Capítulo 2

1341 Palabras
Capítulo 2‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ Punto de vista de Adrián. Al principio no la reconocí. Después de todo, habían pasado casi doce años desde la última vez que la vi. No fue hasta que una chica la llamó por su nombre que se me ocurrió a quién me recordaba esta mujer pelirroja. Frente a mí estaba nada menos que Gabriella Montiel. ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ De niños éramos inseparables y lo hacíamos todo juntos. Ahora su familia odia a la mía, y en mí ve a su mayor enemigo. Cuando me miraba, en sus ojos azules no había más que puro desprecio. Probablemente vino a la empresa a solicitar estas prácticas para demostrar algo. Genial. Si quiere ser la marioneta de su padre y planear una venganza contra mí y mi familia, que así sea. Veremos quién sale victorioso en este juego. ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ Cuando llegué a mi oficina, llamé inmediatamente al departamento de Recursos humanos diciendo que quería entrevistarla en persona. A ver si estaba preparada para trabajar en esta empresa. Cuando se presentó, se notaba en su actitud que era como un volcán a punto de estallar. Genial. La pregunta es: ¿cuánto tiempo necesita para eso? Va a ser muy divertido, y hay quien dice que el trabajo de oficina es aburrido. ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ —¿Vas a quedarte pensando en vacas azules durante mucho tiempo o por fin vas a hacerme las preguntas? —Su tono enfadado me sacó de mis pensamientos. ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ —¿Nadie te advirtió que sermonear a tu jefe no augura nada bueno? ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ —Todavía no eres mi jefe, y no tengo toda la eternidad. Diablos, yo tampoco. Debido a esta conversación, hice que mi secretaria pospusiera una reunión con uno de mis inversores. —En ese caso, cuéntame algo sobre ti. No sé muy bien qué preguntas tienen que responder los candidatos a estas prácticas, porque hasta ahora he tenido cosas más importantes que hacer que ocuparme de semejantes gilipolleces, pero una oportunidad así no podía dejarla pasar. Tampoco era una opción llamar para que me dieran una lista de preguntas, porque pensarían que soy idiota, y no le daré esa satisfacción. Supongo que se dio cuenta de que me estaba inventando preguntas, porque una sonrisa irónica se dibujó en sus labios. Joder. Ya era guapa de pequeña, claro que entonces no le presté atención, pero ahora se había convertido en una auténtica belleza. —Pues me llamo Gabriella, tengo 24 años, actualmente tengo tres mejores amigos que también se presentan a estas prácticas. Tuve otro amigo de pequeño que claramente ha crecido y se ha vuelto un completo idiota. Encima, es la primera vez que hace una entrevista y pregunta a ciegas. —¿Qué me importan tus amigos? Me refería a la experiencia laboral. —Está todo en mi expediente, que seguramente no sacaste de Recursos Humanos porque querías entrevistarme personalmente para enaltecerte. Entonces me di cuenta de que tenía un papel en el expediente. —Y, sin embargo, trajiste algo contigo. Le quité el papel antes de que tuviera tiempo de protestar, pero de poco sirvió, ya que sólo contenía datos básicos de contacto en forma de correo electrónico, número de teléfono y dirección. Por lo tanto, volvía a estar como al principio. —Genial. En ese caso, dime cuáles son tus defectos. —Soy testaruda, meticulosa… —Demasiado emocional. Me sobresalté y, por la expresión de su cara, concluí que había tocado un punto sensible. —¿Qué se supone que significa eso? Si tuviera láseres en los ojos como Superman, yo parecería un queso suizo. —Mezclas emociones con trabajo. Tu aversión hacia mí es tan evidente que se puede sentir en todas las plantas de este edificio. —Porque, a diferencia tuya y de toda tu familia, yo soy honesta y no oculto nada. Oh, estaba esperando que saliera este tema. —Estás solicitando unas prácticas en esta empresa y te están entrevistando, pero actúas como si prefirieras someterme a la peor de las torturas antes que estar aquí sentada. —No exageres, no te torturaría. —Oh, por favor, gracias por esa muestra de amabilidad por tu parte. —Es con todo el gusto. — Dijo llena de sarcasmo. — Aunque bueno, al menos no lo haría personalmente, habría hecho que alguien lo hiciera, así no tendría que mirarte. Vale. Demasiado pronto decidí que había alguna pequeña muestra de amabilidad escondida en ella. —Estupendo. Ahora que nos hemos quitado de encima las palabras sinceras, puedo agradecerte con confianza tu tiempo. Esto la pilló ligeramente desprevenida. Se notaba que estaba preparada para contraatacar. —¿Así que no voy a conseguir esta pasantía? Excelente. Al menos no tendré que vigilarte hasta que recupere mis acciones. Oh, ya lo había olvidado. Pero si ella seguía con esa actitud, definitivamente nunca lograría tener la capacidad para dirigir. —Prepárate, porque entonces mi voto significará algo. —Posiblemente. Pero hasta entonces, tu opinión no significa nada en esta empresa. Así que mi secretaria te acompañará a la puerta. Pulsé el botón y llamé a la secretaria a mi despacho. Gabriella se quedó un momento como amurallada, no sé si de asombro o de rabia. Más bien de lo segundo, porque al cabo de un momento recuperó la voz. —No te preocupes, conozco la salida. Y con esas palabras, golpeó la puerta de mi despacho con tal ímpetu que el cristal se resquebrajó y quedó una enorme grieta justo en medio. Mi aterrorizada secretaria tardó un momento en abrir con cuidado la puerta dañada. —¿Me has llamado? —Sí. Por favor, consígueme una nueva puerta de oficina. Preferiblemente que el cristal sea a prueba de balas. No sé cómo, pero tengo la sensación de que haré que la señorita Montiel se enfade mucho en el futuro. Lucrecia se limitó a asentir y se alejó, supongo que seguía en estado de shock, no era la única después de todo.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR