Me quedo sola con Gedeón después de que Azrael nos deja a solas. Aún puedo sentir en mis labios el calor reciente de Azrael, esa mezcla de vértigo y ternura que siempre me desarma, pero al mismo tiempo me pesa en el pecho la mirada de mi hermano al encontrarnos de esa forma. No es reproche lo que veo en sus ojos, ni siquiera disgusto. Es otra cosa, una mezcla de sorpresa, incredulidad y también de esa protección tan suya, la que nunca descansa, ni siquiera cuando se trata de mí, su hermana pequeña. Respiro hondo. La mesa de trabajo aún está un poco desordenada, ya que Oliver había salido de mi oficina minutos después de que Azrael entrara con una falsa excusa de que Penny no estaba en su puesto. «Como si fuera a creerle» Gedeón se sienta en la mesa, en la misma donde antes repasaba detal

