Mientras tanto, a esa hora en la mansión de Absalón... ―Tienes que aparecer, maldito. Sé que estás aquí entre nosotros ―gruñó Yaroslav con frustración, mientras sostenía una taza de café humeante en una mano y una laptop en su regazo sentado en su cama. La luz azulada de la pantalla iluminaba su rostro tenso en la penumbra de su habitación. Detrás de él, tocando su trasero, hecha un pequeño ovillo negr0 dormitaba Minnie, la mini pinscher de Saleema. La pequeña perrita había desarrollado una curiosa costumbre de perseguir a Yaroslav hasta su habitación encontrando en él un segundo protector cuando Saleema no estaba. Sus diminutas patas se movían ocasionalmente, persiguiendo algún sueño canino. Yaroslav examinaba obsesivamente la grabación de las cámaras proporcionada por el guardia de se

