Prólogo
Años atrás, en tiempos
de prosperidad
El día había terminado, dándole paso a una noche fría y lluviosa, un pequeño pueblo se encontraba escondido en un inmenso bosque, los habitantes sabían bien que una noche lluviosa podía traer muchas tragedias, así que decidían mejor quedarse en sus casas a salvo con sus familiares. Otros, muy pocos, salían ya que las fuertes lluvias solían traer grandes peces a las orillas del río.
Unos pocos hombres se encontraban en las orillas, por alguna razón la cantidad de peces disminuyó, las anteriores veces habían tenido suerte, pero está vez algo andaba mal. Incluso empezaron a dudar de sus amuletos de la suerte. Sin embargo, días antes una mujer ya grande de edad había estado prediciendo algunas cosas que muchos tomaron como estupideces.
Aquella anciana pronunciaba:
— Bestias terroríficas arrimarán a las orillas de todos los ríos, el mar se unirá con la tierra reclamando lo que le fue arrebatado — decía constantemente.
Más nadie la escucho, aun cuando se paseaba por todos los rincones del pueblo, nadie le creía o al menos eso parecía. Pues era de esperarse, aquella anciana había terminado sola cuando supuestamente empezó a delirar, caminaba de un lugar a otro desde su juventud a su vejez.
Muchos la catalogaban como una loca e incluso un apodo tenía. La loca del mar. Pues en muchas ocasiones se le veía vagar por las orillas del mar por muy pocos pobladores que llegaban hasta haya, solía quedarse en un punto fijo y hablar tonterías que nadie entendía.
Más aquella noche en la que los pescadores se encontraban con aquella duda la mujer apareció, repitiendo lo mismo que anteriores días. Sin embargo, está vez dijo algo de más.
— Ellos atormentarán a todo ser viviente que se atreva a interponerse en su camino, arrasarán con todo — anunció, para después ir a la orilla del río, el cual había crecido por la tormenta.
— ¿Qué hace? — grito un hombre.
— Es peligroso — advirtió en un grito otro hombre, pero entonces algo inesperado sucedió.
Ruidos extraños se escucharon, la tierra tembló, los árboles se movieron y con ellos algunos pájaros tomaron vuelo, los truenos sonaron como nunca y los relámpagos cayeron una vez se escuchó aquello desconocido.
— Ya están aquí — con el rostro lleno de temor miro a la nada, sin embargo, fue lo último que pronunció la anciana, antes de empezar a caminar a la orilla.
— Espere — intentaron ayudarla más ella tomó impulso.
Los hombres corrieron para intentar salvarla, más no pudieron hacer nada, ella caía, de pronto algo enorme surgió de las turbias aguas tragándose de un solo bocado a la mujer, los hombres se sorprendieron al contemplar al enorme animal.
— Dios — exclamo uno al mirar como otros monstruos salían de las profundidades del río el cual para su mala suerte estaba llenando sé cada vez más.
La sorpresa fue notoria que muchos se quedaron quietos, otros por su parte salieron huyendo para avisar a los demás en el pueblo. Los que se quedaron a presenciar la llegada de aquellos inmensos animales desconocidos quedaron mudos de solamente ver cómo se sumergían, uno tras otro como si hiciesen un baile.
De pronto la tierra volvió a temblar poniendo en advertencia a quienes se encontraban cerca, pues ellos habían llegado y no pensaban irse fácilmente, pero la pregunta era ¿qué buscaban?.