Mientras que, Saleema, dentro de la lujosa ducha de ese baño, había abierto la llave dejando que el agua caliente comenzara a correr sobre su cuerpo como un manto reconfortante. Sus ojos, atentos y con el ceño fruncido, no se apartaban de la puerta, mientras esperaba con una mezcla de temor y una expectación que se negaba a reconocer, por si Absalón decidía entrar para bañarse con ella. Minnie permanecía fielmente sentada justo frente a ella, mirándola fuera de la ducha, observándola con sus ojitos brillantes mientras sacaba su lengüita jadeante, como si pudiera percibir la confusión en su dueña.
«¿Me excité con este asqueroso en mi primera vez?»―se reprochó a sí misma, mientras una oleada de deseo prohibido se mezclaba con el asco y la confusión que la carcomían por dentro.
Cerró sus oj
