03. La propuesta

1099 Palabras
Capítulo tres. Lea Díaz. Trato de jugar con mis manos pero simplemente se resbalan por el sudor. Doy una gran bocanada de aire y entro, lo primero que veo es una elegante recepción en la que se encuentra una recepcionista con una dulce sonrisa que llena el ambiente de una energía agradable. —Buenos días— me acerco a ella. —Buenos días, señorita, ¿En qué puedo servirle?— exclama gentilmente. —Este... el señor, el dueño de esta empresa me está esperando— ojalá y me crea porque ni siquiera me sé el nombre de aquel señor atemorizante, solo sé que por alguna extraña razón lo llamo "Guapodioso". —Disculpe, señorita...— deja la frase a mitad con la intención de que le diga mi nombre. —Lea Diaz— la recepcionista sonríe. —Mmm... Lea... soy Laura, mucho gusto— extiendo mi mano y le doy un apretón de manos. —Señorita Lea, discúlpeme pero, ¿Cómo sé que mi jefe la está esperando, si ni siquiera se sabe su nombre?— ¡Diablos!. —Es que él fue a la universidad de Contaduría pública y Administración empresarial, y me dijo que viniera para que hablara con él. —Ahhhhh... entiendo, usted es la elegida de este año, felicidades, señorita— ¿De qué diantre habla?. —Gracias— ni sé qué estoy agradeciendo. —De nada. Sube al piso veintisiete, ahí se encuentra el señor Gil— Con que señor Gil.... Apellido de rico, debí esperármelo. Presiono el botón del piso veintisiete y el ascensor empieza a ascender mientras miles de preguntas se formulan en mi mente. ¿Qué querrá?. ¿De qué hablaba Laura?. ¿Por qué estoy aquí?. ¿Estoy cometiendo un error?. Escucho el timbre del ascensor que me indica que ya estoy en el piso veintisiete, al comienzo siento un poco de temor, estoy caminando hacia un hombre que no conozco y que no sé cuáles sean sus intenciones para con mi persona. Armándome de valor, salgo del ascensor, veo muchas ventanas altas y un pasillo donde se encuentran solo tres puertas. Parece una jaula de vidrio. Desde aquí se puede ver toda la ciudad, los autos transitando y las personas caminando, algunos caminan rápidos como si estuviesen tarde, mientras otros caminan viendo todo el panorama con asombro. Así estuviese yo, sino tuviese tanto miedo. No sé si podré superar ese miedo de transitar en las calles, y ese miedo siempre me recuerda que a pesar de todas las terapias psicológicas, nunca podré superar lo que pasó. Aparto la mirada de la ciudad y camino hacia el pasillo, hay dos puertas de cada lado y una puerta al fondo, decido tocar la puerta que está en el fondo del pasillo, en caso de que Guapodioso solo tenga su oficina en el último piso y que este piso sea reservado solo para él, entonces creo que elegiría la puerta del fondo. Toco la puerta y escucho un "Adelante" de una voz varonil y un poco ronca. —Buenas tardes, soy Lea Díaz, vine porque usted me dijo que viniera— okey, Lea, viniste porque él te dijo que viniera, ¡Eso es excelente!. Soy una idiota, tengo ganas de cachetearme a mí misma, siempre cometo un error, ¡Siempre!, ¡Demonios!. —¡Señorita!— la fuerte voz varonil me saca de mis pensamientos. —¿Si?. —¿Puede hacerme el favor de tomar asiento?. —Si, claro— me siento en unos de los sillones que están frente al elegante escritorio de cristal sobre el que se encuentran las manos entrelazadas del Guapodioso. —Señorita, cada año junto con el director y el subdirector, escojo a el estudiante que más se esforzó durante todo un año de fuertes pruebas que, cuando superan, ayudan a alcanzar el éxito. —Esta empresa es una de las mejores importadoras de productos estéticos, como todo tipo de maquillaje, también suple a algunas maracas reconocidas de ropa, y también brindamos las mejores cremas para la piel— continua hablando. —Y bueno...— digo para que continúe explicándome. —El año anterior fue elegido un estudiante de contaduría pública y este año fue escogida una estudiante de administración empresarial— después de hacer una pequeña pausa, este vuelve a hablar: —Usted fue la estudiante que elegí para darle una oportunidad de trabajo en mi empresa. En sus caras hormonas adolescentes que casi me embarazan. —Muchas gracias por la oportunidad, señor, ¿Cuándo empiezo a trabajar?— exclamo tratando de ocultar mi entusiasmo. —Primero quiero enseñarte la empresa, cómo funciona y también las reglas, después de que conozcas todo perfectamente, entonces le daré veinticuatro horas para que lo piense— sé la repuesta, necesito el trabajo, pero... esas veinticuatro horas me pueden ayudar a organizar mi vida ahora que tengo trabajo. —Estoy de acuerdo, señor Gil. —Bien— exclama. —Entonces regrese mañana para poder mostrarle todo con más profundidad y calma. —Tenga por seguro que regresaré mañana, señor— después de un asentimiento, salgo de aquella oficina repitiendo la escena de William Smith en "En busca de la felicidad". Me subo en el ascensor y justamente escucho el tono de llamada de mi celular, lo saco de mi mochila y veo quién me está llamando. Llamada de: Número desconocido. ¿Quién será?. Decido contestar, y rápidamente desconozco quién me habla. —Hola, profesor, ¿Cómo está?— es raro que el profesor el cual creo que me odia, me llame. —Este... hola, otra vez— una carcajada sale de mi boca. ¿Por qué está tan nervioso?. —Hola...— esto es muy incómodo. —Quería agradecerte lo que hiciste por mí, le pedí tu número a Casandra para llamarte— no, se lo vas a pedir para verlo y quedarte fijamente contando cada número que compone mi número telefónico. —No es nada, espero que esté mejor. —Si, lo estoy— hace silencio por unos segundos. —¡Lea!. —¿Si?. —Ah, sigues ahí, es que... quería in-n-invitarte a ¿Cenar?— ok... ¿What?. —Ahhh— Di algo, Lea. —Si— tengo ganas de cachetearme a mí misma. —Gracias por aceptar, mañana cuando estés en la universidad te voy a decir todo para que quedemos, ¿Si?. —Perfecto— exclamo. —Adiós— me despido lo más rápido posible. —Adiós, que tenga feliz día, y que duermas bien. —Igualmente— cuelgo la llamada. Okey... eso fue muy raro. ¿Qué diablos fue eso?.
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