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Crucero de amor con el CEO

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oscuro
los opuestos se atraen
chico malo
drama
misterio
Oficina/lugar de trabajo
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intro-logo
Descripción

Ana Leticia aceptó la misión más arriesgada de su vida: subir al crucero más lujoso del mundo para auditar al capitán, un hombre intachable en apariencia… pero bajo sospecha de liderar una red de tráfico ilegal. Lo que debía ser un trabajo rápido se convierte en una pesadilla cuando el barco zarpa sin aviso y queda atrapada en altamar por seis meses, rodeada de secretos, lujo y mentiras.

El capitán la observa con una intensidad desconcertante. Él no sabe quién es ella… pero ella empieza a preguntarse si realmente sabe quién es él. Porque cuanto más se acerca a la verdad, más peligroso se vuelve ese hombre que, tal vez, no solo está ocultando crímenes… sino también un deseo tan oscuro como irresistible.

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1.Prólogo.
— Escúcheme bien, capitán Gabriel Morales — le dijo el hombre a través de la llamada telefónica y Gabriel apretó los puños — haga lo que le ordeno y le prometo que no le haré daño a su hermanito. — — Ya todo está listo — se sentía humillado y sucio, pero debía proteger a su hermanito. — ¿Ya tiene la mercancía camuflada en el crucero? — Si . — Bien, en un par de meses de viaje, se encontrará con mis hombres, usted les entregará la mercancía sin que nadie se de cuenta y si lo logra liberaré a su hermano… — Si le hace daño… — No le haré daño si usted cumple su misión de transportar mi drogas — Gabriel caminó con estrés por el puente de mando — tengo información, uno de mis espías me informó que un m*****o de la asociación irá para allá. — ¿Sabe sobre la mercancía? — preguntó asustado, si lo atrapaban con eso lo llevarían preso ¿y quién cuidaría a su hermanito? — No lo sé, pero un m*****o de la asociación en su crucero es peligroso, si lo atrapan, mato a su hermano. Así así que yo le aconsejo que zarpe ahora mismo antes de que esta persona aborde. Capítulo 1. — Ana, escúchame bien — le dijo su jefe — debes subir al barco, pero debes ser muy discreta, nadie puede darse cuenta de lo que vas a hacer, ni siquiera el capitán, sobre todo él — Ana Leticia contuvo el aliento, se sentía nerviosa y ansiosa, así que apretó el teléfono contra el oído. — No entiendo por qué debo hacer esto yo — recriminó a su jefe mientras caminaba por el muelle. — Porque si involucramos a la policía puede ser perjudicial para la asociación. Tú eres la auditora en jefe de la asociación de cruceros vacacionales del caribe, así que debes hacer esto, si es verdad lo que dice esa denuncia anónima, el capitán de ese crucero es no solo un criminal asesino si no un genocida, así que debes investigar, debes analizar si es conveniente que el barco zarpe por seis meses sin tocar tierra comandado por un hombre así , hay diez mil pasajeros que hay que cuidar. — Por eso creo que es mejor hablar con la policía… — No, Ana leticia, si la policía llega, puede cancelar el viaje, eso representaría millones en perdidas para la asociación por comisiones, así que sube a ese crucero y no dejes que se vaya hasta que averigües si el capitán es peligroso — Ana colgó la llamada estresada. De no ser por su fobia a volar, hubiese seguido en su antiguo trabajo… pero era una historia larga y no le apetecía pensar en ella ahora. El crucero Invictus era el más grande del mundo y partía después de medio día con diez mil personas… eso si Ana daba la autorización. Cuando llegó a uno de los embarques se quedó esperando a que el encargado discutiera con una mensajera. — Ya le dije que debo entregarle este paquete al capitán — decía la mensajera, pero el hombre negó. — No, no puedo dejarla pasar, así que tendrá que regresar — Ana se adelantó y le enseñó la credencial al hombre del embarque. — Soy Ana Leticia Vadell, auditora en jefe de la asociación de cruceros vacacionales del caribe o la ACVC, tengo que hablar con el capitán de forma urgente — el hombre miró su credencial y asintió, dándole espacio. Ana cruzó, pero cuando dio un paso al frente escuchó: — Señor, si tengo que regresar con este paquete, me van a despedir — dijo la joven así que Ana se volvió. — Yo me voy a encontrar con el capitán, yo le entrego el dichoso paquete. — ¡Muchas gracias! — le soltó la joven al borde del llanto y le dio el paquete. Ana se volvió hacia el hombre encargado — Este barco no sale sin mi autorización, es una orden de la asociación — él asintió. El crucero Invictus era la cosa más impresionante que Ana Leticia hubiese visto, No solo era un barco, parecía una ciudad completa, tan grande que ocupaba casi todo a su vista. — Disculpa, ¿podría decirme dónde puedo encontrar al capitán? — le preguntó a una m*****o