Repercusiones

2128 Palabras
—Voy a matar a tu jodida hermana —murmuró con furia Cruz en el teléfono que sostenía junto a su oído. La voz de Odin fue silenciosa por un instante antes de responder. —Media hermana, y ¿qué carajo hizo? —Me agredió en un maldito restaurante, me acusó de abandonarla en una clínica de abortos, de golpearla, de romperle el brazo, lo cual asustó a mi jodida cita. ¡Esto era un trato de cincuenta millones de dólares con el padre de mi cita y tu hermana cabrona lo arruinó! —Pateó la llanta de su auto y gruñó furiosamente queriendo golpear algo. Considerando la forma en que muchos de los clientes lo estaban mirando, no se atrevió. —Bueno, le rompiste el brazo —se rio Odin. —Fue un accidente. —Mi papá todavía piensa que intentabas matarla. Quiero decir, no me gusta la mocosa, pero deshacerse de ella me parecía excesivo incluso a mí. —¿Podrías concentrarte, por favor? —casi le gritó a su mejor amigo de la infancia. Él y Odin ya no eran tan cercanos como antes. Se había mudado hace más de siete años y, aunque los primeros años había hecho múltiples viajes de regreso, no había vuelto a Vancouver en más de tres años. Odin vino a visitar a Toronto tres veces en los últimos tres años y las tres veces Cruz estaba triste de admitir que se alegraba cuando su amigo se iba porque estaba por todos lados. Parecía que la falta de concentración del hombre seguía siendo un problema y espetó con rabia: —Presley me jodió y le está costando a mi empresa cincuenta millones de jodidos dólares. Quiero su dirección, y la quiero ahora. Ella y yo vamos a tener una charla sobre límites. —En realidad, no la tengo. —¿No tienes la dirección de tu hermana? —No. —Número de teléfono. Consíguemelo y haré que mi departamento de IT lo rastree. —Tampoco lo tengo. —¿Cómo no tienes su número de teléfono, Odin? Es tu hermana. —Media hermana, y no hablamos. Nunca. Una vez al mes me veo obligado a asistir a un brunch con papá, su puta y su descendencia, pero no tengo a Presley en mi teléfono, en mis r************* ni nada. Ni siquiera podría decirte dónde trabaja. —¿En serio? —Sí. Que se joda. Soporté a papá en visitas de fin de semana ordenadas por la corte y me porté bien con él cuando necesitaba que pagara mi universidad, pero no me meto con Presley ni con su madre puta. No son mi familia. La única razón por la que voy a casa de papá ahora es porque mi abuelo era un bastardo, y puso en su testamento que papá solo paga la mensualidad de mi fondo fiduciario siempre y cuando haga una comida al mes con los tres, pero Presley no es mi hermana, y nunca la reconoceré como tal. —En cierto modo lo es. Comparten ADN. —Que se joda. Se estaban saliendo del tema y Cruz inhaló profundamente. —Quiero su cabeza en una estaca. —Te ayudaría, amigo, pero no creo que después de veintiséis años de no querer saber nada de ella, llamar a mi padre para pedirle de repente el número de teléfono de mi media hermana vaya a pasar desapercibido. Ella es amiga de la hermana menor de Anderson, Sloane. Tal vez él sepa cómo contactarla. —¡Mierda! —gritó impacientemente—. Voy a matarla. —¿Señor? —un trío de oficiales uniformados se acercó a él, pero solo uno estaba hablando—. Recibimos un reporte de una alteración. —Esto no está pasando —gruñó mientras siseaba en el teléfono—, te llamaré de vuelta. —Miró a los policías—. ¿Puedo ayudarles? —Iría felizmente a la cárcel por asesinato si alguna vez ponía sus manos sobre Presley. —Recibimos una queja de un hombre grande de que usted podría estar bajo la influencia de medicamentos. —Ira de esteroides —dijo uno de los policías nerviosamente con la mano en su arma. ¿Era eso una pistola eléctrica? —No estoy sufriendo de ira de esteroides. —Necesitamos ver alguna identificación. ¿Ha estado bebiendo esta noche, señor? —No. Sí. Tomé unos sorbos de una copa de vino, pero esa y una segunda copa de vino me las lanzaron en el restaurante. —¿Por su cita? —No, fue su novia —una persona que filmaba la escena en su teléfono intervino mientras mantenía su cuerpo cerca de su propio vehículo—. Lo atrapó allí con su cita. Abandonó a su novia en una clínica de abortos esta mañana para salir con otra chica. Cerró los ojos y trató de contar hasta diez. —Ella no es mi novia. Era la hermana menor de mi mejor amigo que me estaba jodiendo —su voz se elevó en las últimas palabras. Alcanzó su billetera del interior de su chaqueta y tres armas se levantaron hacia él—. Estoy alcanzando mi billetera para la identificación que me acaban de pedir. —Lentamente. Su mente estaba dando vueltas. —¿Cómo fue que me agredieron y acosaron en el restaurante y la desgraciada que hizo esto…? —Señaló su camisa—. ¿Se fue y yo soy el que está siendo interrogado por la policía? —Pasó su billetera completa al primer oficial que retrocedió rápidamente de él. —Cruz Henry Hawley —el oficial sostuvo su licencia de conducir bajo la luz de la calle y luego revisó la billetera. Quería protestar por la violación de su privacidad mientras el hombre claramente buscaba algo. Resopló impacientemente cuando sacó una tarjeta de visita, un condón y una fotografía de su madre. —No hay drogas. Nos gustaría registrar su auto. —No va a pasar sin una orden. —Podemos arrestarlo por causar un disturbio. —Pues háganlo. Estaré fuera antes de la medianoche y ustedes tres estarán en tareas de oficina hasta que se jubilen porque mis abogados van a presentar una demanda tan grande contra su jefe que no podrá cagar sin asistencia médica. —Cruzó los brazos sobre su pecho musculoso—. Y antes de que se pongan a hablar de más, tal vez uno de ustedes debería buscar mi nombre. El hombre que lo estaba grabando sacó su teléfono y se inclinó hacia adelante. —Eh, aquí dice que es la segunda persona más rica de Canadá y su padre es la primera. Jugó para el equipo de rugby de Canadá en las Olimpiadas. Apuesto a que por eso tiene problemas con los esteroides. —Me habrían prohibido jugar si estuviera usando, imbécil —le gruñó al espectador—. Mi padre es dueño de Hawley Telecom. El idiota de allá que me está grabando probablemente está usando los datos que le paga a mi padre para usar, para violar mi privacidad y transmitir en vivo mi detención ilegal. —¿Ganaste alguna medalla? —preguntó uno de los policías. —No. —¿Fue un honor simplemente estar allí? —el policía que sostenía su billetera se rio con desdén. —Vete al diablo, oficial. —Ya no le importaba—. ¿Me van a arrestar o soy libre de irme? —¿Dónde está la chica? —¿Qué chica? —La denuncia decía que dejaste a una chica en el restaurante, pero perseguiste a otra. Alguien dijo que la vieron siendo empujada a un auto. ¿La hiciste llevar? Los multimillonarios como tú pueden hacer cosas así, ¿verdad? —No la hice llevar. Ella es la hermana menor de mi mejor amigo, y pensó que era muy graciosa y estaba haciendo una broma arruinando mi cita. —¿Tienes a alguien que pueda probar esto? ¿Tienes su número para que podamos preguntarle? —Su nombre es Presley Brookmore. No tengo su número. Tal vez puedan conseguirlo para mí para que mis abogados la llamen y hablen sobre cómo voy a presentar cargos por agresión. —¿Quieres presentar cargos contra una mujer que, según se informó, mide aproximadamente 163 cm y pesa 50 kg? —El policía miró su figura de 193 cm con una ceja arqueada—. ¿En serio? —¿Puedo irme? —No hasta que verifiquemos tu versión. Queremos que regreses al patrullero y esperes hasta que podamos ponernos en contacto con ella y confirmar que no está herida y que no la secuestraste. —¿Cómo demonios la habría secuestrado? ¿Te