Sus pasos titubearon al entrar en la casa de sus padres y se cruzó con la mirada de su madre, quien estaba en la cocina con el chef y el ama de llaves, y apretó los labios.
—No sabía que Odin venía al brunch hoy ni que traía invitados.
—Yo tampoco, y ha sido jodidamente encantadora. —Su madre se tragó una mimosa y luego comenzó a preparar una segunda mientras el ama de llaves, Mary, resoplaba en acuerdo con el sarcasmo de la mujer—. Anderson ya está borracho, creo, y Cruz no ha dicho dos sílabas, sin embargo, tu padre y Odin estaban discutiendo sobre dinero. Vine aquí para intentar agarrar un buen colocón antes de volver allá afuera. ¿Te unes?
Ella se rio de las palabras de su madre y luego aceptó la bebida ofrecida.
—¡Arriba! —Tomó un largo trago y luego chasqueó los labios—. Delicioso.
—Gracias. Le dije a tu padre que, si tenía que aguantar la mierda allá afuera, iba a abrir el champán que estaba guardando para nuestro aniversario.
—Trato justo.
Brindaron.
—¿Cómo va el nuevo libro? —preguntó su madre apoyándose en el mostrador.
—Fantástico.
Especialmente con el nuevo diseño de portada que estaba elaborando. Había encontrado una foto de Cruz Hawley en un sitio de fans de rugby después de que se quitara la camiseta tras anotar un try su equipo. Estaba siendo editada intensamente, por supuesto, pero estaba ansiosa por enviarle una copia cuando fuera publicado.
—Mi editor está haciendo la edición final ahora y será lanzado en diez días.
—No puedo esperar para leerlo.
Ella se rio.
—Papá se enfadará. No le gustan mis libros.
—Él aprecia tu arte, simplemente no quiere leer lo que has escrito. —Su madre se inclinó de lado—. Parece que tu padre está llamando. ¿Vamos?
—Sí, debemos —se rio. Caminó delante de su madre hacia el patio y sonrió a su padre que estaba sentado en la cabecera de la mesa—. Hola, papá. —Se sentó en su regazo y le besó la mejilla—. Te extrañé en el almuerzo del viernes. Me plantaste.
—¿Plantaste a tu propia hija? —Odin inmediatamente intervino—. ¿Estabas follando con tu secretaria o algo?
—Sí, de hecho, lo estaba —su padre replicó sin rodeos—. Scarlett ha ajustado su práctica y ha estado cubriendo a mi asistente administrativa que está de baja por maternidad. Ella y yo optamos por hacer novillos el viernes y pasamos todo el día en la cama.
—Ew, papá, no digas esas cosas cuando estoy sentada en tu regazo. —Presley se bajó del regazo de su padre mientras él se reía—. Asqueroso.
Su madre le apretó el hombro riendo.
—Como si fueras una puritana.
—¿Estás bromeando? He pasado toda mi vida entrando en habitaciones con las manos sobre los ojos rezando a Dios no ver carne que no debería ver —se mofó. Evitó la mirada furiosa del hombre sentado frente a la silla que tomó junto a su mamá.
—¿Cuándo te vas de viaje, P? —preguntó su padre mientras se recostaba mientras el ama de llaves comenzaba a poner la mesa.
—¿Te vas de vacaciones? ¿Con el dinero de quién? —Odin le preguntó y lanzó una mirada a Cruz—. ¿A dónde vas?
Casi se rio de lo tontos que eran. Como si no pudiera leerlos ahora y supiera que intentarían sabotear sus vacaciones.
—Sí. Me voy de unas vacaciones bien merecidas. No he tenido un verdadero día libre en casi dieciocho meses. Ya toca.
—¿Qué haces? —preguntó Anderson.
Su padre lentamente giró la cabeza hacia Anderson como si estuviera loco.
—¿No sabes a qué se dedica? La conoces desde su nacimiento, tu hermana es su mejor amiga, ¿y no sabes a qué se dedica?
—Ella no es mi hermana, Sr. Brookmore —Anderson se defendió y lanzó una mirada a Odin, quien se encogió de hombros—. Ni siquiera él sabe a qué se dedica.
