¿Batalla perdida? Ryan conducía en silencio. Quería hablar, pero tenía miedo de hacerlo. Javiera miraba por la ventana y sonreía. ¿Sonreía? Con una sonrisa melancólica, digna de aquellos seres que no saben llorar y le responden a la tristeza de un modo diferente. El silencio se interrumpía por el sonido del motor. No había más autos en la calle. La oscuridad de la noche una vez más le daba la bienvenida.
El globo de esperanza de desinflaba poco a poco. El silencio de Javiera era su alfiler. Ryan no había esperado realmente que algo surgiese de aquella cena. Richard y Mcfly se lo habían advertido. Pero había que intentarlo, ¿no? Se repetiría eso durante el resto de la noche. Posiblemente durante el resto de su vida. Había que intentarlo, ¿verdad, Hernán? Él lo entendería. Tocar la puerta no era enterar. La había trancado escuchando como pasaban el seguro detrás
Entonces, Javiera habló.
⸻Mi padre me viola.
Silencio
Más silencio.
Ni una palabra más. Ni un gesto. Nada. Aún no. Todavía no. Primero hay que asimilarlo. Ambos deben hacerlo. El que lo dijo y el que lo escuchó. El silencio es el mejor ayudante para esto. Nada más. Silencio. Adiós al motor, a los ruidos de la noche. Adiós a todo. Silencio. Silencio absoluto. Silencio Sepulcral. Pero le acompaña una sonrisa. Una sonrisa mostrada por el emisor. Una sonrisa que golpea más que mil lágrimas. Es irónica, es triste, es patética. Un silencio férreo y una sonrisa torcida. Prólogo de las malas noticias. La posterior reacción obvia. Luego vienen el pánico, la indignación, el asco, la lástima. Todo eso que nos hace humanos en empatía. Pero lo primero es lo primero.
Javiera sonreía. Pero solo por fuera.
⸻Supongo que ahora me harás preguntas de cuándo y cómo inició ⸻negó despacio con la cabeza. Su voz era monótona, fría⸻. ¿Importa eso? ¿Si fue solo una vez es menos grave que si lo hizo cinco o veinte veces? Me preguntarás como me siento, como si no fuera obvio ⸻por sus ojos azules una lagrima nacía⸻. Me preguntarás si alguien más lo sabe. No es algo que se comente entre amigos, ¿no? Además, ni amigos tengo, así que imagínate quien podría saberlo ⸻la antes solitaria lagrima encontró pareja. Otra más llegaba a acompañarle, uniéndose en el sendero hacia los labios⸻. Me dirás que no debo sufrirlo, que puedo denunciar, que puedo recibir ayuda. Todo muy bonito. Muy muy bonito. También difícil y complicado. Más contra un Savelli. Aún más contra tu propio padre. Me dirás que es horrible, como si no lo supiera ya. Sentirás compasión, que en verdad es lástima. No te culpo por eso. Yo siento lastima por mí. ⸻la pareja de lágrimas se convirtió en familia, y tal era su estruendo que quebraron la voz, convirtiéndola en un sonido cortado como el eco de una tormenta⸻. También un poco de asco. ¿Sabes lo que es sentir asco de ti misma? No es algo que se olvide con bebida y una noche de navidad. Es cáncer. Es putrefacción. Luego me ofrecerás ayuda. No la quiero. No puedes ayudarme
Javiera parpadeo. Su sonrisa no menguó.
⸻Hernán también lo descubrió. Rick se lo dijo. Increíble. Un niño pequeño diciéndole a su hermano mayor que su hermana es violada en el cuarto de al lado. A Rick se lo dijo mi mamá. Ella lo sabe, por cierto, pero no hace nada. Hacerlo sería una vergüenza para la familia, porque todos, tarde o temprano, se enterarían. Dice que está con las manos atadas. Lo dice literalmente. Papá la encadena con las esposas siempre antes de venir a mi cuarto. Imagino que fue ella quien le dio la pistola a Rick. Debe de temer que mi padre vaya a por él. No creo que deba preocuparse. Mi padre solo me ve a mí. Incluso tiene un álbum con mis fotos en su cuarto; no sé si lo hayas visto. Él dice que me ama.
El auto disminuyó la marcha. Afuera comenzó a llover. Adentro ya llovía.
⸻Cuando Rick lo supo, se lo dijo a Hernán. A Hernán eso lo destruyó. A pesar de todo, el admiraba a mi padre, ¿sabes? Lo miraba como un hombre fuerte que ha logrado sobrevivir y salir adelante a pesar de su introspección. No imagino como habrá sido de fuerte para él descubrir lo que realmente era. Nadie lo creería. Gabriel Savelli, hombre callado, tranquilo, sometido a su mujer. La vida te da sorpresas, ¿eh? Un pedófilo, violador e incestuoso. Seguro que no dice eso en la placa de su despacho.
Javiera río secamente de su propio chiste.
Ryan no quería hablar. No quería escuchar.
⸻Así que ahora lo sabes ⸻la familia de lágrimas se esfumó. La voz rejuvenecida regresó⸻. Perdóname si no he estado muy dada a compartir que me violan en mi propio cuarto. Jamás lo hubiese dicho ni en un diario, pero viendo como está todo… Por eso Hernán quería enviar a Rick lejos. Yo estaba de acuerdo, pero no quería admitirlo. Mi mamá no soportaba la idea de quedarse en la casa solo con mi papá y conmigo. Es algo egoísta de su parte ⸻se encogió de hombros⸻. Entiéndela. Cuando estamos los tres solos, mi papá no me quita la vista de encima. Siento su deseo maldito sobre mis poros. Trato de no devolverle la mirada. Mi mamá… ella hace como si no ocurriese nada. Esas cadenas que mi padre le coloca son innecesarias. Ella me ha escuchado gritar, me ha escuchado llorar y nunca ha acudido. Ahora sé que nunca lo hará.
>>Hernán si intentó rescatarme y le dije lo mismo que a ti. Le dije que se alejara. Al ver que yo no cooperaba, quiso ayudar a Rick. Tal vez por ello terminó muerto. Sigo sin creerme que mis padres llegaran a eso. Incluso dudo que mi mamá enviara a esos hombres a asesinarte. No lo hicieron. Yo sé que no lo hicieron. Dante dijo que solo hay siete niveles en el infierno y ellos ya tienen el suyo. No se añadirán otro. Así que, Ryan, ya lo sabes. Ahora vete. Encuentra esos archivos y quémalos. Vete, por favor.
Cuando Ryan iba a responder, un faro iluminó el auto desde atrás. Era una motocicleta. Se acercaba a toda velocidad, conducida por un hombre con la cara escondida en un casco. Manejaba directo al carro y sostenía una pistola en la mano. Les estaba apuntando. Javiera soltó un gritó que fue ahogado por el sonido de las detonaciones del cristal trasero estallando. Ryan aceleró, pero el asesino era más rápido. Ya estaba a su lado y le apuntaba directo a la cara. Ryan piso el freno y el auto bajó la velocidad. Eso solo sirvió para que el motorizado se les colocara de frente y reventara a tiros el parabrisas. Ryan y Javiera se cubrieron. El vidrio los cortaba. La aceleración que llegó cuando Ryan piso el acelerador de nuevo, los hizo golpearse la cabeza. Javiera se arrodilló bajo la guantera y Ryan subió la mirada.
El motorizado se estaba acomodando a la derecha del auto y apuntaba a través de la ventana hacia Javiera. Él no dejaría que muriera otra Savelli. Embistió hacia la moto y la golpeó con fuerza. El motorizado perdió velocidad un instante, retomándola luego sin problemas, colocándose muy despacio de nuevo a un lado. En ese intervalo Ryan había sacado su pistola de la guantera y le disparaba por la ventana al perseguidor, sin tener esperanza de darle.
El asesino redujo la velocidad, maniobró detrás del vehículo y avanzó por la izquierda, por el asiento del conductor. Por la vía se aproximaba una curva cerrada a la derecha. Ryan bajó la velocidad para girar y el motorizado lo imitó. En pleno giro Ryan aceleró de golpe girando hacia la izquierda y embistió al hombre de lado con el parachoques del auto. El asesino respondió con unos disparos. Ryan bajó la cabeza, gritó y aceleró de fondo. Cerró los ojos. Escuchó el sonido de metal golpeándose contra el suelo y el de un cuerpo rodando por encima del techo, cayendo por detrás.