oyes a ti mismo? Estaba en el restaurante. Ella me sorprendió. ¿Cómo habría organizado secuestrarla si ni siquiera sabía que iba a venir? —¿Acaso los súper ricos no tienen siempre guardaespaldas alrededor? Apretó los dientes con tanta fuerza que estaba seguro de que una de sus muelas se agrietaría bajo la presión. —Estaba en una cita y estoy en una parte de la ciudad donde la mayoría de la gente no sabe quién soy porque no he estado aquí en años. También puedo cuidarme solo. De repente, su teléfono sonó, y lo miró. Un número desconocido. —¿Puedo contestar esto? El policía le hizo un gesto para que lo contestara. —¿Hola? —¡Oh, dios mío, estás siendo transmitido en vivo! —las risas resonaron en el aire. —Te juro, Ladybird, que te voy a pintar el trasero de rojo. —Apretó el teléfono con tanta fuerza que la pantalla debería haberse roto. —Uy, promesas, promesas. Puedo hacer que todo esto desaparezca, pero quiero algo de ti. —¿Qué? —Quiero usarte como portada para mi último libro. —¿Perdón? ¿Qué libro? —¿Desde cuándo Presley Brookmore escribe libros? —Escribo obras de ficción, Cruz. Esta historia en particular es sobre un detective que persigue a un criminal. Acepta estar en la portada de mi libro y hablaré con el oficial. —Está bien. —No. Mira a la persona que te está transmitiendo en vivo y dilo directamente. Lo estoy grabando, así que haré un gran escándalo si lo niegas después. —Está bien. Presley Brookmore, puedes usar una foto mía como portada de tu libro. —Gracias. Dale el teléfono al policía. —Aquí, es Presley, quiere hablar contigo. Pensó que iba a arrancarse el cabello cuando el policía puso el teléfono en altavoz. —Hola, oficial, mi nombre es Presley Brookmore. Cruz Hawley es el mejor amigo de mi hermano mayor, Odin, y hemos estado teniendo una aventura ilícita e increíblemente s****l durante años. Él lo ha estado negando porque, bueno, es siete años mayor que yo y apenas tenía la edad legal cuando empezamos a acostarnos y mi padre se enfadaría si lo supiera. Nos gusta mucho el juego de roles. Quiero decir, realmente nos gusta. Esta noche, nuestra escena era que él estaba en una cita y yo interrumpía la cita, pero me pasé un poco porque ella era mucho más bonita de lo que esperaba, y me sentí un poco amenazada por ella. Se suponía que solo debía lanzar una copa de vino, y lancé dos y salí corriendo en lugar de esperarlo, así que probablemente esté realmente molesto porque está tan excitado por mí. Apuesto a que su paquete está tensando la cremallera. Te juro que es un juego de roles completamente consensuado. ¿Puedes dejarlo ir ahora? Estoy en casa esperándolo para que me castigue adecuadamente. Su boca se abrió cuando su pequeño discurso llegó a su fin. Ella había transformado su voz en un tono seductor y su m*****o reaccionó a ello. Mentalmente reprendió a su pene por siquiera considerar a la pelirroja aterradora, pero luego ella habló de nuevo. —Cruz, cariño, estoy aquí esperando a que me azotes. Estoy vestida con mi arnés de cuero y solo necesito que me ates, grandote. Por favor, apresúrate a venir a casa. Colgó la llamada mientras el policía manejaba torpemente el teléfono. —Uh, señor, lo siento. Um. Tal vez la próxima vez lleven su juego de roles a un lugar menos visible. —El policía le devolvió el teléfono y la billetera y él y sus compañeros retrocedieron lentamente. —Vete al diablo —casi siseó al hombre por tragarse su historia, pero la verdad que había dicho fue ignorada. No le importó, decidió y simplemente quería irse a casa. Se metió en su coche, su pecho se movía agitado, pero no era solo ira lo que sentía al recordar el tono de Presley. Miró hacia abajo, a su m*****o, y gruñó. —Tú también vete al diablo.
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