El punto de vista de Aleron
El domingo por la mañana llegó con la tenue luz del amanecer filtrándose por las ventanas de la academia. Un fuerte golpe en la puerta me despertó de golpe, rompiendo la frágil paz de mi sueño. Gimiendo, me incorporé, con el pelo hecho un desastre y un ánimo nada alegre. Después del enfrentamiento de ayer con Lucien, no me extrañaba que no hubiera vuelto a la habitación a dormir. Ni siquiera darme la oportunidad de explicarme solo aumentó mi irritación.
—¡Aleron! —gritó una voz demasiado entusiasta desde el otro lado. Lo reconocí al instante: Axel.
Me arrastré hasta la puerta y la abrí a medias, todavía medio dormido. Allí estaba Axel, impecablemente vestido, con una sonrisa más radiante que el sol de la mañana.
—¿Qué carajo quieres a estas horas? —refunfuñé
