Comencé a peinarme, sentía la tranquilidad dentro de mi cuerpo, miré hacía enfrente, para tomar un poco de aire, dejando el cepillo en el tocador, miré hacía atrás, para mirar hacía Alana, quien se encontraba recostada en mi cama.
—Tu vestir es raro—, señaló, para levantarse—, Pareces una niña de quince años.
—Sí, tu peinado podría picarme un ojo—, Le reté, para tomar mi bolso—, ¿Nos vamos?
—Grosera—. Farfulló para tomar su bolso también.
Caminamos hacia afuera de la casa, Francis mencionó que no tenía interés de ir a esto, en realidad, yo tampoco, si alguno me preguntaba sobre la estadía en la preparatoria podría imaginarme con rostro de confusión, un signo de interrogación a lado de mi cabeza y la baba escurriendo por mi boca. Quizá estaba exagerando las cosas, pero, así me lo imaginaba. Apenas subimos al auto, Alana colocó sus manos en el manubrio y suspiró tranquilamente.
—¿Olvidaste cómo conducir? —, pregunté en tono burlón, ella rodó los ojos.
—Claro que no, es sólo que, he estado evitando a Fernanda, la miré en la fiesta de Jackson, pero… ¿Verla esta noche también? —, Alargó, para encender el coche—, no te negaré que me coloca de los nervios.
—¿Ésta en una relación?
—¿Qué sabre yo? ¿Me has mirado cara de que soy adivina? —, preguntó con disgusto—, Claro que no lo sé.
—¿Por qué no le preguntas? —, le recomendé, ella me miró cómo si hubiera hecho la pregunta más tonta del mundo—, O mejor no, ¿Si te gusta por qué no le hablas?
—¿Tienes más preguntas que añadir a cosas que claramente no haré? —, me gruñó con cierto toque de enfado, rodé los ojos—. Porque sería raro, Blake, ¿Qué le diré?
—No te dije que le dijeras que te gusta—, Le puntualicé para suspirar—. Sólo, habla con ella, seguro que, algún tema en común tienen ustedes.
Ella me miró cómo si de nuevo, lo que habría salido de mis labios fuera la cosa más estúpida del mundo, guarde silencio, no era mi intención hacer que ella se sintiera frustrada, pero no podía ser capaz de entender porque simplemente no confesaba lo que pasaba por su mente, es decir, ¿Qué podría perder?
—Ahora entiendo porque dices que no crees en el amor. En realidad, no lo haces—, expresó con desaires—. Tus consejos son tontísimos.
Le miré ofendida, para mirar hacía la ventana, mis consejos no eran malos, la cosa era que ella no se atrevía a hablarle, ¿Qué culpa tenía yo? Dudaba que las cosas pudieran ser tan difíciles, a menos de que en realidad, su gustar fuera demasiado, sus piernas temblaran cómo gelatina y las palabras le quedaran atoradas a la mitad de la garganta, haciendo que se quedará en completo silencio, ahí si habría un problema.
—Haré que hablen esta noche, me lo agradeces después—, Le dije con una sonrisa, ella negó—, O que la…
—No tiene caso que hablemos, Blake—, me recordó, a lo que le miré confundida—. Nosotros nos vamos en dos semanas, ¿Qué caso tendría comenzar con una historia que tendrá fin antes de empezar?
—Un beso, aunque sea, que se yo.
—No, no tiene sentido—, Finalizó.
Sabía que nos iríamos, pero tampoco creía que ese debería de ser un motivo por el cual, si quiera hablarle, ¿Cómo podría saber en verdad que le gusta si no le habla? Podría ser mera atracción, pero nunca lo sabrá por completo, porque no quería hablarle.
Durante todo el trayecto pensé en lo mismo, ¿Qué caso tendría seguir evitando las cosas? Ninguno. Apenas llegamos a la fiesta, noté cómo eran las personas de nuestro curso, reconocía a todas y cada una, por lo cual podría notar que esto no sería tarea difícil, no sería complicado ir siguiendo el ritmo de cada uno de ellos, además de que habría pasado las últimas dos horas stalkeando a cada persona con la cuál creía que habría mantenido contacto, por lo cual, no sería complicado.
—¿Crees sobrevivir a esta noche? —, preguntó Alana en un susurró, asentí—, Eso es super, porque creo que yo no, tengo arcadas.
—¿Estás embarazada?
Ella me miró con duda, más que nada, confusión, parecía que cada palabra que salía de mis labios era una tontería aún mayor que la anterior, podía entender el cierto toque de desespero que yacía dentro de Alana, inclusive yo me habría percatado de las tonterías que estaba diciendo.
—Lo siento, no sé que digo.
—Sí, cómo que no esta conectando tu cerebro con la boca, tonta—, Me dijo burlona, le saque el dedo medio—, Iré por una copa, no podré ir sobria en esta fiesta.
—Creo que le diré a Francis que pasé por nosotras—, mencioné en tono bajo apenas miré que Alana salía de mi campo de visión—. Sería lo mejor.
