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1730 Palabras
*RICARDO* Cuando me menciono el nombre sé su padre, eso sí que me tomo por sorpresa, es la hija del nuevo socio de la empresa, y lo último que quiero es joder el trato de mi madre que tiene con él, ¡Dios! Porque me pasa esto, esta chiquilla me va a joder la existencia. —¡Apúrate nos vamos! —Sabes donde vivo. —Si ya tengo una idea. —¡¡Bendito sea a Dios!! Que esperas apúrate, que en mi casa ha de haber un caos. —Salí a empujones por ella— — ¡¡Qué día el mío!! Conduje hasta donde más o menos sé que viven, la chiquilla logro conocer el vecindario, la deje a una cuadra de su casa, lo último que quiero es que me relaciones con una culi cagado, y para rematar joder un trato. —¡¡Llegamos, bájate!! —Pero falta una cuadra para llegar a mi casa. —Pues camina esa cuadra, porque yo hasta aquí llego. —Eres un amargado, y yo que pensaba ayudarte. —Y en que me pensaba ayudar la niña. —A dejar esa vida de ladrón que llevas, iba a convertirte en un hombre de bien. —Jajajaja Tú me vas a convertir un hombre de bien, deja de soñar despierta, ahora vete a tu casa y deja de hacer locuras. —Dije >>IbaEspero que ella cierre la puerta y me siento en mi silla giratoria— —¡¡Habla!! —Jajaja que impaciencia, solo que desde hoy tienes una asistente. —¡Que pendejadas estás diciendo! —Jajaja ¡¡Qué humor!! Mira a petición del nuevo socio, quiere que su hija sea tu nueva asistente, así que tú decides. Tomo la hoja de vida, aún tengo la esperanza de que no sea ella, cierro los ojos para aclararlos más, miro la hoja de vida y lo primero que miro es su rostro, por inercia tiro los papeles al escritorio. —Tan fea es, déjame ver. —Víctor toma el documento y mira la foto y cuando sonríe sé lo que viene—Es una preciosura de jovencita, que suerte la tuya, tener esta chica en tu oficina. Eso taladro mis sentidos, no puede ser cierto, tendré a ese terremoto metida en mi oficina, no eso no lo voy a permitir, tengo que ver la manera de deshacerme de ella, sin perjudicar la sociedad que tengo con su padre. —Víctor, me haces el favor de atenderla cuando llegue. —¡¡Desde luego!! Quieres que yo la asesore. —Si, si eso quiero, tú asesórala. —Será un placer, entonces le dire a la recepcionista que la haga pasar a mi oficina, ¡Te parece! —¡Excelente, es perfecto! Víctor se retiró, me serví un trago, para pensar mejor que hacer, esta chica es un imán de problemas, me va a joder la existencia, y es lo último que quiero, en son de pensar me bebí una botella, le dije a Soledad que no me pasara a nadie, ni llamadas. *AZUCENA* Al llegar al portón de mi casa, mire a uno de los empleados lo llame con cautela y le pedí que me abriera el portón, él inmediatamente lo hizo, entre aprisa, al llegar a la puerta principal mire a ambos lados y mire a la chica que arregla las recámaras, le hice señas que se acercara a mí. —Mi padre se fue a trabajar. —No señorita anda como loco buscándola. —¡Dios santo! ¿En dónde esta? —En su habitación. —¡¡En la mía!!—Ella me indica con la cabeza que si— ¡¡Santa cachucha!! Le pedí a la chica que me ayudara a llegar a mi dormitorio sin ser descubierta, y me avisara cuando mi padre saliera de él, en eso miro que mi padre viene, me escondo detrás de unos enormes jarrones, y lo dejo pasar, la chica me abre la puerta y entro a prisa, cierro con cuidado y doy un suspiro en eso escucho pasos, me tiro al suelo del otro lado de la cama y me enrollo una sabana. —Tú cerraste la puerta. —Es la voz de mi padre— —Señor, es que iba a asear el dormitorio pero la señorita aun esta dormida. —Que dormida va a estar, ese dormitorio está vacío, ¿Dónde demonios se metió? —Señor, ahí está la señorita. —Déjame ver bien. Mi padre entra, como estoy envuelta con la sabana en el suelo casi metida debajo d ela cama, eso  bostezo para que me note. Enseguida escucho sus pasos más cerca. —Pero que muchacha esta, Azucena despierta, te he buscado por todos lados, nunca pensé que fueras tan loca para dormir. —que paso papá, porque tan de mañana este alboroto. —Le contesto sin quitarme la sabana, para que no mire mi atuendo— —Báñate y arréglate que llegaras tarde. —¿A dónde? —A tu trabajo. —Eso sí que me sorprendió, pero no puedo salir y que me vea— —Salgan pues me voy a bañar y vestir y después me cuentas. —Busca un traje sastre, te quiero presentable, tienes media hora. Y con eso escucho que salió de la habitación, me destape y me levante, me sumergí al baño, necesitaba quitarme ese bendito vestido, creo que hasta ceñida me dejo y eso sin contar los moretones por lo que dormí incómoda en la lacena de aquella cocina. Al salir del baño me dediqué a buscar un pantalón de tela y una chaqueta de color azul marino igual al pantalón y una blusa transparente blanca, con mi brasier de encaje, me peiné haciéndome un moño desordenado y un maquillaje suave, estoy con unas ojeras así que las cubro con el maquillaje. Bajo hasta llegar al comedor donde mi padre me espera, le indico si estoy bien para su gusto, a lo cual él sonríe, me siento y como las frutas picadas que me sirven y mi jugo de naranja. —Ahora me explicas, como esta eso que voy a trabajar. —Anoche llegué a un acuerdo con la señora Brown que para amarrar el trato quería que tú fueras parte de la empresa, ya que tus hermanos están ocupados con los otros negocios, y sé que tú eres perfecta. —¿Perfecta para qué? —Me intriga lo que viene— —Para ser la asistente de Ricardo Brown, él te enseñará lo básico y de ti depende aprender y escalar, necesito que cuides mis intereses.  —Entendido, no te voy a defraudar papi, ese señor Brown sabrá de qué estamos hechos los Vargas. —Así se habla, ahora vete que ya se te hizo tarde. —Papi necesito un auto, no quiero depender de nadie. —Está bien mi amor, cuando regreses, iremos a buscarte uno. Lo besé en su frente, soy un poco más alta que él, y salí casi corriendo de la casa, ya uno de los empleados me ha pedido un taxi, me subí despidiéndome, meciendo la mano de un lado a otro. Quede con la boca abierta, es un enorme edificio con todos los ventanales de vidrios polarizados, no sé cuantos pisos tiene, no tengo tiempo para contarlos, me apresuré a la entrada, camino de lo más elegante posible, trato de aparentar madurez en todas mis acciones, miro una señora del otro lado del escritorio de la recepción. —Buenos días, soy la señorita Azucena Vargas, tengo cita con el señor Brown. —Ah la aprendiz, si suba al cuarto piso y le pregunta a la secretaria de ese piso cuál es la oficina del señor. —Muchas gracias. Voy caminando pausada y firme, los tacones hacen eco y trato que no hagan mucho ruido, así que decido caminar en puntillas, eso hace que me duelan las pantorrillas, por fin llegue al ascensor, cuando me subo se me ha olvidado el piso, en eso un empleado también entra al ascensor. —¿Toco el botón del piso al que va? —Es que se me olvido, usted no sabe en qué piso queda la oficina del señor Brown, tengo una cita de trabajo y se me hizo tarde. —Es el sexto piso, déjeme yo lo oprimo por usted. —Muchas gracias. —No se preocupe, el primer día siempre es estresante, la oficina de él es la tercera ala derecha, la secretaria se llama Soledad. —Eres mi ángel, muchas gracias, ¿Cuál es tu nombre? —Soy Federico, estoy en el área de mercadeo, ojalá te vuelva a encontrar. —Desde luego, te debo un almuerzo. —Ah muchas gracias, lo anotaré en mi agenda. —Jajaja eres un buen tipo. —Y tu una preciosa jovencita. ¡¡UPS!! Llegaste, este es tu piso. Que bueno que me encontré con ese chico, si no anduviera perdida, ahora a enfrentarme a mi nueva faceta de asistente de un señor muy integro, tengo que ser muy correcta con él, así cumpliré con la expectativa de mi padre.
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