Capitulo 2

1748 Palabras
Necesitaba correrme. Lo necesitaba con urgencia. No podía creer que hubiera logrado ponerme tan duro, y me emocionaba la posibilidad de una liberación, por muy angustioso que fuera pensar que mi hermanita empezaba a excitarme. Lo atribuí a mi problema: estaba tan excitado que cualquier cosa me habría puesto tan duro. Vacié mi cerveza y estaba a punto de levantarme cuando, de repente, Brooke extendió el pie un poco más de la cuenta, llegando a mi ingle y rozando mi m*****o, ahora completamente erecto. Ese encuentro la sobresaltó, y retrajo los pies en un instante mientras me miraba boquiabierta, desconcertada. Solo podía suponer que tenía las mejillas sonrojadas mientras oleadas de calor me acariciaban la piel, avergonzada. —Josh, tu... tu cosita es— —Me muero de ganas de orinar; por eso es... no es...— Tragué saliva y corrí al baño. Me quedé en el baño, de pie, contra el lavabo, mirándome en el espejo, reprendiéndome por haberme permitido tener una erección tan fuerte contra el cuerpo de mi hermanita. ¿Cómo iba a volver a mi habitación? Sospecharía que sí me estaba poniendo duro por su culpa. Tenía que ir a lo seguro: volver a la sala y fingir que no pasaba nada. Una vez que me ablandé, tiré de la cadena y volví a mi sitio en el sofá. Pero Brooke no estaba. La tele estaba encendida, pero mi botella de cerveza vacía y su vaso de agua habían desaparecido. Supongo que subió a su habitación. Bien. Eso significaba que ya podía atender las urgentes necesidades de mi polla. Estaba a punto de retirarme a mi habitación cuando, al instante, me excité de nuevo al pensar en las preciosas piernas y pies de Brooke. Me recosté, duro como el metal, y me pregunté si debería masturbarme allí mismo, en el sofá. No quería llegar a mi habitación solo para estar blando. Pensar en Brooke y masturbarme allí mismo, en la sala, me excitaba muchísimo. Aún podía sentir su aroma agridulce en la nariz, visualizando sus pies rozando mi polla con movimientos largos y lentos... Sin darme cuenta, saqué mi pene y comencé a acariciarlo con determinación. Experimentaba un nivel de embriaguez que nunca antes había experimentado. Poco a poco, me entregué aún más a la imagen de Brooke: la imaginé sentada sobre mis rodillas con las manos apoyando su peso en la mesa detrás de ella, observando sus suaves pies descalzos apretándome el pene y acariciándolo con amor. Oh Dios, qué buena sensación... Voy a venirme en segundos... No puedo creer que voy a... —¡Josh! Un chillido agudo interrumpió mi orgasmo inminente. Brooke estaba a unos metros detrás de mí, aterrorizada al verme dándome placer en la sala. Sin embargo, no parecía haber visto mi pene al descubierto; estaba demasiado lejos. —¡¿Qué carajo haces aquí?!— grité, mientras intentaba meter mi m*****o agrandado en mis vaqueros. —¡¿Yo ?! ¡¿Qué haces aquí?! —No es lo que crees—, solté. —Solo estaba... eh... Sentí un nudo en... y solo quería... —¡¿En serio, Josh?! Sé lo que hacías aquí; buscar bultos no era lo tuyo. ¿Por qué no haces estas... cosas en tu habitación? —Oh, Dios...— Me puse de pie de un salto y corrí escaleras arriba hacia mi habitación. Estaba tan enfadada y mortificada. Estaba enfadada conmigo misma por masturbarme en la sala, por masturbarme con los sensuales pies de mi hermana. Estaba enfadada con Shannon por darme largas, por no dejarme follarla, por no hacerme una mamada, una paja, ningún trabajo. Lo peor fue que, tras aclararme un poco la mente, retomé el camino: estrangularme la polla y masturbarme a los pies de mi hermana una vez más. Estaba desesperado por liberarme, y era una sensación demasiado intensa como para renunciar a ese orgasmo, ¡y vaya orgasmo!... Me corrí como una manguera imaginándome a mi hermana exprimiendo mi polla con todas sus fuerzas con sus pies bien cuidados, jadeando y gimiendo mientras la rociaba con mi semen... *** Los siguientes días fueron incómodos. Intenté evitar a Brooke lo más posible, ya que me sentía muy avergonzado por aquella noche. Por desgracia, esa noche también desató una pasión oculta en mí: cada vez que pensaba en las piernas y los pies de mi hermana, me excitaba, aunque no podía mantener una erección firme. Tampoco había visto a Shannon en los últimos días. Estaba visitando a su tío esta semana, así que no podía seguir adelante con mi plan: que me chupara la polla o me lamiera los huevos o... Estaba tan excitado. Por suerte, operaba en forex desde el ordenador de mi habitación, así que podía elegir operar en las horas en que Brooke y mi madre no trabajaban. Era el trabajo de mis sueños: operar en forex. Sin un jefe pesado, sin horarios fijos; lo malo era que era difícil obtener ganancias, y mi cuenta inicial de 2.000 dólares que había abierto hacía un año se había vaciado por completo en menos de dos meses. Desde entonces, me había dedicado más tiempo a estudiar el mercado y a observar atentamente las sutilezas del trading, dedicando catorce horas diarias durante seis meses solo a aprender y analizar. Por suerte, ahora podía ganar dinero, lo justo para seguir adelante. Necesitaba una cuenta mucho mayor si quería ganarme la vida, así que planeaba pedirles un préstamo a mis padres, ya que ningún banco me lo habría concedido sin una fuente de ingresos estable. Planeaba seguir operando durante aproximadamente un año más antes de presentarles a mis padres las estadísticas de mi cuenta, para que vieran que estaba obteniendo ganancias constantes durante un año y estuvieran más dispuestos a ayudarme. *** Era miércoles por la noche y estaba en mi habitación operando en el mercado asiático cuando oí que llamaban a mi puerta. —Ocupado. La puerta se abrió. —Dije ocupado—, grité, sin siquiera molestarme en identificar al intruso. —Josh, ¿podemos...podemos hablar? Mi hermana estaba en la puerta, luciendo muy atractiva con su pijama abrigada, compuesta por un top n***o y unos bóxers a cuadros cortísimos. Por desgracia, también estaba descalza, lo que me hizo latir la polla de excitación al instante. Me reprendí por haberme fijado en lo sexy que estaba. Volví a mi computadora. —Ahora no es un buen momento, Brooke. —Bueno... He querido venir a hablar contigo estos últimos días, pero siempre parecías estar muy ocupado con tus... asuntos comerciales. —Si parece un pato y grazna como un pato... —Josh, por favor. Hablar con ella era lo último que quería. Todavía estaba muy avergonzado por aquella noche y confundido por si tenía una erección a diario, por muy débiles y breves que fueran. —¿No puede esperar hasta que…? —Me gustaría mucho hablar contigo ahora. La miré fijamente y supe que no iba a irse. —Está bien; dame dos minutos. Entró después de cerrar la puerta y se sentó en mi cama mientras yo salía de mis operaciones activas con las pocas ganancias que había conseguido. Giré mi elegante sillón de cuero y encendí un cigarrillo. —¿Sí?—, suspiré, rezando para que no mencionara ese incidente. —Entonces... ¿ganaste mucho dinero hoy? —No. —Oh. Um... ¿fue solo un mal día o...? —Brooke, ve al grano; estoy ocupado. —Vale —suspiró—. Quería hablar de... de esa noche. Ya sabes, cuando me pillé... —Sí, lo entiendo. No hace falta... —Lo siento —dijo con una sonrisa tímida—. Supongo que solo quería preguntarte qué te llevó a... Ella se detuvo y me miró con anticipación. —Dios mío —suspiré, expulsando el humo por la ventana—. Estoy cachondo y solo buscaba desahogarme. Eso es todo, Brooke. No hay necesidad de darle tanta importancia. —Entonces tú y Shannon no están... Ella hizo una pausa nuevamente, esperando que yo continuara. —¿Cómo es que eso es asunto tuyo? —Supongo que no, lo siento. —Se removió torpemente en la cama, acomodándose—. Bueno, quería preguntarte qué te puso tan... nervioso esa noche. —Eso tampoco es asunto tuyo, Brooke. Sus grandes ojos color avellana se clavaron en los míos. —¿Fui yo? Me quedé atónito de que lo hubiera dicho. No podía creerlo. Tenía razón, claro, pero no tenía forma de saberlo solo por verme masturbarme. —Brooke, ¿qué insinúas? ¿Crees que estoy tan loca...? —No me mientas, Josh. Sé que te tengo... emocionado. —Dios mío... —Dí dos caladas seguidas y solté el humo por la nariz—. ¿Y cómo has llegado exactamente a esa conclusión? —Bueno, esa noche... te vi mirándome. No quería decir nada, pero te vi con el rabillo del ojo... observándome, y no olvidemos que estabas... bastante duro cuando... ¡Maldita sea, Brooke! No te estaba mirando, y ya te dije que me moría de ganas de orinar. Así que, si no te importa, tengo asuntos importantes que atender. Me giré hacia mi computadora y recé para que ella se fuera. —Aún no he terminado, Josh. Me giré hacia ella. —Entonces deberías darte prisa, porque no tengo tiempo para esto. —Sí, ya lo pensaba; nunca tienes tiempo para mí. ¿Por qué lo tendrías, verdad? No es que yo sea importante para ti. Parecía herida de nuevo, lo que se reflejó fácilmente en el tono de su voz y sus ojos brillantes. —Mira, lo siento. No quise parecer tan... —¿Grosero? ¿Imbécil? Asentí. —Eres importante para mí. Solo estaba...— Di otra calada y suspiré. —¿Avergonzado? Asentí nuevamente, apagando el cigarrillo. —Josh, sé sincero conmigo, no tengas miedo: ¿te estuve… excitando esa noche? —Dios mío —negué con la cabeza mientras miraba por la ventana—. No puedo creer que estemos teniendo esta conversación. —¿Josh? Luché contra mí mismo por otro hechizo antes de suspirar, derrotado. —Sí. Pero no fue... —Lo sabía—, dijo rápidamente, sonriendo con satisfacción. —Brooke, estaba un poco mareada esa noche, y últimamente estoy muy estresada, y... —¿Sexualmente? —Sí, sexualmente. Y por eso no... —Entonces ¿tú y Shannon no lo sois? ¡Maldita sea! Le dije que no era asunto suyo. —No, no lo somos. Todavía.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR