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Simple…Eres tú.

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Descripción

Dos vidas se encuentran. Cleo y Alexander son unos jóvenes que han vivido mucho para su edad, han pasado por experiencias fuertes que inevitablemente dejan heridas abiertas, que dejan traumas a flote, difíciles de llevar, y así parece imposible que brote el amor entre ellos.

Sin embargo en los lugares más oscuros siempre aparece la luz. Así, por culpa de la pandemia mundial de principios de 2020, Cleo y Alexander terminan juntos en Londres, haciéndose compañía de manera obligada, pero éste será el comienzo de una chispa que se enciende entre ellos y que será difícil de apagar.

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CAP, 01
CLEO. «Me da miedo mi mami cuando reacciona a cosas que no me gustan, se pone muy molesta y empieza a gritarme, mientras me jala por mi cola de caballo. Quiero a decirle a mamá que me hace daño, que no me gusta como me trata y no me deja, está demasiado furiosa porque decidí dejar el modelaje. No me gustaba mi academia, me obligaban a tener siempre un palo en la espalda, caminar en zapatos altos, empatucarme la cara y comer lechuga con broccolis. Quiero ser una niña normal que su mamá abraza, no que le grita. No me gusta mi vida. » •ø• Después de que su palma me voltea el rostro y me deja viendo pequeñas partículas plateadas, pone un dedo en mi mentón y se acerca para besarme. —No quiero que te vayas—Lloro, por ambas cosas —Todo estará bien, nena—Me sonríe, sus dientes no son perfectos, él tampoco—. Mi padre movió sus contactos para que no te dieran la residencia venezolana, si los tuyos son inteligentes, te mandan mañana mismo a España y de ahí nos escapamos a Estados Unidos—Lo dice como un sueño, como si hubiera llegado la solución a todos mis problemas al empezar una vida con él. —Te quiero tanto... solo tú haces lo posible por estar siempre conmigo—Miento. —Y así será siempre, mi amor—Lo dejo ir, después de que me succiona una parte del cuello para dejar una marca, lo hace siempre que va a dejarme. Siempre celoso y cuidándome. Regreso a la residencia después de que lo veo irse. Actualmente estamos alquilando una casa, bastante bonita a decir verdad. El último piso es mi favorito porque es el más solo, donde duermo yo y donde un ventanal me ofrece las mejores vistas. Ahora mismo el sol se está poniendo y dejo que la brisa me pegue en la cara. El lujo que irradia la casa al ser de paneles blancos, hacen que el reflejo me haga sentir aliviada y yo solo me siento en el suelo mientras siento algunas lagrimas caer. —¿Ya se fue tu novio?—Pregunta Danilo, mi padrino, quien de vez en cuando parece que sube a hacerme compañía y a intentar decirme algo, pero se lo termina tragando y bien, no quiero líos con quien pone el dinero. —Si—Ni siquiera me volteo para mirarlo. Mis lágrimas están cayendo por mis ojos de una manera tranquila, estoy acostumbrada. Hace mucho dejé de aguantar tanto dolor y ahora sale por si solo. Me quedo por horas sentada tratando de ver como tocaré la conversación con mis padres, se necesita paciencia para lidiar con ellos y más cuando están justos. En ocasiones, me dispongo a ver cual me cae peor y no lo sé. Mi padre es probablemente la persona que más me decepciona, molesta. El hombre que se supone me debe proteger como a una princesa y consentir como a una bebé, se dedica es a criticarme, todos los días. Para él no hay nadie perfecto, lo determiné en el colegio. —Papiiii, no entiendo los polinomios. ¿Por que hay letras y números? ¿Z? ¿X? ¿La mamá de quien? ¿De donde salió ese dos? —Hahaha—Ríe—Si, son complicados. —¿Me ayudas?—Trato de acercarme a él. Siempre alardea que en su carrera predominan los números, lo recuerda en cada conversación donde presume su inteligencia. —No—Me aparta—. No recuerdo nada de lo inservible. Tampoco tenemos tiempo, hoy es la cena de cumpleaños de Malia. Vístete. No rogué por mucho tiempo pues fue recto y sabía que podía terminar en golpes, pero al día siguiente, como he de imaginar, no aprobé. —¿Como es posible que no hayas pasado un examen con material básico de primer año? Eres una auténtica decepción. Jamás entendí, ni siquiera, por qué me decía siempre que él había estudiado una carrera con números y como era incapaz de explicarme así sea la suma. Mi mamá era más de lo mismo, solo que el secreto de ella es la indiferencia, su vida se basa en ignorarme, también criticarme. «No puedes comer caramelos, Cleo.» «Estudia, Cleo.» «Las fiestas no te llevarán a ningún lado, Cleo. » «Ese novio tuyo es un sin futuro, Cleo. » Nunca, ni siquiera, me han dicho hija, es como si el que yo hubiera nacido de ellos les pareciera un crimen. También me molesta es que se metan con Bruno, a fin de cuentas, es el único que me ama y se preocupa por mí. Mi novio ocupa el papel de papá, mamá, hermano y pareja a la vez. Como mínimo, espero su aceptación. ¿Que si a veces es malo? Claro, como todos. Errar es de humanos y él es uno, solo no sabe demostrar bien su amor y le cuesta a la vez controlar sus ataques de ira. Imperfectamente perfecto. Yo, por otro lado, puedo considerarme una hija de bien. Cuando papá, o Derek, decidió cancelarme mi tarjeta negra por motivamos desconocidos, no me quejé. Tampoco emití opinión cuando pasé de vivir en una mansión a una casa de un piso. Tampoco cuando mi ropa era de marca solo porque la mandaba mi padrino. En ese momento, lo único que podía hacer era estudiar para continuar en mi prestigioso colegio y lo logré, una beca que me cubría el noventa por ciento, el otro diez, se pagaba con mis trabajos en las tardes en la institución. No era difícil y mis amigas no se enteraban. Lo tenía equilibrado para mantener las apariencias que mi familia forzaba. «Ni modo. Tu única obligación es estudiar» Esa fue la única respuesta de Derek cuando le dije que había logrado pasar el examen y que ahora mi colegio no era un problema, ya que su solución iba a ser que me volviera analfabeta al privarme de asistir porque no lo podía pagar y algo público no se podía ni sopesar. «Sabía que lo lograrías, pequeña. Estoy muy orgulloso de ti. » Eso dijo mi padrino Danilo, el cual estaba en la casa y tuvo que presenciar como mis ojos se cristalizaban. •ø• Sé que debo irme de este país antes de que la policía de inmigración me agarre y por eso, debo de saber que será de mí, nadie me dice nada y decidí que la conversación sería después de la cena, pero papá y mamá trajeron la pelea a la mesa. Mi padrino observando todo con la boca cerrada. La única que no está es Malia, claro, ella no puede perder su inocencia. —No sé que mierda será de Cleo—Espeta Derek, como si yo no estuviera comiendo pasta al frente de él. —Relájense, mañana me mandan a España, ahí me quedaré con Bruno—Solté con simpleza, tragando la carbonera y tomando un poco de agua. —¿¡Qué!?—Gritaron los tres al unísono. —Su familia no tiene problema en recibirme y él menos. No quiero quedarme sola en casa—Omito la parte de irnos a Estados Unidos, ellos no deben saber de mis planes. —¿Qué tal si te vas con Alexander?—Danilo espeta de la nada. Alexander, es su segundo hijo que no conozco, pero fue la imagen de un sinfín de revistas de moda y bueno, estamos hablando de un Culpepper, son famosos solo por existir, así que tengo una idea de su imagen. —No te puedo pedir algo así, Danilo—Por fin mi padre soltó un comentario coherente en veintiún años. —No es molestia, Alec está solo en Inglaterra y estará muy feliz de recibirla. —No creo... yo me quedo con mi nov.... —¡No!—Grita Cholé mientras se paró a darle un beso a mi padre, emocionada—. Gracias Danilo, ya Cleo irá a hacer sus maletas—Pero no me dio tiempo de realmente hacerlas, dijo que metiera la coartada y que allá me compro lo que sea, que no hay tiempo. Así fue como terminé montada en el jet privado de Danilo, dispuesta a vivir una vida con un chico que ni siquiera conozco y es que el shock no me deja procesar pero a mi novio no le parece muy buena la idea tampoco. —Nene, me voy a Inglaterra—Omito que con Alexander Culpepper, no aguantaría sus escenas de celos precisamente hoy cuando he sido testigo de como mis padres me botaron. —¿¡Qué!? —Tengo nacionalidad europea y bueno, mis padres tienen un apartamento allá. Hay menos casos actualmente que en España porque cerraron todo, entraré por el jet privado. —¡Me sabe a mierda!—Grita y por el tono sé que lo mejor es trancar—Estoy harto, no puedo seguir con una relación a distancia, siempre tengo que viajar a por ti. Mi familia tiene dinero pero no lo gastará en más pasajes y menos a la otra punta del mundo porque yo si me voy a Estados Unidos. —Si no puedes con esta relación, lo mejor es terminar, nene—Me duele en el alma pronunciar cada palabra pero estamos en un punto demasiado crítico. Estoy segura de que me quedaré mucho rato en Londres, mamá dijo que me mandaría hasta cajas de mi casa en España. A parte, los negocios en Venezuela culminan en 2022, mi familia no me mandará con más nadie, los conozco. Ahora que el gran Alexander está dispuesto a recibirme, no se les pasará la oportunidad de botarme allá y no me parece correcto meter a mi novio ahí, cuando no es mi casa y no sé ni cuáles serán las condiciones. No conozco el humor de Alexander, que hace, que no, si tiene pareja, si está solo, si es un lunático. Estoy por entrar a un campo desconocido y de nuevo me toca resguardarme en mí. —¿Me estás terminando, Cleo? —Si no puedes con... —¡Hago todo por ti!. Te he esperado por años—Sé que se refiere al sexo y río por su hipocresía, hay rumores de que me ha sido infiel—¿Ahora me pagas así? —Debo irme. —Te buscaré hasta en el infierno si es necesario, con tal de que vuelvas a mí. Que no se te olvide, Relish—Y le creo. ALEXANDER Ignoro mi teléfono por vez número tres, solo para medir el nivel de importancia de la llamada. Si es una mujer interesada en algo conmigo, dos como máximo, su "dignidad" no puede caer tan bajo como para otra. Si es Elijah, probablemente diez, él sabe que respondo después de varias, como también sabe que solo me puede llamar en horas de trabajo si es de suma importancia. Si es de mi corporación, una y dejan un mensaje de voz, mi secretaria también me conoce y a la vez el hecho de que no me puede hacer perder el tiempo con estupideces. —¿Qué pasa?—Familia, tres. No soy tan estupido como para ignorarle una llamada a mi padre y menos si ya se tomó el tiempo de hacerlo dos veces, cuando su horario es más apretado que el mío. —Necesito un favor tuyo, Alec. —Sé rápido, papá, tengo cosas que hacer—Danilo es una persona temible al menos de que seas su hijo, soy su talón de Aquiles. —Sabes Derek... —Al punto, papá. ¿Cómo no conocer a Derek? Todo el mundo sabe la historia del gran empresario Relish que quedó en la bancarrota. Para mí es algo absurdo como su cuenta pasó de manejar billones a solamente cien dólares de un día a otro. Yo tendría como dieciocho años cuando en mi clase de economía me hablaron de él. Al igual que mi padre, puesto a que son mejores amigos. Sin embargo, no estoy muy enterado de hace cuanto fue. Cuando uno crece aprende a enfocar su atención en lo que realmente vale la pena y un tipo que vive en la mierda, no lo es. Mi padre es mi antítesis, él lo mantiene y yo en el fondo lo entiendo, mi familia no viene de clase alta, nadie nació en cuna de oro. Mi padre sólo era un hombre enamorado de una italiana que conoció en una fiesta, la cual era, lo contrario a él. Celine contaba con una familia de poderío medio pero que la reprimía y no la dejaba cumplir sus sueños, ahí es donde entra mi progenitor a con sus pocos ahorros a secundar la idea de montar una tienda de ropa. Era realmente un quiosco donde Celine pasaba horas cociendo y cociendo, sus manos desgastadas y mi padre agotado, tratando de no ahogarse en deudas. Poco a poco, fueron creciendo hasta ser la gran pareja Culpepper/Bianchi. Ahí también entra Derek, puesto a que se hizo amigo de mis padres e invirtió una suma que los hizo poder abrir su primera tienda con aire acondicionado y repisas de vidrio. Mis padres, nos criaron a mi hermano y a mí como si fuéramos clase media o hasta baja. El que no trabajaba, no gastaba. Hacíamos cosas como modelar para la marca "barbette"—de ellos—y con eso íbamos a fiestas. Un buen diez al final del curso, un buen viaje de verano. Un buen promedio, una buena universidad. No quedé en todas las universidades Ivy League por contactos, lo hice porque me fajé hasta el último día de colegio, lo mismo con Eric. De todas formas, el acto de caridad es un poco... demasiado. Por un año, lo entendí, por incluso dos. Pero Derek Relish jamás volvió a pertenecer a las grandes familias, vive acomodado de la mía, siendo el contador de papá. Ocho años donde el señor todopoderoso se convirtió en un conformista, no sé como es que no ha querido progresar, por él y por sobretodo, su familia. —Sabes que la cuarentena acá en Venezuela todavía no se ha solventado, al contrario de Inglaterra—Mi padre quedó prácticamente atrapado en la ciudad de Caracas cuando el presidente decidió cerrar todo, lo mismo con Derek. Mamá se podrá mover de Italia en dos días y yo en Inglaterra, es primera vez que pasamos tanto tiempo separados y ya empieza a molestar. Estoy acostumbrado a estar siempre con mi familia. —¿Entonces? Padre, no quiero faltarte el respeto pero necesito concretes, estoy en medio de un diseño. —La visa de Cleo, la hija de Derek, se vencerá mañana. El idiota no hizo sus papeles bien, o fue denegada, no sé muy bien el cuento—En serio ese hombre no para de sorprenderme, cuando crees que alguien no puede ser más inútil, llega él y te demuestra que si, cayendo más bajo. —Paguen—Fácil. Dudo que Danilo me haya llamado por una asesoría de este tipo—. El dinero lo mueve todo. —¿Crees que no lo intentamos?—Su voz suena furioso pero con calma, sabe tratar conmigo—Alexander, hemos estado tratando de comprar a todos los venezolanos de la embajada y resulta que, Cleo está en lista de espera y no pasa de allí —¿Entonces? —Tiene que volver a Europa, sino será una ilegal. —No me sorprende que el idiota no sepa manejar su vida ni la de sus hijas—También me dolor de cabeza cuando este hombre se pone con la necesidad de hablar, necesito que Celine llegue a Venezuela algo así como que ahora. Mis padres se complementan, si están separados son un desastre. —Alexander, mi punto es, que te estoy enviando a Cleo para allá. —¿Perdón? —London City Airport, dos de la tarde—En una hora...—Llegará Cleo y tú la recibirás como el buen hombre que eres. Ella tiene papeles europeos y sola no la voy a dejar en España. Me tienes que estar mintiendo.... —¿Me llamas cuando la niña está en el avión? ¿Y qué si decía que no? ¿O que estaba ocupado? —Alexander Daniel Culpepper Bianchi, eres un hombre de honor como tu padre, te crié tan bien que tienes tu propio negocio con tan sólo veintiséis años. No me hagas dudar de ti, por favor—Me ruega con aquella voz que usa para hablar con mamá—. Cleo está sola, en el sentido totalmente literal de la palabra. Mi única opción fuiste tú. ¿Me crees capaz de mandar a mi ahijada sola a España? ¿Sabes la cantidad de personas que han empezado a sufrir de depresión por la pandemia y no tener compañía? —Si, para enterarme pero problema mío no es. —¡Alexander!—Grita tan fuerte que separo el iPhone de mi tímpano, el cual queda temblando—. La vas a recibir como a una amiga que pasará contigo un año entero si a mí me da la regalada gana. Su padre y yo tenemos negocios que solventar todavía en Venezuela y no nos moveremos como hasta el dos mil veintidós, así que, si tienes que cuidar de ella hasta ese entonces, lo harás—Tranco la llamada y me monto en la camioneta, inhalando y exhalando, muchas veces. Lo que más me molesta, es que me tienden de niñera porque tengo entendido que sus hijas son pequeñas. Conocí a Malia cuando tenía tres y fue por accidente, actualmente debe de tener como nueve y la hermana no mucho más, aunque no tengo ni idea porque de ellos realmente no sé nada, pues se suele mover Derek solo. Lo único que espero es que no se me termine convirtiendo en alguien insoportable. Trabajo a tiempo completo y mi pent house es mi único lugar en el que puedo respirar y sentirme yo. Cada libra por la que trabajé, dio su resultado. El apartamento es mío propio y no porque mi padre me haya puesto a firmar sino porque yo sudé cada maldito billete que lo pagó, es mi lugar, odio sea interrumpido.Tenía la casa de mi familia acá, si. Pero, me sentía como el niño que todavía dependía monetariamente de papi y mami, por eso, cuando reuní lo suficiente para pagar algo digno, lo hice. A mi favor, a dos edificios del de Elijah. Vivo en una residencia privada, mayormente hay viejos, de hecho, los únicos jóvenes somos Elijah, Ava y mi persona, del resto predominan señores que trabajaron lo suficiente como para vivir en una zona donde no hay ruido. Tranquilidad. Era todo lo que necesitaba y todo lo que gané. Nadie molesta, nadie jode y debes de llenar un formulario para ver si eres aceptado, ahora debo de traer una niñata que seguramente me hará pelear con todo mundo. En el edificio donde queda mi pent house, el cual es el número tres. Solo vivimos una señora con seis chihuahuas y yo. En el del medio hay más gente, cuatro parejas de personas de tercera edad; en el primero Elijah con Ava. No miento cuando digo que hay reglas, parecemos todos unos amargados asociales, pero es la única forma de estar en paz. Veré como controlo a Cleo, no pienso mudarme por la criatura. Aunque ahora que lo recuerdo, la pequeña era enérgica pero se controlaba si le dabas diamantes, supongo la otra será igual. Malia será una perdición de grandes y eso todo el mundo lo sabe puesto a que se parece a su madre, Chloé. De jóvenes todos parecían estar en una competencia por estar con miss Inglaterra y no, no exagero, se llevó la corona en el miss universo. Ojos azules, cabello oscuro y unas curvas perfectas fueron las que hicieron caer a Derek Relish ante sus pies como un bobo. —¿Tú? ¿Llamando?—Elijah ríe. Mi mejor amigo a veces es mi salvación y sus tiempos suelen ser flexibles porque él organiza su tiempo como le da la gana, es abogado y trabaja bien, pero cuando quiere. —Tengo una situación de mierda...