PREFACIO

956 Palabras
Observo la imagen que me devuelve el espejo curiosidad y un poco de tristeza, bajo esté vestido innecesariamente ostentoso hay una niña acurrucada entre sus sueños rotos, llorando y recordando que no hace mucho tiempo, adoraba cumplir años y celebrarlo con toda la pomposidad que se pudiera. Bajo metros y metros de está tela roja se esconden deseos que no llegaron a ser realidad por el deber de pertenecer, justo ahí, entra la seda y mi anatomía, guardo celosamente aquellos anhelos que son delirio para quienes las apariencias lo son todo y el querer nada. -Hombros rectos, mirada al frente y sonrisa perfecta- Quitó los ojos de mi cuerpo y los tuerzo hacía la mujer que me llevo nueve meses en su vientre solo para llegar a esté momento y entregarme como la mercancía que significaba para ella y para todos, aunque debo admitir que en el camino pudo engañarme y actuar como todo una madre abnegada. -Hoy no puedes arruinarlo Greta, es importante para todos- No es importante para todos, es importante para ellos, y abro la boca para decírselo, pero gastar energías en ella no es algo que necesite ahora mismo, por lo que sonrío y asiento recibiendo la mano que me tiende, sintiendo como quema mi piel y borra las sonrisas del pasado para darle paso a los dolores del futuro. El n***o de su vestuario contrasta casi a la perfección con el rojo del mío y recorremos el enorme pasillo desde mi habitación hacía el gran salón a paso lento, como madre e hija, creando expectativas en la multitud que espera por mí y, cuando finalmente llegamos a las escaleras por las que antes bajaba cual princesa, una lagrima traicionera se me escapa disfrazada de felicidad. Las luces me señalan y los aplausos resuenan molestos en mis oídos, algunos me miran con lastima, otros con adoración y unos pocos como si fuera el último ejemplar de alguna especie en extinción. -¡Con ustedes, Greta Lombardi!- Mi madre me suelta la mano cuando mi nombre resuena por el altavoz y, aunque hace segundos su tacto me quemaba, el vacío que me deja lastima mucho más, tanto que casi quiero gritarle que no me deje, ni ahora ni nunca; pero me recompongo y aparto la idea de inmediato comprendiendo, peldaño a peldaño, que he perdido mi escudo contra las balas, la espada con la que peleaba aquellas guerras imaginarias cuando era niña, mi sostén. La miro una última vez y me esquiva, por lo que despejo la mente de cualquier sentimiento y sigo bajando con delicadeza y soltura, deseando que cada segundo se alargue hasta la eternidad, sufriendo por el inminente final que tendrá mi historia... a pesar de que algunos lo llamen comienzo. Sonrío tanto que me duelen las mejillas y no dejo de hacerlo hasta llegar al último escalón, donde la mano de mi padre se posa sobre la mía resquebrajando un poco mi seguridad. -Llego el día, felices dieciocho Principessa- Su abrazo me encierra, me ahoga y me advierte, ya no es más el héroe de mis cuentos de hadas... ahora le toca hacer las veces de villano en mi patética realidad. Avanza con sus aires de grandeza y la marea de gente se abre como si fuera el Moisés que libera al pueblo de la esclavitud y no el verdugo que los esclaviza. Camino con él, aunque nunca a su costado , y me permito observar como todos casi parecen personas normales a pesar de que, hay solo trajes de etiqueta, bolsos de diseñador, mucha vulgaridad disfrazada de puro lujo y brillos en exceso y unos cuantos que desentonan totalmente... relleno necesario según el hombre que los comanda. -¡Greta, increíble como siempre!- ¡Y tú tan desagradable como de costumbre! -Mattia, un placer verte- Escupo su nombre con asco y la multitud se agolpa puesto que el camino ha llegado a su fin, las puertas de la prisión se abren para mi, ya todo termino y el contrato que hace días redactamos se sella definitivamente cuando el hombre cuyo deber es protegerme me empuja hacía el imbécil que, arrodillado, nos condena. -La mía regina, llevo tanto tiempo imaginando esté momento que me parece irreal poder vivirlo al fin...- ¡Qué extraño! No parecías haberme imaginado a mi en este lugar mientras te follabas a mi hermana. -Estos años de agónica espera me han servido para aprender a valorar mucho más las cosas y prepararme como es debido para ser el esposo que te mereces- ¡Ja! No creo haberle pedido un modelito usado a Santa Claus en ninguna de mis cartas. -Greta Lombardi ¿Aceptas caminar conmigo por el resto de nuestros días?- El silencio que nos envuelve me permite oír los suspiros soñadores de unas pocas idiotas que todavía creen en la magia del amor y alguna que otra queja, pero lo que realmente llama mi atención y detiene mi respuesta preparada y obligada es el eco de unos pasos atravesando el enorme salón. -Mattia Greco, no creí tener vida para verte arrodillado frente a una mujer... vestida- La voz gruesa y rasposa, con un acento que conozco a la perfección llega hasta mí y el corazón se me acelera. -No recuerdo haberte puesto en la lista de invitados especiales Yaroslav ¿Cómo entraste?- Mi padre mantiene la calma para el afuera, pero soy capaz de ver la furia consumiendo sus pupilas. -Giovanni, tantos años y todavía no comprendes cómo funciona esto, me sorprendes- Mattia despega su rodilla del suelo y se abalanza hacía el tal Yaroslav, haciéndome girar en el proceso y, si me preguntan... ese fue mi verdadero comienzo, cuando sus ojos azules me atravesaron, la primera vez que me sentí atrapada por él.
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