CAPÍTULO 3

1513 Palabras
—¡Adriana! —Gabriel corrió tras su amiga, quien después de la cena y las felicitaciones de sus padres había corrido fuera de la Finca. —¡Déjame tranquila Gabriel! Que parte de la palabra ¡No!, no te quedo claro, no tenías derecho a comprometerme, de esa manera —Adriana, se detuvo de manera abrupta, su corazón latía fuerte, se sentía utilizada, traicionada. —Perdóname Adri, por favor, no quiero casarme con Azucena —dijo con frustración —Si tanto amas a Ágata, renuncia a todo y vete con ella —dijo molesta —No puedes hablar en serio Adriana, por favor —era consciente del carácter explosivo de Adriana como también del inmenso cariño que les unía. —No puedo ser tu esposa Gabriel ¿Has pensado en la posibilidad de que este enamorada? —preguntó girándose hacía la oscuridad, para evitar que Gabriel viera en sus ojos el amor que le tenía. —¿Bromeas? Tú no puedes estar enamorada —la sensación que recorrió su cuerpo ante las palabras de Adriana, le hicieron sentir extraño. —¿Por qué no puedo? Tú amas a Ágata ¿Qué impide que yo pueda amar a otro hombre? —Gabriel arrugo la frente, sus ojos negros parecieron brillar, pero nadie estaba viéndolos para prestar atención a las emociones que habían en ellos. —¿Estás enamorada? —preguntó, después de un largo silencio, donde el cantar de los grillos fue lo único que se podía escuchar. —No, no lo estoy —tragó el nudo que se había formado en su garganta, jamás admitiría que estaba enamorada. Conocía a Gabriel y estaba segura que él no la dejaría tranquila hasta averiguar el nombre de ese hombre. —Entonces qué te impide ayudarme —preguntó un poco más relajado. —Es una boda Gabriel, no es cualquier cosa —dijo un poco más calmada —Lo sé Adri, pero si no eres tú, estaré perdido, sé que no tengo derecho a pedirte esto, pero piensa  que será un año nada más, si logró demostrarle a mis padres que soy muy capaz de sacar la Finca adelante y que siga siendo la número uno en la región, estoy seguro que no tendrán impedimento para aceptar mi relación con Ágata —Ella cerró los ojos, tratando de que sus lágrimas no abandonaran sus ojos. —Déjame pensarlo esta noche —camino a paso lento, de repente se sintió cansada de todo. —Te acompaño —se ofreció, era una noche sin luna y los caminos podían ser peligrosos. —Prefiero que no Gabriel, necesito pensar sin que sienta presión de tu parte necesito, estar lejos de ti, buenas noches —Gabriel la observó marcharse, sintiéndose incómodo, no tenía ningún derecho a aprovecharse de ella, sin embargo no iba a dejar ir su oportunidad para ser feliz. ⧓⧓⧓ —Estoy sorprendida, no me esperaba una noticia como esta —Delia intuía que todo esto era una mera trampa de su hijo. Había hablado con Adriana por la tarde era imposible que ellos mantuvieran una relación oculta, pero Adriana era mucho mejor elección que Azucena. —También lo estoy, pero la noticia realmente me hace feliz Delia, Adriana es la mejor elección de Gabriel —Delia se giró, para ver a su marido desde el tocador —¿Qué dices? —No me hagas caso mujer —sonrió para tranquilizarla, él guardaba un secreto y la boda entre su hijo y su ahijada aliviaría su carga. —Mañana mismo iré donde Adriana, tres semanas es muy poco tiempo para organizar una boda —sonrió mientras volvió a ocuparse de remover su maquillaje. —Estoy ansioso porque llegue ese día —Agustín se acomodó satisfecho en la cama. Había pensado en proponer a Adriana, pero conociendo a su hijo le llevaría la contraria tal como había hecho. No engañaba a nadie con su apresurada elección, no cuando había dicho a gritos que Ágata era la mujer que amaba, pero confiaba en que Adriana se hiciera con el corazón de su tonto hijo. —Tengo una duda —Delia se metió a la cama, pero había algo que no la dejaba tranquila —Dime amor —Agustín se acomodó mejor para poder abrazar a su esposa. —¿Azucena? —Azucena, le dará clases a los niños de la Finca, las distancias y los peligros a los que pueden estar expuesto y sobre todo la negativa de sus padres a que tengan educación me ha obligado a imponerlo —Delia se sintió tonta —Creí que —Lo se amor, lo siento, pero nuestro hijo siempre necesitará un empujoncito a las buenas cosas —sonrieron con complicidad. ⧓⧓⧓⧓ —Estoy bien, te lo juro —Adriana mintió, se cambió de lado el móvil mientras preparaba un desayuno improvisado. Había pasado una mala noche y sus ojeras eran prueba de ellos. Rogaba porque Gabriel no se apareciera hoy como todos los días lo último que deseaba era verle la cara. —¿Cómo? —preguntó, no había escuchado la pregunta de su amigo, por estar pensando en Gabriel —¿Vendrás? —retiró el cuchillo de la mesa, no quería herirse accidentalmente con lo distraída que estaba. —Estaré encantada de tenerte de visita —sonrió. James no solo había sido su compañero de salón, era su amigo y compañero de habitación durante el tiempo que estudió fuera. Amaba pintar y Agustín le había complacido enviándola a la ciudad a la escuela de Arte, habían sido algunos años separados de Gabriel, reuniéndose únicamente en navidades y semana santa, pero su relación nunca cambió. Hasta hoy corría el riesgo de romperse para siempre. —Perdón James —sonrió, sin darse cuenta que Gabriel estaba parado en el marco de la puerta con la frente arrugada y los ojos relampagueando de enojo. —¿Quién es James? —preguntó sin importarle que aún estuviera atendiendo la llamada. —Te llamo luego, por supuesto también te quiero, cuídate, adiós —cortó la llamada bajo la atenta mirada de Gabriel. —¿Qué haces aquí? —estaba aún molesta y se lo haría saber con todas sus letras. —No has respondido mi pregunta —dijo, evitando responder, sabía que ella sería difícil de contentar y sobre todo de convencer pero ya no había marcha atrás, sus padres estaban encantados y durante el desayuno no habían hablado de otra cosa que no fuese a boda. —No tengo porque, eres mi amigo, no mi novio Gabriel —Desde anoche soy oficialmente tu prometido —se burló al verse ignorado —¿Por qué lo dices tú? —preguntó, sentándose a la mesa y picando la fruta que había preparado. —Por qué lo digo yo —sonrió, sentándose a su lado y robando un trozo de melón. —Pensándolo bien no es mala idea ser tu esposa —Gabriel dejó de masticar y le puso mayor atención —¿De verdad? —sería feliz si ella accediera sin tener que rogarle, cosa que estaba dispuesto a hacer, no se casaría con nadie que no fuera ella. —Sí, quiero la mitad de la Finca —dijo sería —¿Estás loca? —abrió los ojos, esta no era su mejor amiga. —Estoy asegurando mi futuro. Piénsalo, tengo que casarme contigo durante un año para que tú recibas tu herencia, cuando eso suceda, te largaras con tu amada gata, perdón Ágata y ¿yo que? No voy a soportar un año completo, escuchando tus ronquidos espantosos durante 365 días que dure nuestro matrimonio de gratis —se mordió el labio discretamente para no reírse de la cara que Gabriel había puesto. —¿Ronquidos espantosos? —preguntó —Sí, sin contar algunas otras cosas más ¿lo tomas o lo dejas? —¿Dónde está mi mejor amiga? ¿Qué hiciste con ella? —preguntó medio enfadado —Creo que sufrió un infarto anoche, cuando alguien anunció su matrimonio sin contar con su consentimiento —Adriana —Gabriel se puso de pie para rodear la mesa —Te lo pido, por favor, te daré lo que pidas —“Quiero tu corazón” pensó, pero jamás sería tan valiente para decirlo en voz alta. —La mitad de la Finca, es lo justo ¿no te parece? —sabía que Gabriel no iba a aceptar tal petición y esa sería su mejor manera de salir victoriosa de esta encrucijada a la que había sido arrastrada en nombre del amor por Ágata. —¿Estas segura que no es una broma? —preguntó, se puso serio al ver el rostro decidido de Adriana. —Ninguna broma, en esta historia tendremos que ganar los dos —aseguró, no era lo que ella quería de él. —Está bien Adriana, comprendo —Adriana, no pensó que sería tan fácil librarse de este falso compromiso —Es bueno que entraras en razón —sonrió con ánimos —Tendrás la mitad de la Finca dentro de un año, y en tres semanas te convertirás en mi esposa… 
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