—Ahí le cuento todo. No hay nadie que me entienda mejor que Grobatig, a fin de cuentas ha vivido cada dolor mío como suyo propio. Llevamos como veintidós años siendo amigos y aunque él tiene veintiocho y se supone que más madurez, a veces es un niño. —De empresario a niñera, ya ves—Ríe—. Nada amigo, ahí vemos como lo solucionamos. En una hora y media paso por tu casa y nos tomamos unos tragos, eso si, sin fórmula, por favor. —Eres imbécil—Ningún adolescente toma fórmula. —Oye...¿te puedo pedir un favor? —No me haré pasar por tu pareja gay, Elijah. Debes de arreglar tus problemas con Ava y tus ganas desenfrenadas a tu hermanastra—Como dije... un niño. Creo que cualquier persona nos creería que somos homosexuales sin mucho esfuerzo, nos las pasamos juntos. Elijah tiene su extraña relación de dependencia anormal con Ava y yo...soy Alexander. No es que me gusten los hombres, es que no tengo el maldito tiempo de conocer a una mujer. No es por dármela de nada, es una realidad. Me bajé una aplicación de citas una vez y fue... caótico, dejé embarcadas como a diez. La mayoría de las mujeres llegan a mí por interés y bien me gustaría poder tener mi pareja y mantenerla pero no quiero a alguien que viva conmigo por quien soy o lo que doy. En resumidas cuentas, espero a que llegue y ya. Siempre digo que lo sabré, que cuando la tenga en brazos se sentirá como el amor de mi vida y no la soltaré. El destino se encarga de todo y de ponerla en mi vida, ya después nosotros solucionamos como llevar la relación. Por los momentos no me preocupo, si quiero a una novia todos los días ayudándome y besándome pero no puedo forzar las cosas. Tengo veintiséis, me quedan algunos años para trabajar y esperarla. Creo que los escritores o la gente en si, han idealizado a las personas demasiado. Sobretodo a los hombres, llegando a un punto en el que si tienes un cuerpo bonito, obligatoriamente te follas a cualquier cosa que camine y a parte no crees en el amor.No es por dármela de la gran cosa pero trabajo por mis abdominales diariamente y no me llaman todos los días mujeres porque saben que la contestadora será su única respuesta. Respecto a lo del amor, si creo que nacemos para estar con alguien, por mis padres o por mi hermano. Realmente mi perspectiva de la vida cambió mucho cuando vi a Eric con Annika, él me prometió era lo más hermoso de la vida amar a quien te ama y que yo lo lograría en algún momento. Eric es prácticamente mi religión, así que le creo. —Meh, ya te cuento que pasó con ellas. Te iba a pedir que si me podías hacer los planos para una casa para mi madre e Isi, creo que ya tengo el suficiente poder monetario para hacerles algo mejor. —Más tarde finiquitamos los términos. Voy a por la criatura—Lo que es otro karma. El tráfico en Londres es un asco y más si estás en hora de almuerzo, todos corriendo y metiéndose en restaurantes, taxis atiborrados... mi ciudad.El frío ya empieza a estar presente, por eso llevo un abrigo azul y debajo mi traje. Veo a personitas congelándose desde mi camioneta y me da risa, la gente nunca termina de estar preparada para todo. —William—Hablo cuando descuelga—, bájate tú y búscala—Él está en la camioneta de atrás, lo veo asentir y caminar fuera. La pista de aviones privados del aeropuerto de Londres es más de lo mismo. Yo espero con mi calefacción mientras veo las estadísticas de "Daniel's high-end companies and corporations" estamos asociados con mucha gente aunque nuestro fuerte son las construcciones. Para algo estudié arquitectura en Harvard. Los números están todos en verdes a excepción del hotel de Colombia, liquidaré esa mierda. El tema del coronavirus nos agarró por sorpresa pero no nos detuvimos. No podemos controlar las situaciones pero si las reacciones. Terminé dándole una vuelta a la panqueca cuando a la mitad de mis hoteles los mandé a esterilizar y convertir en cuidados especiales donde puedes pasar el confinamiento en óptimas condiciones. Inteligencia. —Señor Culpepper—Tocan mi ventana, la bajo, sin quitar la vista de mis estadísticas. Bien Alemania, te tengo toda—, acá esta muchacha dice ser la señora Relish... pero no cumple con su descripción. —Adolescente, morena y diminuta. Probablemente colitas y vestido ¿que más necesitas?