busque ni quiere saber nada sobre la custodia. Pero eso a mi criterio; aunque es normal en una mujer desalmada como Ashley, no me parece tan perjudicial porque Eva, mi pequeña sobrina, me tiene a mí y a su padre. Y ambos jamás permitiremos que ella se sienta sola o algo le falte. No sé qué cara ponerle a Leo. Nunca lo vi entristecerse, ni estar desanimado, pero justo ahora tiene en manos los documentos del citatorio final con una mirada lúgubre mientras sigue sentado en el sillón azulado de la sala de la casa donde crecimos, lugar en el cual vivo actualmente por mis estudios en arquitectura. Me senté a su lado, había una botella de vino a medio beber sobre el piso de madera. Apenas son las ocho de la mañana, Eva seguramente sigue durmiendo, de ahí que sea posible verlo con una botella de lo contrario usaría su mejor arma: fingir ante su hija que todo es perfecto y papá tiene todo bajo control. Se volvió a mí con expresión vacía y los ojos rojizos a causa segura de haber estado llorando por horas. Soy la única persona con quien se muestra tal cual. —¿Qué tal Loren? —Saludó fingiendo ánimo fuerte. Es una particularidad de él ser así, tratar de ser fuerte. —Bien, Leo. Bien sabía que lo conturbaba grandemente entender que Ashley había ganado el embargo, eso incluía la casa, el vehículo, los negocios que tenían ambos, algunas acciones en las que había invertido junto a ella. Ella fingió violencia doméstica y ciertos fraudes, asunto que bien sé que seguramente ocurrió al contrario. Mi hermano a pesar de ser muy grande y serio, es muy bondadoso y ella parecía ser una maestra en eso de manipular y fingir. No importando ser un hombre casado y responsable, Leo todavía al igual que yo sigue estudiando en la universidad, pero a diferencia de mí ya sólo le faltaba el cierre de pensum y la bendita tesis. Así que la situación con Ashley lo ha dejado en problemas muy serios. —Sabes, no puedo creer lo que Ashley hizo conmigo. Nunca he deseado algo malo para alguien, pero te juro que no puedo más, quisiera morirme o vengarme… Inclinó la mirada. Respiré hondo y pasé un brazo sobre sus hombros. —Me parece bien que lo digas, porque no es sano que te guardes las palabras que te hieren, algo puedes desahogarte, puedes decirme lo que quieras. Pero no comparto tu punto de vista. Tienes una hija, no puedes elegir ni un lado ni el otro. Se volvió a mí y vi sus ojos cubiertos de lágrimas. —Lo sé. La amé tanto, pero ya me di cuenta, no fui suficiente tampoco lo soy para mi hija… —¡No! Claro que lo eres. Sabes, no es tu culpa que esa… Esa perdida y aprovechada de tu exesposa sea una embustera y una… En fin. No deberías cargar con eso tú solo. Acepté hace unos días un nuevo empleo y te ayudaré con los gastos, tu hija será mi hija. Tragó saliva y desvió la mirada, completamente asombrado. —Pero, Loren… Tú estás becado, ¿cómo puedes… —Eso no es un asunto para discutirse. Soy tu familia y tú la mía. Ya podré continuar luego. Apenas voy empezando. Tú… Bueno, ya casi cierras, termínalo. Hazlo por los dos. Creí que seguiría oponiéndose es algo testarudo, pero para mi asombro, se lanzó a mí y me abrazó fuerte. Lo sostuve guardándome el sentimiento. Tenía que ser fuerte por los tres no podía llorar al menos no a sus ojos ni a su vista. Respiré hondo y le compartí sin dudar lo que se me pasaba por la cabeza. —Perdona que sea tan curioso, pero ojeé las hojas que dejaste ese día… Cuando te llegó la demanda. Y por eso acepté un nuevo empleo. Se apartó de mí. —Eres un metiche, pero el metiche más bondadoso que conozco. Sonreí. —Y tú el mejor ser humano y hermano que existe. Sonrió, limpiándose las lágrimas. —Me siento como un idiota. El hermano mayor llorando a moco tendido y su hermano menor encarando los… —¡Sh! ¡Sh! No