de la tripulación, la mujer se encogió de hombros. — La verdad, no lo sé, el capital siempre ha sido disperso, debe estar terminando los últimos detalles antes de marchar, nos vamos por 6 meses sin tocar tierra — Ana Leticia apretó el paquete — si quiere puede darme el recado — pero ella negó. — Tengo que hablar directamente con él — La mujer se encogió de hombros. — Bien — le indicó exactamente dónde quedaba el puente de mando — el capitán debe estar ahí antes de que el barco zarpe, así que tiene que esperarlo. Ana salió corriendo, tenía que llegar lo antes posible, no podía partir del barco con ella arriba, ella debía detenerlo de ser necesario, pero ¿Cómo podría averiguar en unos minutos si la denuncia anónima era real? Se topó con cientos de personas en el camino, subió escaleras, recorrió pasillos y preguntó a más miembros de la tripulación el lugar. Era tan asquerosamente enorme que podía perderse en cualquier momento. Llegó al puente de mando que estaba cerrado y miró por uno de los vidrios, el lugar estaba solo, así que el timón estaba inmóvil y adentro no había a quién preguntar, así que se quedó afuera esperando, pero pasaron dos minutos y el capitán no llegaba. Salió a buscar a algún m*****o de la tripulación, pero no encontró a nadie, hasta que un grupo de hombres llegó al puente. — ¿Dónde está el capitán? — En abordaje, nos dio la orden de iniciar la marcha ahora — Ana pudo haberle dicho quién era y que bajo su orden podía atrasar el viaje, pero no le pareció conveniente, su jefe le dijo que debía realizar la tarea en total confidencialidad, así que le entregó el paquete al hombre y le indicó que era del capitán, luego dio la vuelta y corrió — Disculpe, tiene que ayudarme, ¡tengo que bajar de aquí ahora mismo! — le dijo a un m*****o de la tripulación alto de cabello oscuro con la piel muy blanca. No podía quedarse, ya no había tiempo para hablar con el capitán, que su jefe se encargara del asunto. —Por allá — le indicó. Ana salió corriendo, mientras lo hacía el barco sonó su claxon con tanta fuerza que ella dio un salto y casi cae al suelo. Corrió y corrió y cuando salió de nuevo al exterior el barco ya había zarpado. — ¡No puede ser! ¡no puede ser! — dijo, las personas se arremolinaban en el corredor para despedirse de sus familiares en el muelle. Ana los empujó de un par de codazos hasta que logró llegar a la baranda. No, ya habían partido, estaba a más de cien metros de distancia del muelle. Regresó por sobre sus pasos con el corazón acelerado esquivando a las personas y llegó hasta la parte trasera del barco, allí había menos gente. — No puede ser que vaya a hacer esta locura — dijo comenzó a subir por la valla, luego se giró hacia el océano. No podía quedarse en el barco, ¿Cómo le explicaría al capitán su presencia? Si era verdad que era un asesino, su vida podía correr riesgo, ella era la única abordo que conocía ese secreto. Solo tenía que saltar y nadar esos 150 metros hasta el muelle. ¿Qué malo podría pasar? Miró hacia abajo, el mar estaba muy lejos, pero no tenía otra opción, así que respiró contuvo el aliento y saltó. — ¡Espere! — escuchó la voz de un hombre que le gritó, pero ella ya estaba en el aire. Un fuerte agarre se afianzó a su muñeca y la detuvo, Ana miró hacia arriba y logró ver unos centelleantes ojos verdes que la observaban, luego osciló como un péndulo y cuando golpeó el casco del barco se fundió en la oscuridad. Creyó que habría pasado máximo un minuto, aún tendría tiempo de saltar o de hacer algo para llegar al muelle, o avisar a su jefe para que detuviera el crucero, así que abrió los ojos de golpe y lo primero que se encontró fue que estaba en una cabina lujosa, pero pequeña, sobre una cama blanda y con un un trozo enorme de hielo sobre la frente. — No puede ser — dijo y salió de la cabina a trompicones, su celular no estaba en su bolsillo. El corazón se le aceleró cuando salió hacia al pasillo exterior. Caminó hacia la baranda y miró el mar abierto. Ya no estaba en el muelle, el atardecer se veía en el horizonte así que debió haber pasado por lo menos unas cinco horas inconsciente. —Ay no — murmuró, aterrada. Alguien carraspeó la garganta tras ella. Ana Leticia se volvió y se encontró con el capitán, lo supo por el uniforme que cubría su ancho cuerpo, y sintió un escalofrío en la espalda. ¿La había descubierto? ¿La mataría? Era un hombre alto, ancho de espalda, con el cabello cobrizo y los ojos verdosos. — He visto muchas cosas en estos viajes, pero nunca nadie que quisiera suicidarse el primer día antes de partir — Ana caminó hacia él y le apuntó con el dedo. — ¡¿Qué hizo, idiota?! — le gritó — ¡tengo que bajar ahora mismo! — El capitán la apartó con brusquedad. — Pues creo que eso no va a ser posible, volveremos a tocar tierra solo en seis meses, así que aquí se quedará.

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