O2. Guapodioso

1418 Palabras
Capítulo dos. Lea Díaz. Temerosa, camino hacia aquel hombre frío que solo me dedica una mirada neutra. —¿S-S-Si?— es lo único que logro articular en ese momento. —Veo que es usted tímida, espero que sea solo porque me acaba de conocer, sería una pena que con tanto conocimientos, sea tímida en los negocios ¿No?— ¡Es un insensible!. Es el dueño de la universidad, viene hasta aquí, dice un discurso barato, y simplemente me menciona, ¿Cómo diablos quiere que esté?. —No se preocupe, le aseguro que cuando me propongo algo, lo logro, y así soy en todo el ámbito de desarrollar los conocimientos de mi carrera— mis palabras muestran firmeza absoluta, y mi mirada es la más neutra que he podido dedicar en mi vida. —Ya veo...— sonríe, mientras me mira a los ojos. Después de unos segundos siento que lo está haciendo a propósito, por lo que no desvío la mirada, no quiero que piense que no puedo soportar su contacto visual. —¿En que puedo servirle?— le pregunto con un tono cortés, pero neutro. —Necesito que venga a mi oficina, por favor. —Si, claro— mientras el profesor se queda en el aula para iniciar la clase, yo sigo al director, al subdirector y al dueño de todo esto. Escucho un sonido agudo que parece ser el tono de llamada de un celular. —Mmmm... disculpen, mi esposa me está llamando— por fin escucho la voz del subdirector, el cual se aleja de nosotros y se va por el otro lado del pasillo. —Señorita, me puede hacer el favor de pasar— dice palabras educadamente frías. —Ehhh... si— entro a la enorme oficina, y me quedo parada al lado de la silla donde está sentado el director y frente al escritorio del Guapodioso. ¿Guapodioso...?. —Señorita, Díaz, esta universidad tiene cuatros años de fundación— empieza a decir el director. *** —Y bueno... ¿Cuándo tengo que ir a su empresa?— le pregunto. —¿Puede ser hoy mismo? No soy una persona que le guste hacer la cosas al ultimo momento— asiento y el sonríe de lado. —Perfecto, aquí está la dirección de la empresa y también la hora en la que debe ir— tomo el papel que me está pasando, y sonrío. —Gracias, entonces... hasta pronto— le doy un apretón de manos, y salgo lo más rápido que puedo de esa oficina, con el corazón lleno de alegría. Mientras camino por el pasillo, me encuentro con el profesor Gutiérrez, así que decido pedirle una disculpa por haberme perdido su clase de hoy. —Profesor Gutiérrez, necesito decirle algo— este para su caminar, y se voltea. —¿Si?— dice en su habitual tono de molestia. —Es que le quiero pedir excusa por haber faltado a la cla— me interrumpe. —Esta no es una escuela, esta es una universidad. Aquí no se aceptan las excusas, de hecho, en la vida no se aceptan las excusas porque no sirven para nada. —Lo sé, pero yo— me vuelve a interrumpir. —Señorita, sé el asunto por el cual no pudo asistir a mi clase, no se preocupe, hablemos luego— sus palabras pueden ser tranquilizantes, pero su tono no. Empieza a caminar y yo lo sigo, al llegar a la escalera dejo de seguirlo, puesto a que veo que estas están un poco mojadas, como si estuviesen limpiándolas. Sin nada más que hacer, decido devolverme y emprender el camino que tenía pensado antes de toparme con el maestro, pero escucho un estruendoso sonido. Preocupada, me volteo y camino hacia las escaleras, dándome cuenta de que el profesor está tirado en el suelo. Se cayó.... ¡Lea, no te rías!. Sin poder evitarlo, una fuerte carcajada sale de mi boca, se me hace imposible ver a alguien caerse y no reírme. Dejo de reírme cuando empiezo a escuchar quejidos provenientes del profesor, lentamente empiezo a bajar las escaleras, no quiero caerme al igual que él. —¿Se siente bien?— pregunto un poco preocupada. Claro que si, ¿No ves?. —Mi brazo— suelta otro quejido de dolor. —No se preocupe, profesor, pediré ayuda, no se mueva— este asiente. —¡Ayuda!