más autocompasión. ¿Te parece? Iré contigo a la última parte de esa maldita audiencia. Justicia humana asquerosa, pero no te opongas a nada, que se lo lleve todo, ya la vida se encargará de ella. ¡Tú y yo podemos con esto! —Loren gracias, pero no tengo casa, y tengo una hija, deudas… —Lo sé. Venderemos esta casa es de los dos y nos mudaremos a otro lugar, ya sabes empezar de cero. Como tiene que ser, dejar toda la mierda atrás, es hora de halar la palanca del retrete. Sonrió débilmente, casi como conteniendo más lágrimas. —¿Y la beca? ¿Y de qué trabajaras? —Bueno, lo acepté hace unas semanas. Y tengo lo suficiente como para que no te preocupes por ahora. La condición es que no juzgues a un bartender o stripper nocturno. Esa son las pistas. —¡Maldita sea! Loren eres… —¿Qué te dije? —Pero… Loren… yo… —Yo, nada. Deja esa botella, date un baño, vístete. Yo me encargo de Eva. ¿Bien? Tienes una hora antes de la audiencia, usa tu mejor traje… ¿De acuerdo? —De acuerdo. Subió las gradas luego de que vertiera el contenido de la botella en el fregadero. Tomé la botella dejándola en la basura cuanto antes. De pronto mi teléfono sonó. —¿Qué tal mi amor? —Saludó mi jefa, su voz es sensual y profunda. Siempre tan tentadora y manipuladora. Bien, tendré que contarles quien es ella. Claire; mi jefa recién, es la mujer más bella que conozco, pero también la más cruel y desalmada. Todavía no proceso por qué sigo pensando que es perfecta cada vez que la miro si tuvo el suficiente valor para vender como un objeto uno de los momentos que tuvimos íntimamente. Lo nuestro sigue siendo complicado. Así que, en resumidas cuentas, sí le mentí a Leo. Es posible que deje mis estudios, mis compañeros, mi beca y todo cuanto sea necesario con la alegría y la finalidad de apoyarlos, pero no soy un bartender ni un stripper. Lo único que me importa a final de cuentas es que en esto no estén solos en este proceso de volver a empezar. Inhalé profundo antes de seguir la conversación con ella. —Claire, ¿qué quieres? —Contesté seriamente. —Verte. Hoy tienes que venir, no olvides que ya firmaste. Además, revalidar que el depósito a tu cuenta está hecho. ¿Entonces quieres vender esa casa? —Sí, quiero venderla. Te veo en un rato. Pero… ¿si entiendes que entre los dos ya no hay nada? —Tú no pondrás las reglas ahora, las pongo yo. Mejor date prisa y ven, tengo mucho que explicarte porque me interesa esa casa. Con base en la situación, ya la había puesto en venta en cierto espacio de los clasificados de bienes raíces. La propiedad fue una herencia de los tíos con quienes vivimos cuando éramos niños. Es muy antigua y grande. Con las deudas es mejor buscar una solución rápida, además sé con la venta nos alcanzará para poner al día a varios cobradores, también comprar en un lugar más alejando y tranquilo; una propiedad sencilla y estable para que Eva crezca feliz. —Espero que pagues lo justo. —Pedí. —Por supuesto, siempre y cuando te desvistas. Eres el mejor cuando te posee el deseo y la pasión, no importa si ocultas tu rostro. Tu cuerpo es mío. ¡Te espero! Tragué saliva, tensándome, ella cortó la llamada. Una vez más tendré un encuentro casual con alguien que no conozco para que me graben completamente en un momento muy personal. ¡Vaya! Unos meses atrás jamás me habría imaginado que estaría actuando, aunque al mismo tiempo el efecto no es tanto de actuar; jamás finjo una erección tampoco los besos menos la excitación. **** ¡Advertencia! Contiene: La crudeza del lenguaje, habrá humor n***o, escenas necesariamente eróticas, temas serios, cine para adultos, y creo que al final podrías encontrarte con un poco de violencia. Se necesita, ante todo mente abierta, buen sentido del humor. Te agradezco por quedarte. ¡Bienvenidos -Bienvenidas!