Hoy te vi en el gimnasio, ¿Quieres saber algo?
Más de uno de esos desgraciados a tu alrededor, terminaron muy mal.No apartaban la mirada de tu cuerpo y simplemente les enseñé que soy yo el único que te puede mirar.Cariño ¿A caso quieres matarme de un ataque de celos?Verte allí expuesta a que todos esos bastardos vean lo que me pertenece.Porque tú me perteneces.Eres mía.
— M ierda, esto es malo Vero —soltó Ana Alice después de un largo silencio.
Yo no había creído en esa estupidez de carta pero cuando Ana llegó diciéndome de la paliza que había recibido el ochenta y cinco por ciento de los hombres del gimnasio ayer después de que nos fuéramos me eché a temblar.
Kevin uno de sus amigos que se había salvado le había contado todo con detalles, el extraño hombre el cual describía de casi dos metros los había retado y como para afirmar su hombría todos habían pasado por el ring que tenía el gimnasio para terminar de la misma forma, tremendamente golpeados.
—Escribió que eres suya y a jodido a todos los que te han mirado en el gimnasio, esto ya no es divertido y se está saliendo de control, debes hacer algo.
Yo que no había parado de caminar de un lado a otro temblorosa poco escuché las palabras de mi amiga. En mi mente se repetían aquellas últimas palabras que finalizaron la carta, eres mía, ya no desataba su lado animal simplemente ese lado había salido por completo recalándome de su propiedad, eres mía, la cosa se estaba tornando muy peligrosa y ahora mucho más que sabía cuan fuerte podía llegar a ser el psicópata.
—Debes llamar a la policía te está acosando y aquí claramente confiesa que agredió a chicos por mirarte, está loco Vero, ¿Y si sales con un muchacho que te gusta mucho y se enfada entonces te lastima a ti? —Dijo Jaz fuera de sí—, llama a la policía.
Temblorosa asentí y rápidamente Ana llamó al nueve once mientras Jazmín decía una y otra vez que eso era lo mejor.
Pero algo dentro de mí me hacía dudar.
¿Realmente era lo mejor?
¡Dios, claro que lo era!
Estaba comenzando a desvariar.
—Vendrán en cualquier momento, busca las cartas, ellos se encargaran, nadie va a dejar que te lastimen Verónica, eres nuestra mejor amiga y vamos a protegerte ¿Vale?
—Ese enfermo no te lastimará.
Yo asentí para luego suspirar, no entendía que era lo que me sucedía pero sabía que aquel extraño sentimiento no se aferraba a mi cordura.
Algo andaba mal conmigo pero no lo quería admitir.
Una vez que los policías llegaron le conté toda la situación antes de darles las cartas que por alguna razón no quería entregar, pero ellos se encargarían de buscar un indicio de quien podía ser mi acosador.
—Por lo pronto debe mantenerse rodeada de personas señorita, por los momentos él parece no haberse acercado lo suficiente a usted pero no sabemos cuánto dure ese sosiego, vamos a mantenerla informada sobre la investigación.
—Muchas gracias oficial —dijo Ana Alice ya que yo no iba a decir nada más y mientras mi amiga los acompañaba a la puerta Jazmín se dedicaba a acariciar mi cabello tratando de calmarme.
—No van a dejar a nadie cuidándome —susurré una vez que escuché la puerta cerrarse y los pasos de Ana caminar hacia donde estábamos.
Enseguida Jazmín me abrazó y Ana se unió después sintiéndome más segura con ellas de mi lado.
—Ellos se han ido pero nosotras nos quedamos ¿Vale? Somos chicas con garras —guiñó un ojo hacia mi haciéndome sonreír levemente—. No vamos a permitir que un psicópata mancille a nuestro bebé.
Hice una mueca ante sus palabras ya que yo era mayor que las dos pero ellas no parecieron recordarlo.
—Llamaré a Amos, él nos protegerá.
—No lo molestes Jaz, suficiente tiene con que lo dejes por estar aquí conmigo.
— ¡No días tonterías, Amos te quiere tanto como yo! Tú tranquila, ya vuelvo.
Suspiré antes de posar mi vista en Ana quien me miraba con una curiosidad que me puso en alerta.
—No querías entregar las cartas ¿No? —y antes que pudiera negarlo ella habló—. Vi tu renuencia, tampoco querías denunciarlo ¿Qué está pasando? Te conozco y creo que sé lo que está en tu cabeza.
Frunciendo el ceño me levanté del sofá nerviosa.
—No tengo idea de lo que hablas.
—Hablo de que por alguna extraña razón parece gustarte ese jueguito con este chico —habló con seriedad—, sabes que voy a apoyarte en todo lo que hagas, pero esto…
—Esto no tiene discusión Ana, gracias por quedarte pero me siento mal y no quiero discutir cosas absurdas —añadí con tono rudo.
Sabía que no se lo merecía, que ella más que yo lo sabía bien, Ana Alice me conocía como nadie pero no iba admitir eso tan horrible que estaba sintiendo.
—Amos viene en unos minutos… ¿Pasa algo?
—No, Verónica tiene sueño y es mejor dejarla descansar.
Jazmín asintió como si no se tragara todo aquello pero no dijo nada.
—Buenas noches chicas, y gracias por ser tan buenas amigas.
*
—Alfa, necesito decirle algo —dijo Kaden nervioso llegando frente a él.
