NERO
Lía Nichols.
Mierda. De todas las formas que nos imaginé en la misma habitación de nuevo, no me imaginé esto. No me malinterpretes, las esposas y la venda han aparecido algunas veces en mis fantasías, pero siempre fueron solo eso: Fantasías.
Después de que se fue, casi me vuelve loco, recordándola. No podía sacármela de la cabeza, enterrando mi polla en otra chica, pero pensando en Lia todo el tiempo: La forma en que se rompió, sollozando de placer en mis brazos. El sabor de su boca, ansiosa y dispuesta. El impresionante agarre de su coño resbaladizo.
¿Pero Lia, aquí en carne y hueso después de todo este tiempo? Mierda.
Me quedo en la puerta, simplemente contemplando a la mujer que me ha perseguido durante los últimos dos días desde Las Vegas, y los últimos diez años. El cabello oscuro, despeinado alrededor de su rostro. Esos pechos exuberantes, derramándose sobre el escote de su blusa transparente. Piernas largas, estirándose desde una apretada minifalda hasta un par de atrevidas sandalias de cuero n***o que quiero envueltas alrededor de mi cuello.
La última vez que la vi, Lía apenas tenía dieciséis años. Seguía siendo una niña. Ahora, es toda una mujer.
—¿Nero? —
Traga saliva, con la respiración entrecortada. Sus pechos se levantan con el movimiento, la lengua humedeciendo sus labios, y así, estoy duro. Imaginando esos pezones desnudos y rígidos para mí. alimentando cada centímetro de mi polla entre esos dulces labios.
—Nero, vine aquí a hablar—
—¿En serio, princesa? — respondo, acerándome. —Pensé que estabas aquí porque así lo ordené—
Se detiene y se estremece de nuevo. —¿Puedes quitarme esto? — pregunta con voz dulce y persuasiva. —Vamos, Nero. No es como si no te hubiera visto antes—
Me has visto. Me has traicionado. Me has consumido.
Siento como surge la ola de vieja emociones. Necesito controlarme.
—Harás lo que yo diga, cuando lo diga— digo con voz entrecortada, y luego salgo, dando un portazo tras de mí. Maldita sea.
Contengo la respiración, furioso, tanto conmigo mismo como con ella. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que me puso en ridículo? Diez largos años. Ya no soy un niño enamorado, ahora soy un hombre. El hombre. Y Lía tendrá que darse cuenta de que esta vez no puede engatusarme.
Regreso a mi oficina y me sirvo una copa, intentando pensar con claridad. Lo he pensado durante días, desde que me la encontré en aquel callejón de Las Vegas. Se lo que se espera de mi en esta situación. Sin piedad. Sin excepciones. Pero tengo algo más en juego que una vieja venganza, y necesito asegurarme de que nada arruine mis planes.
—¿Qué te parece? — Chase entra tranquilamente, con aspecto de suficiencia. —Como Navidad, toda envuelta con un bonito lazo—
Le sirvo un vaso de whisky tambien. Se lo ha ganado.
—Ya no es tan princesa, ¿verdad? — Chase resopla. —Hombre, recuerdo como caminaba por ahí, actuando intocable. Bueno, ya no es tan intocable—
Hay algo en su mueca que me hace detenerme. —¿Qué hiciste? — pregunto, lanzándome hacia el antes de que pueda siquiera pensar.
—¡Vaya, nada! — Chase levanta las manos, sorprendido. —Bueno, tal vez solo un poco de brusquedad en el viaje. Pero vamos, ¿ese club en el que la encontramos? Supongo que la señorita. Inocente resulto ser solo una prostituta—
Ignoro el brote de celos. Ya reaccioné exageradamente una vez por ella, deshaciéndome de ese tipo en el callejón. Ahora me recuerdo de nuevo, lo que hizo Lía, o con quien lo ha estado haciendo, no es asunto mío. No, lo único que me importa es lo que esté dispuesta a hacer ahora mismo.
—¿Y su padre? —
Chase niega con la cabeza. —Ella no lo entregaría. El hermano tampoco, no me esforcé demasiado, pensé que disfrutarías sonsacándole la información—
Asiento. —Lo haré—
Chase sonríe. —La gente necesita saberlo. No importa si han pasado diez años o cien. Si traicionas a un maldito Morelli, al final te encontraremos—
Asiento de nuevo. Conozco el código. Corre tan profundo como la sangre en nuestra organización. No hay virtud mayor que la lealtad. Y el padre de Lía peco peor que todos.
—Román estará contento— añade Chase, bebiendo un trago. —Mierda, esa familia le robó la vida. diez años encerrado y otros diez más. La muerte es demasiado amable para una traición como esa—
Román. Puedo imaginarme a mi padre cuando reciba la noticia, si su red de rumores en la cárcel no se lo ha dicho ya. Incluso tras las rejas, es temido y respetado. Y me crió para ser igual. Brutal, inflexible. Despiadado.
—Le sacaré la información— digo, terminando mi bebida. —Su padre, su hermano. Todos. Pero nadie la toca aparte de mí. lo digo en serio— añado, entrecerrando los ojos. —Corre la voz. Ella está bajo mi protección hasta el momento en que decida que termina—
—Si, jefe— Chase arrastra las palabras, bromeando. Hemos sido amigos desde que tengo memoria, y sé que no hay nadie que me cubra las espaldas como él. Me guiñe un ojo. —Diviértete con eso—
Frunzo el ceño. No hay nada divertido en desenterrar viejos recuerdos con Lia Nichols, por eso necesito mantener la vista en el objetivo.
—¿Ha vuelto Miles? — Cambio de tema y pregunto por uno de mis lugartenientes, un tipo al que le he encomendado mis problemas legales más complicados.
—Todavía no— Chase toma otro trago. —No sé por qué estás dando vueltas por este político. Solo mete algo de dinero en un maletín y el tipo hará lo que queramos—
Niego con la cabeza. —Este tipo es diferente. No es un tonto al que se pueda comprar fácilmente, se necesitará delicadeza para que acepte mis planes—
—Es una distracción, es lo que es— dice Chase, con un tono de queja en su voz. —Vamos, Nero. Has estado persiguiendo a este tipo durante demasiado tiempo. Tenemos asuntos más urgentes sobre la mesa. Necesitamos asegurar las nuevas rutas de importación desde Sudamérica, mis chicos están trabajando en una conexión en el puerto…—
—Y lo haremos— lo interrumpo. —¿O estas diciendo que no puedo hacer varias cosas a la vez? —
Chase retrocede rápidamente. —Claro que no— dice con una sonrisa. —Pero mucho trabajo y nada de diversión…—
—Jugaré mucho cuando este trato este cerrado—
El trato de mi vida. el que sacara a la organización Morelli de las y calles, de las redes de protección de bajos fondos y el tráfico de drogas a una empresa legitima y multimillonaria. Si puedo conseguir que este político colabore.
—¿Por qué no empezar pronto? — Chase sonríe, señalando con la cabeza el almacén donde Lia está esperando. —Estoy seguro de que aprendió muchos trucos ahí afuera en Las Vegas—
Mi polla se contrae de anticipación al pensarlo. Lo que sea que haya aprendido, estoy seguro de que lo voy a descubrir. Lia Nichols me debe. Y ahora es el momento de cobrar.