4- CREÍ QUE ERAMOS AMIGOS.

1766 Palabras
ABIGAIL Paseaba por mi oficina. Yo no trabajaré esta noche. Había hecho todo lo que Harper me había pedido que hiciera, trasnoches, fines de semana, días festivos, pero esto terminaría ahora. No había tenido una cita en más de un año y había pasado más tiempo desde que había tenido relaciones sexuales. Harper podía enojarse tanto como quisiera. Esta noche me reuniría con Oliver para cenar. Miré mi reloj. Eran las seis en punto. Había estado aquí desde las seis de la mañana. Había terminado. Cerré mi computadora portátil y la deslicé en mi bolso. —Lo reconsideraría si fuera tu— Salté ante la voz profunda y ronca de Harper. El hombre sonó como si se hubiera tragado el papel de lija. Odiaba que su voz me hiciera pensar en sabanas frías y cuerpos desnudos y calientes. Aparté la imagen y me puse de pie. Me pararía frente a un autobús antes de hacerle saber cómo me afectaba su voz. —Bueno, tú no eres yo— me colgué el bolso de la computadora al hombro. —Y necesito tiempo libre. Durante los últimos diez meses he trabajado todos los días festivos, los fines de semana y hasta tarde todas las noches. Estoy aquí casi tanto como tu— y eso era decir mucho porque mi oficina estaba dentro de su casa. —¿Estas realmente dispuesta a renunciar a este trabajo, a todo este dinero por una cita? — Se apoyó contra el marco de la puerta. —Este tipo debe ser algo muy especial— —Lo es— levanté mi barbilla. Al menos eso esperaba. Estaba cansada de no tener a nadie en mi vida. Durante el día estaba demasiado ocupada para darme cuenta, pero por la noche, sola en mi cama con mi vibrador, era patéticamente obvio. —¿Cómo lo sabes? ¿No dijiste que era una primera cita? — —Si, pero llevamos semanas hablando— —¿Cuándo encontraste el tiempo? Por lo que afirmas, he estado trabajando contigo cada momento de vigilia— —No he estado haciendo eso en tu tiempo si eso es lo que te preocupa. No puedo creer que siquiera hayas pensado en eso— Me dolió que el me acusara de hacer trampa. Trabajo duro para este hombre. —Pensé que me conocías mejor que eso. Pensé que éramos amigos— —¿Amigos? — El sonrió con esa sonrisa torcida que lo hacía parecer un niño travieso. —Difícilmente. Nunca hemos sido amigos— —Oh— Eso dolió más de lo que jamás admitiría. Esto me había sucedido toda mi vida. La gente fingía que le agradaba, entonces yo los ayudaba con un proyecto o con sus calificaciones. Había pensado que terminaría cuando terminara la escuela, pero el trabajo había sido más o menos lo mismo. Yo siempre era a quien la gente acudía en busca de ayuda, pero nunca a quien invitaban a salir a almorzar o tomar algo. Había pensado que aquí era diferente con Harper. El segundo día trabajando aquí, se me había olvidado el almuerzo y me había dado cuenta de que Harper tampoco había comido. Yo había pedido una pizza y la había llevado a mi oficina. Después de eso, almorzamos juntos casi todos los días y cenamos más de lo que podía contar. Pero aparentemente, él no era diferente a los demás. —Tonta de mí. No tengo idea de por qué pensé eso— —Yo tampoco— Oh, era peor que los demás. Ni siquiera se avergonzaba de usarme. —Oh, ¿estamos siendo honestos? — —Por supuesto— —Entonces déjame decirte porque pensé que eras mi amigo. Almorzamos y cenamos juntos todos los días— —Lo hacemos— —Me conseguiste entradas para el club nocturno más popular para la víspera de Año Nuevo— —Un bono por trabajar en Nochebuena— —Insististe en ir conmigo— —Tenía asuntos que atender— Entro en a la oficina. —Además, supuse que necesitarías que alguien te cuidara y tenía razón— —Soy una niña grande. Puedo cuidar de mí misma— —Apenas podías caminar al final de la noche— —Me estaba divirtiendo— —Oh. Bien. Ese viaje en auto fue un gran momento. Estabas borracha murmurando sobre tus relaciones fallidas y — sus ojos grises parecían casi brillar. —...tu falta de actividad s****l reciente— —Me disculpe por eso— Mi rostro todavía estaba cálido. El hecho de que no hubiera tenido relaciones sexuales en meses era bastante vergonzoso, pero contárselo había sido lo peor que había hecho en mi vida estando borracha y eso ya era decir algo. —Nunca me habría abierto a ti si me hubiera dado cuenta de que me estabas usando— —Usar es un término interesante— —¿Qué quieres decir con eso? — —Ven a mi oficina y podemos hablar— Él se hizo a un lado para permitirme seguir adelante. Di un paso y me detuve. Odiaba que mi cuerpo obedeciera a este hombre sin dudarlo. —No puedo. Tengo una cita— —Cancélala— —No— —Abigail— sacudió la cabeza. —No me presiones con esto. No