Sin poder evitarlo gruñí con fastidio levantando la vista de mis papeles a él, Kaden removió su cabello más nervioso de lo usual y supe que aquello se trataba de Verónica, mi compañera pues de no ser así él no se encontraría de esa forma.
Fuera de control ante cualquier cosa que le hubiera pasado a mi luna me levanté tomándolo por el cuello para azotarlo contra la pared con fuerza.
— ¡¿Qué pasa con ella?!
—Alfa, ella lo ha denunciado por acoso.
Simplemente suspiré volviendo a la calma y dejé caer al muchacho al suelo.
Kaden había tomado el puesto de su padre quien había muerto en batalla, era el beta más joven de todas las manadas pero a mi poco me importaba, el chico sabía lo que hacía aunque a veces me fastidiara que fuera tan dócil y obediente, normalmente los lobos no somos así, quizás debía tratarse a que él era un híbrido debido a que su madre era una humana.
—Levántate.
Demandé sentándome de nuevo en mi escritorio.
—No me importa que me acuse ante la policía —ladeé una sonrisa ante lo que había hecho mi luna—, podemos controlar a los humanos, ellos nunca sabrán de mi.
— ¿Qué debo hacer entonces Alfa? Amos está en su casa protegiéndola
Contuve un gruñido de desaprobación ante ello, no debí decirle lo que había hecho con esos bastardos mirones del gimnasio, ahora tenía a Amos metido en la casa de mi mujer y aunque bien supiera lo que sentía el humano por su compañera nada me quitaba la sensación de que otro hombre que no soy yo esté en la casa de mi hembra, mi lobo desaprueba esto.
—Dile a Amos que mantenga sus distancias, nadie que no sea yo va a tocar a mi mujer, también haz que invente cualquier excusa para que las amigas de Verónica se vayan de su casa me gusta que su olor se mantenga y no esté mezclado cuando voy.
Porque si, yo iba siempre que podía a verla obviamente sin que ella lo supiera.
—Voy a escribir otra carta para ella, déjala en su habitación, no quiero que nadie más la lea ¿Entendido?
—Sí, alfa.
—Esta noche es la batalla contra luna azul, no quiero fallos díselo a Rakish…
Ante esto el chico se vio más entusiasmado.
— ¿Pelearemos contra…?
—Tú no—dije con dureza—. No voy a confiarle mi luna a nadie más que a ti.
En mis primeras palabras bajó la cabeza, avergonzado pero cuando dejé de hablar sonrió hacia mí.
Puede que Kaden sea muy joven además de hibrido no obstante es un lobo sumamente fuerte.
—Le prometo que voy a proteger a nuestra luna alfa, nada malo va a pasarle.
—Más te vale o pediré tu cabeza en bandeja de plata al estilo de Salomé, Kaden ¿Lo sabes, verdad?
Él me miró antes de asentir.
*
No había podido dormir nada.
Daba vueltas por la cama sin conciliar el sueño.
Sentía algo extraño en mi pecho… como si algo fuese a ocurrir, esa sensación no se quitaba entonces me levanté por un poco de agua justo cuando lo hacía vi una carta deslizarse por debajo de la puerta de mi habitación alertándome y no me importó nada, corrí enseguida hacia la puerta, tenía que descubrirlo, conocer su rostro, saber quién era.
Pero él parecía no tener los mismos planes, cuando escuchó la puerta abrirse comenzó a correr hacia la ventana.
Tuve poco tiempo para admirar su contextura alta y delgada pero musculosa, lo seguí lo más rápido que pude hasta tomar un trozo de cuero de su chaqueta y tirar del mismo aunque esto no sirvió de nada, él no se detuvo.
— ¡¿Piensas matarte loco?! ¡Estamos en un cuarto piso!
Pero él no habló y siguió su camino a la ventana.
— ¡Muéstrame quien eres!
Entonces de un movimiento él se lanzó por la ventana, inevitablemente gemí aterrada y mi curioso interior me obligó a ver su cuerpo que debía estar ya muerto por la caída pero para mi sorpresa él se había agarrado al balcón de abajo por el cual subió sin problemas y entró evitando mirarme.
Yo observé todo boquiabierta, ¿realmente había presenciado eso?
— ¡¿Qué pasa?! —preguntó Ana llegando a su lado con Jazmín y Amos detrás.
Creo que mejor me cuido yo misma.
Me di la vuelta para encararlos y sonreír a medias.
—Nada, no tenía sueño.
—Te oímos gritar —murmuró Jazmín desconfiada.
—Es que vi una cucaracha, ya sabes como me pongo.
Los tres asintieron mirándome pero no parecían muy convencidos.
—Voy a mi habitación.
Y rápidamente me escabullí, no iba a decirles de la nueva carta ni de que había estado tan cerca de mi acosador que casi lo había visto ¡j***r, lo había olido!
Aunque de cierta forma me decepcionó no encontrar en su piel ese alucinante olor a hombre y a sándalo tan característico en sus cartas.
Tomé la número seis en mis manos y rasgué el papel para finalmente leer.
Joder, se que tienes miedo de mi preciosa.
Pero debes saber que nunca te haría daño.
No tienes porque denunciarme a la policía.
Ellos dijeron que te mantuvieras rodeada de gente, pero eso poco me importa porque, Verónica, mis ojos solo están en ti y en tu dorada piel.
¿Qué se sentirá hundirme en ti y hacerte gemir hasta que ambos estemos saciados y sudorosos?
Desatas mi lado animal Verónica.