Los ojos de Caleb se abrieron de golpe, mientras su cuerpo se inclinaba instintivamente hacia adelante en su sillón de cuero. ―¿Estás completamente seguro de que fue Kravchenko?― Su voz emergió como un susurro peligroso, cargado de una intensidad que hizo temblar la línea telefónica. ―Sí señor―respondió el subordinado, con su voz cobrando confianza mientras relataba los detalles―El tipo está registrado como “Dimas Smith”, pero cuando fuimos a darle los datos del cliente a nuestra prostituta, ella soltó algo interesante. “Oh, el viejo Kravchenko”, dijo así nomás―Y me llamó la atención porque Absalón tiene casi un mes que no nos contacta, después de todo el asunto de “Dedos”. Así que… podría ser otro Kravchenko o él mismo... no estoy seguro. Pero como usted siempre ha dicho que ese apelli

