En las misteriosas y solitarias arenas del desierto, Aleksanteri aceptó quedarse a convivir con Augur y su hijo. Se mantuvieron en ese lugar durante varios días, en los cuales muy de temprano Augur lo instruía en diferentes conocimientos sobre ocultismo y esoterismo, y una que otra vez combatían con sus espadas amistosamente mientras su hijo se dedicaba a la alfarería y como cualquier otro comerciante las vendía. Había pasado entrenando hasta el anochecer. Aleksanteri ya conocía mucho al respecto de las estrellas, sus hombres, y a localizar las constelaciones por sus nombres árabes. Con el sudor en el cuerpo, Aleksanteri había ingresado al lugar donde se mantenía el fuego encendido, se preparó para forjar. Haría unos cambios en los signos de la espada que tenía el aegishjalmur, con las l