— grito una y otra vez hasta que veo al director venir hacia nosotros. *** —Llame una ambulancia, lo mejor sería que unos paramédicos lo levantaran, si nosotros lo hacemos, podríamos fracturarle algún otro hueso, puede ser peligroso, llame al novecientos once— me pide el director. —No puedo, mi celular está en mi mochila, y mi mochila se quedó en el aula cuando usted y los demás señores me llamaron. —En mi bolsillo, ¡Ay!— su respiración es un poco forzada. —En mi bolsillo derecho está mi celular— cuidadosamente y con miedo de lastimarlo, saco el celular y llamo de emergencia al novecientos once. —Aló, novecientos once, necesito que vengan a ayudar a un hombre que se ha caído en las escaleras, le duele mucho el brazo y no quisimos levantarlo por miedo a que le podamos hacer daño o lastimar algún otro hueso. —Entiendo, señorita, ¿Dónde se encuentran?— me pregunta la señorita que está al otro lado de la pantalla. —En la universidad C&A— ahora es donde me arrepiento de no saber dar direcciones. —Entiendo, señorita, iremos lo más pronto posible— cuelga la llamada. —Dijeron que vienen pronto— les aviso al profesor y a el director. —Lea, lo mejor es que te vayas, tienes más clases, yo me quedaré con el profesor, no te preocupes— exclama el director. —Si, vete— dice el profesor. —Gracias por ayudarme. —Mmmm... está bien, cualquier cosa que necesite, por favor, llámeme— este asiente a medias y yo empiezo a subir las escaleras para ir a mi siguiente clase. Ojalá que mi mochila todavía se encuentre en ese pupitre. Lo dudo mucho. Eres demasiado pesimista. Soy tu otra cara. Veo hacia todos lados en busca de mi apreciada mochila Gucci, nah... la compré en la pulga. Algún día progresaré, podré ayudar a mi hermana a estudiar leyes y también nos compraremos una casa, y tendremos muchas carreteras Gucci. En tus sueños tus sueños. No, son mis metas porque estoy haciendo todo lo posible para cumplirlas, no espero la noche para imaginarme cómo sería mi vida si todo eso se cumpliera, yo voy hacia ello, no me quedo sentada esperando a que todo se cumpla mágicamente. La felicidad inunda mi alma cuando veo aquella mochila rosada donde está mi celular, mis documentos, mis útiles, okey no, no me voy a quedar pensando en lo qué hay dentro de mi mochila. Voy hacia dónde está mi mochila y la tomo, siento algo vibrar así que reviso mi mochila en busca de mi celular. Llamada de "Mi hermana :)". —Aló— contesto la llamada. —¿Cómo estás, piojo?— siempre me ha llamado así porque soy un poco pequeña, solo un poco, ok casi no me veo. —Estoy bien, de hecho, estoy feliz. —Mmmm... ¿Feliz?, no estarás más bien... enamorada— siempre tan romántica, yo no creo en cursilerías. Soy más seca que lo seco. —Claro que no, es que creo que me pasó algo bueno pero mejor no lo cuento hasta que lo vea hecho. —Soy tu hermana— y por lo mismo tanto, no te quiero desilusionar. —¿Todo bien?— pregunto, mientras camino hacia el aula donde asistiré a mi siguiente clase. —Si, hermana, solo te llamé porque quería saber cómo estabas— es como mi madre, y la considero mi madre desde el momento en que.... Nota mental: Recordar me hace mal. —Gracias por preocuparte por mí.... te amo mucho.. —Yo también te amo, *** Trato de poner toda mi atención, pero mis pensamientos se centran en miles de preguntas. No puedo evitar preguntarme qué quiere ese hombre. No sé por qué pero algo me dice que mi vida cambiará drásticamente. Me empeño en prestar atención y sigo mi rutina diaria aunque debo admitir que con cada clase que asistía, me recordaban que las horas estaban pasando y que muy pronto tendría que ir a la empresa y saber qué es lo que ese hombre quiere conmigo.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR