Tras escuchar aquellas palabras, inmediatamente la habitación estalló en caos. —Los Chamanes no son más que un mito. —No existen. —Pero si fuera verdad, y la pareja del jefe fuera uno... —No hay nada sólido que lo compruebe. —Rosh, debe de haber algo más. —¿En qué te basas para decir tal cosa de la pareja del jefe? —Silencio. —ordenó John sin alzar su voz, observando el rostro pálido de su pareja. Inmediatamente todos guardaron silencio, tratando de asimilar y creer en lo que acababan de escuchar. —¿Estás bien, Sam? —preguntó ahuecando con una de sus manos el rostro de su pareja. —Yo... Solo... Recordé lo de hoy en la mañana y luego lo que pasó hace poco —respondió aún impresionado. —¿Puedo saber qué fue eso? —preguntó Rosh interrumpiendo. John gruñó y le dio una mirada enojada

