―Lo sé ―respondió Saleema con una sonrisa traviesa, con sus ojos oscuros destellando con una mezcla embriagadora de desafío y afecto mientras sostenía la mirada penetrante de Absalón. En ese breve intercambio visual se leía sumisión, dominio, lujuria todo lo que envolvía a la pareja. El pelinegro llevó su gran mano hacia su mandíbula y la apretó con un poco de brusquedad dandole entender a Saleema lo que le venía pronto. Luego, giró entonces hacia Omar, con su rostro adoptando una expresión más seria y con voz grave le dijo: ―Vamos. ―Ok ―la respuesta de Omar fue simple, pero cargada de emoción contenida. Los hermanos Saleema y Omar compartieron una mirada cargada de significado. Ambos anhelaban presenciar la caída de su padre, pero no deseaban su muerte. Una ejecución rápida sería dema

