Capítulo 10

2432 Palabras
Capítulo diez. Diana Tiros de gracia. Presiono el gatillo, el estallido de la bala saliendo de cañón llega a mis oídos, la fuerza del arma al retroceder y la bala entrando en la pierna izquierda de Marcus. Se siente normal, cotidiano. Lo he hecho millones de veces, y las emociones al jalar el gatillo han desaparecido casi por completo. Al ser francotiradora, las emociones son lo primero que aprendo a controlar, igual que el ritmo de la respiración; no hay cabida en mí para pensamientos irracionales cuando sostengo el rifle Barrett MRAD. Desvío la trayectoria del arma, observo por el rabillo del ojo el rostro de Marcus. El dolor se desplaza por los rasgos masculinos del topo, el miedo se entremezcla y algunas lágrimas han sido derramadas por las mejillas. Alzo tres dedos, sus ojos se centra en mi mano y mira con pánico como uno de los tres dedos baja lentamente; para después notar como el cañón caliente de la Glock se presiona contra el muslo de la pierna intacta. Sonrió con alegría notando como los ojos marrones de Marcus se desbordan y giran sin cesar. — ¿Listo para colaborar? —Marcus se mantiene callado, con la mandíbula apretada. Tiene agallas, se está desangrando por la herida de bala. Aun así, permanece callado, sin soltar ninguna información importante. Cierra los ojos, los parpados se arrugan y su semblante se contrae. Bajo el segundo dedo, Marcus grita y tiembla debajo de mí. La bala entra en el muslo izquierdo, al ver que permanece callado, presionó el cañón caliente sobre la herida abierta. Los gritos son músicas a mis oídos, los gemidos de clemencia son como el sonido de la brisa. Está ahí, pero no hace ninguna diferencia. —Voy a hablar—grita cuando el tercer dedo baja. Quito el cañón del músculo. La sangre gotea por el metal oscuro y brillante. Alzo una ceja esperando a que diga algo importante. —No sé, donde se encuentra ahora—gruño. —Es en serio—chilla alzando las manos con miedo sobre su rostro cuando muevo la Glock; no le iba a disparar. Solo a limpiar el cañón, odio tener sangre en mis armas. —Desapareció hace una semana, sin dejar ningún rastro. —Sigue, pequeño topo. Dime el último lugar donde la viste. Sé que hablaron. —No—susurra. —Nunca nos encontramos—presiono dos dedos en la herida del muslo, abriéndola poco a poco con movimientos circulares. Marcus grita, la pierna se agita y mis dedos entran cada vez más. —No llego, Marieth no llego al lugar acordado, estaba buscando una tregua con el sur. Ya sabes unir dominios con el jefe. — ¿El jefe? —Si—grita y exclama una maldición cuando saco los dedos. Un suspiro sale del topo y su cabeza cae contra el suelo. Agotado. —Estaba buscando una reunión, tenía alguna información que conseguiría unir el sur y el este. Pura mierda, nada tiene sentido. Cada palabra que sale de su boca es como si estuviera hablando de una persona desconocida; Marieth no es lo que Marcus dice. Él no la conoce, no como yo lo hago. Pero si el informante tiene razón, significa que mi hermana mantuvo una doble vida. Me oculto lo que hacía realmente. Cada vez que volvía a la ciudad después de una misión duraba unas seis semanas, tiempo que pasaba con ella al ser mi único familiar vivo. En cada visita hablaba mierda sobre los distritos y sus regímenes; creo en cada palabra que dije y en lo que he podido ver los pocos meses del año que paso en la ciudad. Son una plaga, la autoridad no es autoridad. Y quienes deberían proteger a los civiles, no deberían tener las manos sucias, pero lo están. He pasado casi siete años en guerra, luchando por estas personas, sin importar quienes sean. He luchado, sangrado y eliminado al enemigo sin importar la nacionalidad; por ellos. Y saber que Marieth pertenece a esa parte, hace que me sienta traicionada, mi hermana ha muerto. Lo que sabía de ella ha muerto. Aun así, la sigo amando. El amor es una mierda; ciego y sin fundamento. —Sabes, pequeño topo. Las guerras y las organizaciones que sostienen el poder, son una mierda. Los distritos están llenos de personas trastornados, las cuales no tuvieron más salida en sus vidas; pero no todos llegaron a los distritos de esa manera—murmuro jugando con el gatillo del arma, nunca suelo darme la libertad para hablar de lo que realmente pienso. —Hay asesinos, ladrones, y locos que disfrutan de la muerte, la muerte es tentativa, más cuando se prueba varias veces. He visto demasiadas cosas, gente llorando y suplicando por perdón, aun así, sigo ahí. Vuelvo al lugar donde lo vi. La violencia y la muerte te trastoca, te convierte en un animal sediento. Es gracioso. —He oído a muchos hablar sobre sus hazañas, ninguno lo ha visto de manera filosófica. Posees una mente demasiado perturbadora, mujer, ni los jefes de los distritos hablarían de aquella manera. —Gracias, creo—se encoge de hombros, parece relajado, pero los hombros se hallan en constante tensión. —Pero no nos desviemos de nuestro objetivo. Sabes, pequeño topo, no me provoques porque aún no obtengo suficiente—alzo el arma dándole un giro en el dedo, las Glock solo tiene un tipo de seguro, tres realmente; pero todos giran alrededor del mecanismo del gatillo. No es el arma más segura, pero es confiable. —Marieth, sigue hablando sobre ella. —He dicho todo lo que sé. —No te creo, eres el topo, sabes todo de todos. Habla, Marcus. Aún tengo varias balas. —Lo juro, te estoy diciendo toda la verdad. No sé nada más de Marieth. —Eres el informante, no esperes que crea, que no sabes nada más, ¿verdad? —presiono la herida del muslo, la misma donde estuvieron mis dedos. La sangre fluye empañando los guantes de látex negros que uso. Los criminales caen por las huellas que dejan, no soy criminólogo o forense, pero tengo el conocimiento básico para saber que algunas cosas se deben hacer con cuidado. Marcus grita y meto un trapo en su boca, acallando el molesto sonido. La presión aumenta cada vez que se niega hablar. —Muaj—gesticula con el paño en la boca, libero la mordaza y gime tratando de acomodar la mandíbula e hidratar la garganta. —Pertenece al este, la parte superior de la pirámide. Es uno de los grandes del distrito de este, no tengo más información. No algo que te sirva para encontrarla, le dicen Clypeus. No es abeja, por si lo estás pensando. — ¿Tiene enemigos? —niega—los grandes siempre tienen enemigos, topo. Dime quien la odia al punto de verla muerta. —El este ha estado aislado durante los últimos quince años. Después de la muerte de su jefe se cerraron a las visitas y tratados de paz, ningún m*****o del sur, norte u oeste es permitido en el territorio del este; no si quieren salir cortados en una bolsa de basura. Hace dos años Clypeus se dejó ver y el jefe del este decidió comenzar la paz con los otros distritos, buscar aliados. —Todos son enemigos. —No. Nadie ha tocado al este en los últimos años. Si esa mujer desapareció debe ser por un m*****o del este o algo de su vida privada. Existen más de un crimen en esta ciudad, mujer. —Gracias por tu gentil colaboración—sonrió, saco cada una de las balas incrustadas. Marcus grita y llora sin tapujo. La extracción de las balas es doloroso, las heridas tienen que ser agradadas y se debe buscar entre la carne del músculo el lugar donde fue a parar. Suelen moverse. —Fue un gusto tratar contigo—guardo las balas, los casquillos y los guantes ensangrentados en una bolsa. Desapareciendo cualquier evidencia que pueda recolectar el sur para saber quién estuvo detrás de atentando. —Maldita—grita, le doy la espalda sin fijarme como cae inconsciente. Las heridas no son graven, tiene un margen de cuarenta y dos horas antes de desangrarse. Camino por los callejones de la ciudad, pensando en toda la información que he conseguido. Una parte de mí quiere negarlo todo y dejar de pensar que Marcus ha dicho la verdad, pero mi lado lógico y racional, no lo cuestiona. De alguna manera cree que es verdad, que Marieth pertenece al este y nunca me había dado cuenta. Entro al apartamento siendo recibida por un ladrido. El perro monstruoso de Marieth corre hacia mí, agitando su cola y las orejas levantadas, yendo en contra de la gravedad. —Quieto, Golden—no obedece. —Roy—nada—Troya, Zeus. Unicornio. Quieto saco de pulgas gruño golpeando con suavidad su cabeza y lomo, esperando que su energía baje. — ¿De dónde viene esa sangre? —me distrae la voz de Harry. Alzo la mirada encontrándome con el rubio, quien me analiza de pies a cabeza. Pensaba que estaba libre de sangre, pero me equivocaba. Otra vez. —Primero se saluda querido Harry—le muestro las balas—estaba haciendo cierto trabajo. —Suenas como un maldito sicario Diana, ¿qué mierda hiciste? —Sacando información al informante, no quería hablar. Me fue imposible no clocarme un poco ruda—suspiro tirándome al sofá. El cuerpo me pesa y sé que no es cansancio físico, no, en este momento me encuentro agotada emocionalmente. —No lo mate—anuncio tratando de calmarlo. Alzo la mano mostrando tres dedos; las únicas balas que use en Marcus, Harry no necesita saber que no fue al único que golpee durante las horas de vigilancia. —Dudo que eso ayude Dith—interrumpe Neft—sabes que Harry considera peligroso cualquier cosa, no entiendo como sobrevives tanto—le dice a Harry. —Ahora, cuéntame, ¿cómo te fue?, por lo que veo conseguiste a quien querías. ¿Qué dijo? —Lo que ya intuíamos—respondo con simpleza. Mi voz sale alterada, enojada y se nota que me siento traicionada. Pero ellos no dicen nada. — ¿Qué intuían? —cuestiona Harry. El rubio es el único del grupo que espera cosas buenas de los demás, así que nunca saca conclusiones antes de tener toda la evidencia necesaria. —Harry, Marieth pertenece al este. Neft tenía razón está unida a los distritos. Su mirada es compasiva, quiere hacerme sentir mejor. Pero es lo último que deseo en este momento. Quiero encontrar a Marieth, sin importar quien sea. —Es alguien importante en el este. — ¿Qué tan importante? —pregunta Neft. —Pertenece a los primeros niveles de la pirámide—los distritos están divididos por un sistema matemático. Cada nuevo m*****o está ubicado en una posición dependiendo de sus habilidades y cuantas misiones haya completado, pero en aquel ritual entran las matemáticas. El máximo poder recaer en el jefe, el segundo nivel esta custodiado por sus manos derecha e izquierda, o sus ayudantes. Como se quieran llamar. El tercer nivel se duplica, así sucesivamente sucede en cada escalón de la pirámide. — Es jodido, entre más alto este en la pirámide significa que su existencia es protegida y si muere desaparecerán el cuerpo hasta el punto que nunca se podría encontrar. Es intocable—murmura Neft levantándose del computador, deja de viajar de página en página y bloquea el servidor. Siempre hace los mismos, en el apartamento hay cuatro computadores y solo uno es el que usa para Hackear. —Si quieres encontrarla, debes entrar al distrito este. Hacer la iniciación y ganarte un lugar, ya que su espacio es considerado sagrado o peligroso. He descifrado una parte de la nota encontrada por Harry, apenas es una secuencia de números. No tienen sentido alguno. Harry me extiende una taza de chocolate caliente, observo como sale el humo de ella. Neft sigue hablando y Harry se suma a la conversación argumentando cada vez que Neft tienen una idea descabellada o que nos llevara a la muerte inminente. No importa cuantos planes armen, siempre seremos descubiertos; estamos jugando contra un enemigo grande y armado; los números están en nuestra contra. — No va a invadir territorio, este—ordena el rubio con voz firme y fuerte. Neft se queja y trata de convencerle de que es la única posibilidad que tenemos. —Será un suicidio—me rio—no te rías, aunque estemos entrenados para situaciones problemáticas, no significa que seamos inmunes, recuerda que somos solamente cuatro soldados. —Los cuatro somos capaces de hacer cualquier cosa—aseguro con orgullo. Confió en mis capacidades y en las habilidades de mis compañeros. —En eso tiene razón—apoya Neft. —Lo sé, pero no quiero meter a nadie en este asunto. Es mi problema y mi hermana la que esta secuestrada, no quiero llevarlos a una guerra sin cuartel. No es lo mejor. —Somos un equipo Dith, si uno va vamos todo y lo sabes muy bien—asegura Neft. La mirada que me dirige es seria y no deja espacio para dudas. —No somos mosqueteros—susurro con burla. —Somos unos dementes—asegura el rubio con una sonrisa burlesca. —La primera línea de ataque, en cualquier lugar y trabajamos juntos o si no nadie va. —Joder Harry, no quiero meterlos en esto—había aceptado que me ayudaran a recolectar pista, al comienzo de todo este viaje esperaba que Marieth solo hubiera tocado la superficie de los distritos, pero cada vez qué nueva información parece las cosas se colocan peor. Estamos hablando de una guerra contra el este y el sur. No sé con exactitud cuántos involucrados haya. —Tienes que darnos la opción ¿Neft quieres ayudar a nuestra adorable Dith? Yo sí, así que cuenta conmigo, no puedes negarte —Conmigo también cuentas, ahora vamos a planear como entraremos al este, cabe la posibilidad que el distrito sur vaya detrás de nosotros, hemos herido a más de un hombre—informo en voz baja. Esperando que no llegue a los oídos de Harry. —No fue grave. — ¿Cuántos? —preguntan al mismo tiempo. —Cuatro heridos—informo—vamos detrás de alguien poderoso en el este, el apodo que usa Marieth es Clypeus, no sé si usar su nombre o seudónimo. Cualquiera de los dos de una alarma en todo el distrito este. Una señal de fuego.
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