Un hogar para comenzar una familia

1293 Palabras
Un hogar para comenzar una familia Luego de una semana, por fin despierta Taiel. —¿Dónde estoy? —mira sorprendida, abre grandes sus ojos al notar que está en el hospital —¿Qué pasó, por qué estoy aquí? —mira nerviosa, asustada a sus padres y no recuerda lo que le sucedió, intenta levantarse y no se lo permiten, los gritos de su madre la asustan. —¡No te muevas! —gritó su madre horrorizada, al verla intentar incorporarse. —Despacio, cariño, espera que te ayude —su madre y su abuela corren a ayudarla. —Voy por el doctor —su padre llama con urgencia al médico. —Doctor, mi hija despertó —lo toma del brazo y lo lleva arrastrando hasta la habitación. —Veo que ya despertó, buenos días, ¿cómo te sientes? Voy a revisarte a ver cómo están —el doctor comienza a revisarla y cuando llega el momento de ver su vientre, Taiel se opone. —¡No! No puede revisarme —ella se cubre y se aferra a la sábana, el doctor sonríe; mientras ella estaba inconsciente, la revisó tantas veces. —Hermosa, necesito revisarte, ¿quiero ver cómo se encuentra hoy nuestro bebé? —Taiel lo mira sorprendida. —¿Qué dice, de qué bebé habla? Usted se equivoca de persona —Taiel lo corre con su brazo, su pulso le tiembla, sus ojos se comienzan a cristalizar cuando recuerda qué sucedió mientras tenían su primera demostración de amor. —¿De qué bebé habla? —su voz se quiebra y las lágrimas caen sin parar por la emoción; se lleva la mano a la boca, porque no puede creer lo que escucha. El doctor se sienta suavemente en la cama y le toma las manos dulcemente —Mira, Taiel, tú recibiste la descarga de un rayo en tu cuerpo y cuando te revisamos, notamos que estás embarazada. De pronto se abre la puerta y entra Eliseo desesperado y corre a abrazarla —Mi amor, despertaste —le toma su rostro con amor y la besó suavemente, luego la abraza y la pega a su pecho —Tenía tanto miedo que no despertaras y los perdiera a los dos, creí que mi mundo se derrumbaba sin ustedes —ella lo mira con asombro y aún no cree que esté embarazada. —Eliseo, me dejas revisarla a ver cómo está este príncipe hoy —el doctor comienza a revisarla, luego saca un pequeño aparato del bolsillo, lo apoya sobre su vientre, busca hasta que encuentra el sonido del latido del corazón, sube el volumen y todos en la habitación oyen esa hermosa melodía. —Escucha, mi amor, este es nuestro bebé —le acaricia la mejilla con ternura, mientras la abraza con amor, Taiel llora de la emoción de saber que será madre de un hermoso bebé. —Bueno, como todo está en orden, luego hablo con tu doctora y si en la ecografía sigue todo como hasta ahora, ya mañana te vas de alta a casa a descansar, seguro allí estás más cómoda —su madre y su abuela corren a abrazarla. Eliseo se queda parado en un costado, mil cosas pasan en este momento por su mente. —Que te vayas a casa no quiere decir que puedes hacer vida normal, hasta cumplir los tres meses de embarazo, debes permanecer en reposo y luego veremos cómo seguimos —se despide el doctor y se retira. Eliseo mira a todos como celebran la buena noticia. —¿Qué te sucede, Eliseo? ¿No te alegras de que mi hija se encuentre bien y podamos ir a casa? —su suegro lo mira un poco molesto, al notar su seriedad. —No, es que no sé si me permiten verla, ¿puedo ir a su casa a visitarla? —lo dice apenado, se siente el miedo en el tono de su voz. —¿No crees que es un poco tarde para pedir la mano de mi hija? Ella está embarazada, ¿eso lo tendrías que haber hecho primero, no lo crees? —Cariño, ya está, no los tortures a los chicos, ¿acaso no estás feliz, que vas a ser abuelo? —su esposa trata de suavizar la situación incómoda de Eliseo, ella sabía que su hija estaba muy enamorada de él. —¡Papá!, no seas antiguo. Sí, Eliseo, claro que puedes venir a mi casa, las veces que quieras —Taiel le abre los brazos y él cae rendido en ellos. Sus suegros y la abuela salen y les dan un momento a solas. —Mi amor, vamos a ser padres, ¿estás feliz? —Taiel lo mira esperando que él reaccione feliz, contento, pero se sorprende al notar que él no reacciona; su rostro está serio, pensativo. —¿Qué, ya no nos quieres? —Taiel se comienza a inquietar, le sudan las manos y un escalofrío recorre su espalda; el ambiente cambió, pasó de la felicidad a la incertidumbre. —Sí, mi amor, ¿cómo no los voy a querer, si son lo más importante que tengo en la vida, vos y nuestro hijo —dice mientras la abraza y la pega a su pecho con delicadeza, sonríe y comienza a relajar sus músculos. —Sabes, yo quería casarme contigo y comenzar a vivir juntos y ahora debo esperar para eso y me incomoda un poco, me pone triste no poder estar junto a ustedes —una lágrima cae de sus ojos. Taiel le da un beso y la atrapa en sus labios, le acaricia suavemente su rostro —Tonto, puedes estar con nosotros, yo me encargo de hablar con papá —Taiel sonríe de la felicidad, lo abraza; el ambiente vuelve a ser alegre. —¡Papá, mamá! —los llama eufórica; ellos se asustan ante sus gritos. —¿Qué sucede, hija? —entraron corriendo, pensando que le pasaba algo. —Me propuso matrimonio, Eliseo, se quiere casar —Taiel salta de la emoción. —Calma, hija, piensa en tu bebé, no te olvides lo que dijo el doctor. —Sí, mamá, estamos bien, ya estoy calmada, pero feliz. —Felicitaciones y bueno, esperarán un poco para la boda y después será con el bebé en brazos —reflexionaba resignado su suegro. Al día siguiente le dan el alta médico, al llegar a casa. —Eliseo, ven, quiero hablar contigo —su suegro parece molesto. —Papá, no pelees, sabes que él me ama —Taiel, teme un enfrentamiento entre ellos, el clima está tenso, se huelen problemas. —Calma, mi amor, solo hablaremos —Eliseo lo dice, pero no lo siente, la cara de su suegro lo pone nervioso, le sudan las manos y el corazón le late fuerte mientras caminan hacia el patio. —Tranquilo, Eliseo, aún no te voy a matar, falta un poco —dice sonriendo mientras palmeaba su espalda. —Relájate, quiero mostrarte algo —Eliseo se quiere relajar, pero sus nervios se lo impiden. —Ves esta parte del terreno; me gustaría que construyan su hogar, aquí pegado a nuestro hogar, así los podremos ayudar a cuidar a nuestros nietos. ¿Te gusta la idea? —su suegro lo mira sonriendo. Eliseo, emocionado, está por decir algo y no le salen las palabras —Gracias — dice llorando y se abraza a su suegro. —Vamos a tener que trabajar juntos, entran y las mujeres estaban muy preocupadas. —Mi amor, comenzaré a construir nuestro hogar, tu padre nos regaló el terreno de aquí al lado, así estamos cerca de ellos y te pueden ayudar con el bebé. —Gracias, papá —Taiel le abre los brazos y él se acerca y la abraza, dejando un beso en su mejilla.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR