La princesa perdida

Anya corre!! grito Liam mientras un Humus detenía su brazo izquierdo con una de sus enormes garras.

-Anya por otro lado se adentraba al bosque corriendo a toda prisa, mientras la sangre corría por su muslo izquierdo. Poco poco sentía como su fuerza vital se iba desvaneciendo, pero no podía detenerse ya que está llevaba consigo el collar Jade y con este toda la esperanza de su pueblo.

-Faltaba poco para llegar al templo de la diosa Xhel cuando de la oscuridad salió un Ignor, una criatura de las tinieblas con una enorme mandíbula que sobre salía de la parte inferior, unos ojos rojos , un pesado cuerpo delgado con enormes patas y garras afiladas cuál cuchillos, Anya conocía muy bien a esta bestia, pues Iris su abuela la había salvado de uno igual años atrás.

Este abalanzó sobre Anya haciéndola caer al suelo. Mientras Anya sentía como poco a poco se queda sin fuerzas para resistir, los colmillos de este se iban enterrando más y más sobre sus brazos. Todo se veía perdido, hasta que...

Anya era una joven que vivía con la gente del bosque en el clan del oso cavernario.

Este pequeño clan se encontraba en las profundidades del bosque n***o, no era particularmente el más amigable de todos los clanes que existían, pero si de los más fuertes, pues sus guerreros eran entrenados desde muy corta edad.

En el bosque n***o existían 4 clanes:

El clan de los Lobo Gélido, El clan del Oso cavernario, Los Mapache gris y los Glotones.

Todos estos clanes eran regidos por los elfos del bosque que eran los que dictaban todas las leyes y las hacían cumplir con justicia, entre estos 4 clanes los lobo Gélido y los Oso cavernario eran quienes tenían el mayor poder militar, a su vez su gente se dedicaba a la magia curativa y de combate, mientras que los Mapache gris y los Glotones tenían el control del comercio y manejo de recursos, magia sobre animales y las plantas.

Eran tiempos de paz, dónde todos los clanes creaban una fortaleza segura y prolifera para todos aquellos que visitaban Atut la capital en busca de comercio y pactar con los clanes por protección ya que fuera del bosque n***o las demás provincias tenían problemas con moradores de la oscuridad.

Los elfos con su magia sagrada habían mantenido a raya esté mal durante siglos, pero la paz igual que la felicidad es algo efímero.

Para Anya vivir con el clan de los osos cavernarios no había Sido del todo fácil, muchas veces se sentía rechazada y fuera de lugar, sentía que algo en su interior no cuadraba con todo ello.

El jefe Tanabok era uno de los más sabios y fuertes líderes que haya existido, pero también de los más crueles en el campo de batalla, un hombre alto de 2 metros, cabello plateado, ojos dorados cual rayo de sol con músculos bien definidos y una mirada penetrante que ponía a cualquiera nervioso.

Seguido acudía a casa de Anya para consultar con su abuela Iris el futuro del clan.

La abuela de Iris era la bruja más fuerte de todos los clanes, durante la ultima gran guerra su abuela Iris fue punto clave en qué obtuvieran la batalla, ya que peleó en campo y curaba heridos, eso le había valido tener un lugar entre los sabios del consejo. Un honor del cual Irit había declinado hace algunos años, pero esto no impedía que el fuera en busca de sus sabios consejos.

Pese a que actualmente ya era una vieja de más de 300 años, seguía teniendo gran influencia en las decisiones del jefe, este le tenía un gran respeto y admiración. Sin embargo pese a todo esto, Anya no comprendía por qué se negaba a enseñarle sobre su magia.

Anya no sabía mucha información de sus padres, únicamente que habían fallecido en la última guerra cuando ella era apenas una bebé, no tenía recuerdo algo pero su abuela se negaba a darle cualquier información al respecto alegando que no tenía caso de hablar sobre el pasado.

Por muchos años Anya se sintió inferior a todos los demás de clan ya que todos los niños aprendían desde niños a identificar que magia poseían y tomaban clases de combate, pero para ella no había nada. Ni clases de Magia, ni clases de lucha, pese a que era nieta de la bruja más poderosa, ella no podía decir lo mismo. Su abuela la limitaba a enseñarle ungüentos, tés y uno que otro remedio de bajo nivel, pero absolutamente nada de como emplear la magia para curar heridas de gravedad.

Por un tiempo Anya temió que no tuviera magia y que esto fuera la causa por la que su abuela se negaba a enseñarle, por miedo a la vergüenza que implicaría tener una nieta sin magia o algún Don especial ya que este no se manifestó en ella a temprana edad como lo hacía con todos.

Esto hasta que un día de manera repentina mientras cortaba plantas para su abuela tuvo una extraña sensación de que algo fluía por su ser, un cosquilleo en la palma de su mano, algo muy extraño que no conocía.......

En un principio Anya pensó que tal vez era una reacción alérgica a las plantas, pero a medida que esto continuaba, dudo en si debía de contarle a su abuela, ya que no sabía cómo iba a tomarlo o si le importaría..