Sin poder contenerse más, se acercó a ella con movimientos bruscos y depredadores. La levantó de la cama, la tomó por la nuca con una mano mientras la otra apretaba su cintura, atrayéndola hacia su cuerpo con fuerza. Sus labios se estrellaron contra los de ella en un beso hambriento y dominante, típico de su naturaleza tosca. Saleema intentó resistirse al principio, pero luego cedió, con sus manos empujando contra su pecho, pero él la sostenía con firmeza. El beso tenía sabor a posesión, a dominio, a toda esa pasión oscura que caracterizaba a Absalón. Pero justo en ese momento, el estridente sonido de su celular rompió el momento. Absalón gruñó contra sus labios, separándose con evidente frustración. Era Oleh. ―Llegó el medico. ―¡¿Puedes ser menos animal al besarme?! ―No. Saleema susp

