El maestro de historia narraba apasionadamente los sucesos de la segunda guerra mundial, la mayoría de los alumnos estaba prestando atención debido a la emoción envolvente de los hechos contados con tanto entusiasmo por el profesor. No obstante, Margaret no estaba escuchando, solo podía concentrarse en las palabras que oía últimamente una y otra vez, sin saber su significado o sentido. La voz de su inconsciente le decía constantemente —Eterra… —acompañada a veces con Ignis, Aqua, Ventus y Terra, pero la mayoría de veces eran frases que no lograba comprender o procesar.
En este momento la voz no dejaba de repetir —Eterra immobilis —su mirada estaba perdida y su única ancla era el lápiz que tenía entre su mano el cual giraba de forma horizontal contra su butaca, lo soltó por un momento y ob