—Mhmm... Estados Unidos, en Chicago mis hoteles repasan los otros por un trescientos por ciento. —Mírela por usted mismo... Cuando alzo la vista mi quijada se descuadra. ¿Qué entiende mi papá por niña? O... ¿Que le pasó? —Imposible, esa no es Cleo. No me hagan perder mi maldito tiempo—Lo peor es que nunca ni la he visto. Esta no es nada del otro mundo. No es rubia, ni parece modelo, ni tiene los ojos claros. Su cabello es color café, sus irises iguales y ni de cerca a un tono miel, se van más hacia la mierda. Color extraño, como blanca bronceada. Bajita, bastante de hecho. Me atrevería a decir que no llega al metro sesenta y cinco. Figura de modelo no tiene, sino un cuerpo bastante normal, ni gorda ni esquelética. Sin embargo, las facciones son innegables. Es digna hija de Chloé pero me niego a creerlo, o quiero torturarla por ponerme en esta situación, poco de todo. Me da risa verla pasando frío, no sé quien su sano juicio volaría a Londres con un vestido como ese, es blanco y liviano, como de playa. De hecho, tiene marcas del bikini totalmente visibles y sandalias. Se arropa a ella misma con sus brazos y yo vuelvo a reír, que ternura. —Pa... Me bajo de la camioneta para hablar con mi progenitor y la chica se sorprende al verme, suelo tener esta reacción en las mujeres. No obstante, noto el odio en sus ojos al verme tan tranquilo con mi abrigo «ternurita». —¿Llegó? —Define niña. Esta no puede ser Cleo, creo que se equivocaron...—Espero tener razón, sería una tortura tener también a una malcraiada joven en casa. —Jamás te hablé de una niña ¿O si hijo? —No, pero...¿De dónde salió? —Honestamente, creen que es un cacho. Cleo no tiene facciones de Derek—En lo absoluto—. Pero él la ama bastante y yo también, es mi ahijadita —Hablas estupideces, jamás la habías nombrado. Nunca había escuchado nada de ella más que es hija de tus amigos. —Hijo mío, le llevas cinco miserables años, no seas exagerado. La verdad ha vivido siempre en España, fue becada en su colegio y no podía dejar de estudiar. Después ustedes se fueron a la universidad y bueno... no salió el tema. También conociste a Malia por error, Derek no muestra mucho a sus niñas pero menos a Cleo que es la copia de la mamá y el antónimo de el. —Estoy seguro de que se equivocaron de mujer, papá. —¿Te gusta? —No pienso responder esa absurda pregunta—De fondo la veo como sigue congelándose y comiéndome con la mirada, esto puede ser divertido. —Bien. Ahí te van unas fotos para que veas que si la conocemos, no vaya a ser que montes una extraña en tu camioneta—Tranco y reviso iMessage, evidentemente, hay fotos de mamá con ella. —Arriba—Le grito, viene corriendo y temblando. Prendo la calefacción y le pongo mi abrigo por encima, soy todo un caballero porque así me educaron —¿No podías pedirlo antes?—Dice, obviamente, molesta. Su voz entrecortada y con un pésimo intento de acento inglés. —No sabía si eras una desconocida. —Ah claro, porque no me parezco a Derek ¿no?. Vete a la mierda—Lo sabía, rebelde. Es que nada le puede salir bien a Derek, ni las hijas. —Que antipática, niña. —No me debes llevar mas de diez años. —Pero en experiencia si—Le guiño el ojo. —Piri in ixpirinci si—Riñe—. Llévame a tu casa o a donde sea, me hago pis. —Tú no me mandas a mí—Freno el auto a mitad de la pista y la veo voltear los ojos, se ve estresada. —Bien.

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