—Mi reina, este oso es muy especial, debemos cuidarlo mucho, es invaluable, aquí está todo mi tesoro guardado —me cuenta abrazando el oso y no entendía —Claro que guarda un gran tesoro, los recuerdos de tu hija no se despega de él ni para ir al baño, se me hace raro que te lo haya prestado —le contesté aun sabiendo que Natalia no se despegaba de su oso favorito —Ven, te voy a mostrar, pásame el teléfono —me acerqué con su teléfono, se lo di y busco unos archivos —mira la nariz el oso —me dice —¿ves como brilla? Eso es una pequeña cámara y aquí mira la pantalla, ¿qué ves? —me preguntó y la imagen era de nosotros dos en esa habitación. —¿desde cuándo? —le pregunté sin entender. —Desde siempre, mi princesita era una bebé, por medio de él la veía a dormir y me daba ánimo a seguir trabaja