Lo había arrollado.
Sus manos no se querían despegar del volante. Su arma se le había caído sin apenas notarlo. Su corazón ya no era humano. Su sien palpitaba. Todo su cuerpo era un desenfreno sobrehumano. Abrió los ojos y vio una moto tirada en el suelo, y junto a él, una colina en ascenso. Sus sentidos trabajaban tres veces su velocidad. Cada ruido. Cada olor. Todo. El mundo estaba cargado el cien por ciento. Pero no estaba libre.
Salió del auto, temblando. Tenía cristales en la ropa y cortadas en la mejilla. Le salía sangre de la cabeza. Una contusión, seguro. Sintió ganas de vomitar. Miró a su alrededor y vio al hombre con casco tirado en el suelo. Javiera también salía del auto. Lucía despeinada y aterrada. Su vestido tenía agujeros de balas demasiado cerca de su cuerpo y parecía un milagro que ninguno le hubiese dado de frente. Miraba con horror al hombre en el suelo, como si este le siguiera apuntando. Tal vez le apuntaría en muchos sueños.
Ryan se acercó. Había recogido su arma y esta le temblaba en la mano mientras se acercaba a su perseguidor. ¿Sería el mismo hombre que estuvo a punto de matarlo en dos ocasiones? Debía serlo. Ahora le respondería algunas preguntas.
El hombre comenzó a despertarse. Era una hazaña considerando su condición. Se quitó el casco. Su cabello era n***o, su piel, citrina. Tenía una barbilla firme que le sangraba y unos ojos negros y profundos. No eran los mismos ojos del bosque. Este hombre era más muchacho que hombre. No debía pasar los veinte y dos años. Delgado, con orejas grandes y manos pequeñas. Se puso de rodillas tosiendo.
⸻¡No te muevas! ⸻le gritó Ryan.
⸻Yo… vengo… por… Javiera… ⸻dijo el joven aturdido.
Javiera abrió espeluznantemente los ojos.
⸻¿A matarla?
⸻A llevármela
El chico se empezó a poner de pie lentamente. Ryan le acercó el arma, acercándose por su espalda, pero al muchacho no parecía importarle. Miraba fijamente a Javiera, no de un modo amenazador sino suplicante.
⸻Debes venir, Javiera ⸻su voz era suave, llorosa.
⸻¿Quién eres? ⸻preguntó Ryan.
Nadie respondió.
⸻No puedes seguir huyendo. Te están buscando.
⸻¡Te pregunté quién eres! ⸻gritó, y lo golpeó en la nuca con la pistola. El joven perseguidor cayó al suelo.
⸻¡Javiera! ⸻gritó.
Ryan siguió apuntándolo. Por debajo de la nuca, un tatuaje de un reloj con las horas invertidas le llamó la atención. Las manecillas eran guadañas.
⸻Es un Kairo ⸻respondió Javiera con un hilo de voz. Se tapaba la boca con las manos y miraba al chico con terror. Si Ryan hubiese apostado, hubiera jurado que su miedo no era por el muchacho, sino por el algo más.
⸻Debes venir, Javiera. Sabes que debes hacerlo ⸻el joven se ponía de pie otra vez, ignorando a Ryan.
⸻¿De qué está hablando?
Javiera los miró a ambos sin decir palabra. Se quedó viendo al chico. Solo se veían sus ojos azules, oscuros por la noche. El resto de su cara estaba tapada por sus manos. Asintió sin cambiar de posición. El chico también asintió y se acercó a ella. Ryan lo detuvo encañonándolo. Con una rapidez que no esperaba, el chico giró golpeando con una patada la mano con la que Ryan sostenía el arma. Se le cayó y no pudo agacharse a recogerla, pues el impacto de una palma abierta le dio en la nariz y le hizo caer de espaldas, cubriéndose la cara.
Con sus ojos lagrimando y desde el suelo, observó como el chico se acercaba a su motocicleta, la levantaba y Javiera se subía en ella. Ambos estuvieron acomodados cuando Javiera le lanzó una última mirada a Ryan antes de que el chico encendiera la moto, la pusiera en marcha, y se perdieran en la penumbra de la autopista