estarás contenta con el resultado— —No me presiones Finn— no me iban bien los ultimatos. —No me llames así— su mandíbula se apretó. Intente detenerme, pero mis labios se alzaron en una sonrisa. —Te despediré— —Entonces hazlo porque voy a ir a esa cita— pase a su lado. El realmente no me despedirá. Me necesitaba para cumplir con sus plazos. Claro, podría encontrar otros desarrolladores de aplicaciones, pero les llevaría tiempo ponerse al día y él estaba muy retrasado. No, yo estaba oponiéndome a su tiranía esta noche. La vida era demasiado corta. Si el me despide, yo encontraría otro trabajo. Lo había hecho antes, y lo haría de nuevo. HARPER. Seguí a Abigail por el pasillo y me detuve en la entrada de la sección privada de mi casa. Sus pasos vacilaron como si estuviera nerviosa por continuar hacia la puerta del garaje de empleados. No necesitaba preocuparme porque no la dejaría llegar muy lejos. —¿A qué hora es tu cita? — —¿Por qué? — ella se volvió hacia mí. —Porque te recomiendo que escuches mi oferta antes de irte. Te aseguro que será más lucrativo que cualquier cita— —¿Oferta? ¿De que estas hablando? — Era hora de apostar, pero nunca arriesgo nada sin información. Abrí la puerta y caminé por el pasillo hasta la sala de estar de mi habitación privada. Caminé hasta el mueble del bar y nos serví un trago a cada uno. Ni siquiera había terminado con mi bebida cuando escuche sus suaves pasos deslizándose por la alfombra. —Odio cuando no me respondes— dijo. —Lo sé— cogí las bebidas y señalé el sofá. —No tengo mucho tiempo, así que será mejor que te apures— Dejo el bolso de su computadora portátil en el sofá junto a ella. —Tienes un montón de tiempo— Le entregue el vaso y trate de no parecer engreído cuando ella lo tomo. —Simplemente no te das cuenta todavía— me senté en la silla frente a ella. —Esta vez te equivocas. No voy a trabajar esta noche. No he tenido una cita desde. — —Si, soy muy consciente de cuánto tiempo ha pasado desde que saliste— Me puse más duro que una piedra, con solo pensar en cuanto tiempo había pasado para ella: ¿se correría con mi más mínimo toque o tendría que volverle a enseñar el camino hacia el orgasmo? —Como lo…— —La víspera de Año Nuevo, ¿recuerdas? — —Correcto— tomo un sorbo de su bebida y su rostro se calentó ligeramente. —Entonces entenderás porque me lo tomo tan en serio. Y termine de trabajar más de noventa horas a la semana —Te pago bastante bien por tu tiempo y necesitas dinero— —Lo necesito, pero no tan mal— —¿Ya se solucionaron todos los problemas en la casa de tu madre? Plomería. Electricidad. Termitas— —Realmente desearía nunca haber pensado en ti como amigo— —Me alegro de que lo hayas hecho— sonreí. —Hizo las cosas más fáciles— —¿Cosas? ¿Cómo que? Chantajearme para que trabaje muchas horas porque sabes lo mala que es mi situación financiera— —Tu situación financiera está bien, pero por alguna razón has asumido los problemas de tu madre— No lo entendía, pero mi fascinaba: no tenía obligaciones con nadie. Haber crecido no deseado y no amado me hizo la vida mucho más fácil. —Porque ella es mi mama— ella dijo eso como si tuviera sentido. —A muchos no les importaría— —Muchas personas son unos idiotas— Su ceja se arqueo. —La compañía presente no está excluida— —Soy un hombre de negocios. No me disculpo por eso— —La mayoría de los empresarios son ante todo seres humanos— —Soy excepcional— —Si, un imbécil excepcional— —Sin, embargo, me considerabas tu amigo. ¿Siempre eres amiga de los idiotas? — Sonreí. Me encantaba ganar en esas pequeñas discusiones. Me encantaba ganar y punto, pero especialmente contra un oponente digno. —Si lo soy…— Su boca se abrió y luego se cerró, sus labios se curvaron hacia abajo en un ceño fruncido. —O me dices tu oferta o me voy— Ella miró su teléfono. —Tengo que ir a casa a ducharme, peinarme, maquillarme, encontrar un outfit y tiene que ser el correcto. Oliver y yo hemos chateado por video llamada, pero esta será la primera vez que nos vemos en persona, y yo necesito mirar...— Tenía que callarla. Si no deja de hablar de Oliver y de echar un polvo, me inclinaría y la besaría. Una vez que mi boca tocara la de ella, no habría nada que me impidiera arrancarle la ropa y follarla. Era hora de lanzar el anzuelo y cuando ella lo muerda no habrá ningún movimiento suelto —Quiero ofrecerte la copropiedad de Cara de Ángel— Abigail se detuvo a mitad de la frase, con la boca abierta durante un segundo y mi polla se endureció. No era un hombre pequeño, pero esa boca podría tragármelo entero.
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