—Porque es un imbécil egoísta y narcisista que piensa que es el único que importa en esta familia —dijo Presley sin rodeos y observó cómo los dedos de su hermano se cerraban alrededor de su tenedor—. Por lo general, nuestras comidas forzadas tienen que ver con que papá libere más del fideicomiso de Odin para otro plan que ha ideado o para menospreciarme a mí o a mamá. Solo está aquí porque si no hace acto de presencia, no recibe su mesada mensual. No puede sobrevivir sin el dinero de papá. Sin embargo, estuvo aquí hace dos semanas, y papá liberó su estipendio el mismo día, así que tengo mucha curiosidad por saber por qué estamos bendecidos dos veces en un mes con su encantadora presencia. —Finalmente lanzó una mirada a Cruz y notó que sus ojos estaban completamente enfocados en ella. Interesante.
—Presley, basta —la reprendió su padre—. Compórtate.
—La última vez que estuve aquí, me encerró en la despensa después de que tú y mamá se fueron a jugar al golf. Me vi obligada a romper el pomo de la puerta para salir. Estoy bastante segura de que no soy yo a quien necesitas decirle que se comporte. Es al niño de quinto grado con el que comparto sangre. —Le lanzó una sonrisa burlona a Odin antes de volverse hacia Anderson—. Soy una autora superventas del New York Times con cinco historias número uno en los últimos siete años.
—¡Como si! —Odin cruzó los brazos sobre el pecho—. Yo sabría si estuvieras en la lista de los más vendidos del New York Times.
—¿Por qué lo sabrías tú? Apenas sabes rascarte las pelotas, mucho menos leer un libro, imbécil. —Miró a la empleada doméstica con una gran sonrisa—. Oh, Mary, esto luce delicioso. Muchas gracias. —Le tomó la mano y le besó los nudillos—. Me consientes.
—Lo hago. Además, recibí mi regalo de cumpleaños, Presley. Muchas gracias. Me encanta.
—Me alegra.
—¿Fue tu cumpleaños, Mary? —preguntó Odin—. ¿Qué te regaló la fracasada?
—La señorita Presley me compró entradas para que mi hermana y yo veamos a Neil Diamond en concierto.
—¿Neil Diamond?
—Ya sabes, Sweet Caroline, Love on the Rocks, Forever in Blue Jeans. —Presley observó a su hermano con desdén—. Mary solía ponerlo todo el tiempo mientras limpiaba tus desastres, idiota.
—Eh, no lo recuerdo.
—Porque no se trataba de ti —murmuró Presley mientras levantaba una rebanada de tocino grueso y se la ponía entre los labios—. Oh, dios mío, cocido a la perfección. —Captó la mirada del hombre sentado frente a ella, quien levantó una ceja ante su gemido—. Vamos. No puedes decir que no aprecias un trozo de tocino perfectamente cocido. No está chicloso ni quemado. Está perfectamente crujiente.
—Eres rara —murmuró Anderson.
—Tú sí que sabes de rarezas, fenómeno —respondió ella preguntándose cuándo Cruz se uniría a la diversión de insultarla. En cambio, él simplemente la miraba fijamente al otro lado de la mesa. Le agitó el tocino—. Oye tú, Sr. Roboto, ¿alguien olvidó cargar tu batería anoche? ¿Necesitas un reinicio de fábrica?
—No.
Ella se encogió de hombros, pero antes de que pudiera replicar, su teléfono sonó. Lo sacó de su bolso y sonrió de oreja a oreja.
—Oh, es Marsha.
—Espera… —Odin se lanzó hacia adelante en su asiento—. ¿Mi madre Marsha?
—No conozco a muchas Marsha, imbécil —respondió—. Hola, Marsha, estoy con mamá y papá. Tu hijo, desperdicio de espacio, también está aquí. ¿Qué puedo hacer por ti?
—Hola, Presley. Hola, Gavin, Hola, Scarlett. Hola, mi dulce Odin. ¿Están desayunando?
—Lo estamos. —Scarlett se inclinó sobre el brazo de Presley para hablar por el teléfono—. Deberías estar aquí. Hice las mejores mimosas. Están bajando como jugo.
—Estás bebiendo porque Odin está ahí —Marsha la delató riendo—. Me gustaría estar ahí, pero desafortunadamente, estoy atrapada esperando una entrega. Estoy completamente segura de que el raro del otro lado del pasillo está robando mis paquetes.
—Uf, eso es lo peor —Presley se compadeció—. ¿Qué puedo hacer por ti, pues?
—Bueno, estoy llamando para pedirte en lugar de venir en persona, ya que estoy atrapada aquí, si no te importaría hacerme un favor enorme.
—¡Mamá! —Odin interrumpió la conversación—. ¿Por qué llamas a Presley para que te haga favores?
—Porque es dulce, amable, cariñosa y me gusta, y trabajamos en el mismo edificio, así que almorzamos juntas varias veces al mes —respondió Marsha—. En fin, Presley querida, sé que te vas pronto de vacaciones exóticas, pero me pregunto si tienes tiempo para conocer a alguien conmigo. Es una enorme fan.
Ella le hizo ojitos a su mamá y una gran sonrisa se dibujó en sus mejillas.
—¿De verdad?
—Sí. Se lo conté esta mañana.
—¿Esta mañana? —chilló Scarlett—. La viste esta mañana. ¿Qué tan temprano?
—¿Puedes parar? Gavin, controla a tu esposa —Marsha llamó riendo.
—Como si pudiera —Gavin rio de vuelta.
—¿A qué hora estaba ella allí? —Presley y su madre sostenían el teléfono ignorando los gruñidos de Odin.
—Desayunamos juntas y ella vio mi copia autografiada de Rogue Deserter y preguntó dónde la conseguí. Le dije que tengo toda la colección autografiada, y estaba tan emocionada. Quizás pueda unirse a nosotros para almorzar mañana.
—¡Sí! Me encantaría.
—¿Serás honesta conmigo después de conocerla?
—Marsha, no importa lo que piensen los demás. Si te gusta, es lo único que importa.
—Eso es una tontería. —Marsha se rio de las palabras condescendientes de Presley—. Tu mamá y yo te dijimos claramente que el tipo de la clase de spinning era un imbécil y te gustaba hasta que lo dijimos. La opinión de la familia importa.
—Cierto.
—¡Ella no es de tu familia! —siseó Odin—. ¡Su madre te robó a tu marido!
—Odin, no seas maleducado. Fue hace veintiséis años. Ya lo superé. Tú también deberías. He seguido adelante.
Anderson interrumpió.
—Marsha, ¿eres gay?
Toda la mesa quedó en silencio ante la pregunta grosera.
—Ella no es gay. Yo sabría si mi madre fuera gay —Odin replicó.
—Odin, quizás cuando termines el brunch puedas pasarte a visitarme y podemos charlar mientras espero mi paquete. Presley, nos vemos en el vestíbulo del edificio mañana al mediodía.
—Suena perfecto. Adiós.
Odin miraba con furia a Scarlett.
—¿Eres amiga de mi madre?
—Sí.
Presley miró a su padre y él observaba el intercambio con atención.
—¿Por qué? —Odin preguntó con brusquedad.
—Porque es una gran persona y me cae bien. —Scarlett se encogió de hombros.
—Te acostaste con su esposo y te embarazaste. Le rompiste el corazón, y nunca volvió a salir con nadie. Ha estado sola todo este tiempo.
—Odin… —Gavin habló en voz baja—. Tal vez deberías preguntarte por qué tu madre se siente más cómoda hablando con nosotros que contigo. Le prometí a tu madre que no tendría esta conversación contigo y no vas a presionar a las chicas para que den respuestas que no nos corresponde compartir. Cuando termine el brunch, ve a visitar a tu mamá y habla con ella.
—No entiendo por qué se estaría confiando en esta perra.
—¡Basta! —Presley golpeó la mesa antes de que su padre perdiera los estribos y terminara golpeando a Odin. Ha sucedido más de una vez en los últimos diez años—. Eres un imbécil egoísta. Has pasado casi tres décadas culpándome a mí y a mamá por algo que tu diminuta mente nunca podría entender. Eres tan estrecho de miras y egocéntrico que me sorprende. ¿Cómo alguien tan dulce y amoroso como Marsha o tan amable como papá pudo haber producido una pila de estiércol del tamaño de un elefante como tú? —Se levantó de la mesa—. Necesito un minuto, papá. Discúlpame.
Se inclinó hacia un lado, besó a su madre y a su padre en la mejilla, tiró su servilleta sobre su asiento y se alejó pisando fuerte.