—Siempre he creído que estas un poco loca, pero no dejas de sorprenderme nunca Blake—, mencionó Jackson a lo que rodé los ojos—. En realidad, creí que no vendrías.
—Creí lo mismo, pero estoy aquí—, Añadí pasados unos segundos—, Y es tan divertido—, mencioné con sarcasmo.
—Se pondrá mejor—, me imitó—, Las personas que vienen a esto vienen a presumir sus vidas, son de las cosas más tontas que pueden pasar, cada año, los chicos de la preparatoria se reúnen a mencionar sobre lo grandiosas que se han convertido sus vidas, eso me lo contó papá.
—Entonces, generación tras generación viene a mencionar, que han podido mantener el estatus de su familia—, mencioné mirando a mi entorno, mientras caminábamos—, En caso, de haber sabido eso, me habría quedado a ver las ex novias de mi novio.
—Por millonésima vez, sí—, Sentenció Jackson, nos detuvimos, para analizar a nuestro entorno—. Escuché que estuviste toda la mañana con Nicole, ¿Ahora son amigas?
—Así parece, supongo que tenías razón—, Le informé—, No podríamos competir por el resto de nuestras vidas, comenzaba a ser demasiado cansado para ser sincera.
Y para ser sincera, parecía ser más que ridículo, no podía imaginarme toda la vida peleando con Nicole, si quiera recordaba con claridad cómo es que habría comenzado toda esta guerra, parecíamos gatos y ratones.
Y en muchas ocasiones, era yo el ratón.
—¿Y tienes hora de llegada? No he visto que tomes nada de alcohol, ¿Te han regañado? —, se mofó.
No en realidad, pero en las últimas fiestas me habría dado cuenta que la manera en la cuál me habría pasado bebiendo era excesiva, habría bebido en estas últimas dos semanas todo el alcohol que no bebí en toda mi vida, en realidad.
—No, pero, suelo olvidar las cosas cuando bebo, me gustaría poder recordar, aunque sea una noche—, confesé pasados unos segundos—, La mayor parte de las cosas que han pasado, si quiera las recuerdo, es cómo si no hubieran sucedido en realidad y no te negaré, que eso me pone de los nervios.
No quería pasar los días fingiendo que todo lo que creía en realidad, ni siquiera era real, por mucho que quisiera fingirlo, no podía evadir mis problemas con el alcohol.
—Así que no tomarás—, mencionó con tono divertido Jackson, hice una mueca—, ¿Entonces?
—Claro que tomaré, más no me ahogaré en alcohol, e ahí la diferencia—, expresé, para mirar a mi entorno—. ¿De verdad íbamos con todos ellos en la preparatoria? Hay más gente de la que recuerdo.
—No en realidad, bueno sí—, Chasqueo su lengua—, Podría ser que íbamos con la mitad, la otra bien podría ser sus parejas.
Asentí, no negaré la curiosidad que cada uno de ellos me dejaban, era extraño cómo curioso el cómo se encontraban aquí, en medio de la nada, en medio de todo.
—La mayoría se mira en relaciones serias—, mencioné siguiendo con la mirada a las personas.
Aunque bien podría ser, que se trataba de lo mismo, éramos personas de un pueblo, donde hacían las cosas de la manera más tradicional posible, podría darse el caso de lo que yo habría bromeado, fuera en realidad, matrimonios arreglados, la vida definida mucho antes de empezarla.
—Estamos en un pueblo, la mayoría de las cosas aquí se hacen cómo nuestros padres quieren—, mencionó rodando los ojos Jackson—, La mayoría de nosotros hemos hecho eso, porque de verdad lo deseamos.
—¿Deseamos?
Deseamos llevar una buena relación con nuestros padres.
CUATRO AÑOS ATRÁS.
Creo que una de las cosas que habría sacado de la abuela, era el amor hacía la pintura, mi abuela comenzó a pintar desde muy joven, pero solo eran pinturas que terminaban aquí, en su casa, decía que no podría sacarlas al exterior, puesto que dejarían de ser especiales. Habían cientos de pinturas aquí, comenzaba a preguntarme en ocasiones si se trataba de acaso que, en realidad dejaría de ser especiales, o nunca lo habría intentado.
Estaba pintando en el suelo de mi habitación, solía hacerlo sola, en silencio, esperando que nadie entrará, no sabía si me gustaba la soledad, o simplemente me concentraba mejor con ella. Además, de que mis padres solían decir que era algo ridículo, cuando comenzaron a darse cuenta que no era un pequeño sueño de lo que se trataba, sino aquello que deseaba hacer por el resto de mi vida.
Venía de una familia bastante buena, en el aspecto, que habrían sabido lo que querían hacer, mínimo, de la parte de mi madre, la parte de mi padre habría sido un poco más dura, habría crecido entre presiones e inclinaciones hacía llevar una vida de perfección, cosa que parecía ser algo completamente difícil.
Papá habría crecido con dicha perfección en las venas, misma razón por la cuál nos terminaba presionando de una forma, que sólo hacía que me sintiera cómo si… Las cosas que hiciera en realidad no valieran, siempre terminaba teniendo demasiadas dudas, aunque aún con claridad, no entendía por qué.
—¿Hija? —, La voz de mi madre llamó mi atención—, ¿Estás ahí?
Miré hacía la pintura que se encontraba frente a mí, la curiosidad llenaba mi cuerpo, siempre quería saber que era lo que mis padres pensaban de mis pinturas, pero también las dudas sobre lo que podría venir después, me causaba incertidumbre, prefería no preguntar, así nada podría salir mal.
—Sí, ¿Necesitas algo? —, Pregunté sin levantarme, mirando hacía la pintura—, Estoy un poco ocupada.
—No tardaré.
Suspiré, para mirar hacía dicha pintura, si la guardaba, posiblemente se terminaría por arruinar, y habría sido un trabajo pesado, habría pasado las últimas semanas en dicha pintura, le tomé con cuidado para colocarla en un ángulo a un lado de mi cama, que no pudiera verse.
Caminé hacía la puerta, tomando una bocanada de aire, para terminar por abrir, denotando cómo mamá movía con impaciencia su pie, de abajo hacía arriba, presionando con el sonido del tacón chocando con el piso.
—¿Qué pasa mamá?
—¿Por qué tardaste tanto? —, preguntó papá, ahí mi sangre bajo—, ¿Qué estabas haciendo Blake?
Creo que mis padres me hubieran apoyado si mis sueños fueran más grandes, más allá de solo “pintar”, cómo lo miraban ellos, parecía que a sus ojos, sólo podía cometer el desastre, a los míos, sólo podía encontrar la felicidad, eso habría hecho.
Aunque, siempre es bien sabido, que las cosas comienzan a salir mal, y todo lo demás puede llegar a desvanecerse.
—¿Estabas pintando? —, preguntó con cierto toque de enfado mi padre, apenas le miré la sonrisa de mis labios comenzó a desvanecerse—. Estabas pintando.
—Papá, yo…
—¿Cuántas veces te he dicho que dejes de tener ese sueño? ¡Tienes que aspirar a mucho más! —, Me tomó del brazo jalándome hacía él—, ¡Sólo tienes un sueño de una hippie! ¿Qué harás después?
Aparté la mirada, intentando no concentrarme en cada uno de los gritos que salían de sus labios, se sentía cómo si todo esto fuera demasiado, quizá lo era.
Era mucho más allá de lo que yo podía llegar a comprender, podía sentir cómo los dedos de mi padre presionaban con más y más fuerza mi piel, podía sentirme completamente pequeñita ante los actos de mi padre, podría sentirlo todo, y aun así, podría pasar, cómo si fuera absolutamente nada.
—No es un sueño hippie—, Le dije, a lo que él me miró con enojo.
—Blake, guarda silencio—, me ordenó mamá.
—No quiero guardar silencio, ¡Ustedes ya vivieron sus vidas! —, Les dije a lo que ellos miraron mal—, ¡Es mi vida! Y si no funciona, pues me caigo, seguro que me estrello, pero podré seguir, aprenderé.
—No, ¿Sabías que tu abuela solo pintaba para ella? —, Me dijo papá con enojo—, ¿Por qué crees que sea?
—Porque sus padres tampoco la apoyaron.
Sentí una cachetada en mi rostro, el cual se giró, me quedé callada por unos segundos, me sentía extraña, sentía cómo si todo no hubiera valido la pena. Papá se adentró a la habitación, estaba molesto, podía verlo. En medio de la tormenta siempre encontraba cómo hacer que mi corazón se sintiera más inundado.
Di un paso hacía atrás, mismo que tomó como oportunidad mi padre para adentrarse, podría ver su rostro coloreado en un rojo vivo, mientras que en sus ojos solo nacía la furia, me hizo a un lado, para comenzar a romper las cosas de pintura, mis ojos se cristalizaron.
—¡Basta! —, Grité, intentando detenerlo, pero me tiro de un empujón—. ¡Papá basta!
—¡Mi hija! —, Rompió una pintura—, ¡No será! —, Otra vez—, ¡Ninguna hippie!
Sentía cómo mi mundo se me venía abajo, no podía parar de llorar, mirando hacía ellos cómo si fueran los monstruos de los cuales huía cuando era una niña, era cómo si los demonios se encontraran en la vida, no en el infierno.
Me dolía, estaba demasiado confundida. Dolida.
—¡Basta!
Pero no se detuvo. Ahí mis padres parecieron tomarlo como un reto, destruyendo mis sueños justo frente a mis ojos, cerré los ojos por unos segundos.
—¡Los odio!
Los padres causan dolor, no tenía duda de ello, puesto, que con mis propios ojos podría ser capaz de ver cómo ellos me rompían las alas. Me levanté, para ver la habitación llena de pinturas rotas. Al igual que mis sueños.
—¡Tienes que crecer!
No dije nada, salí de la habitación corriendo, con los gritos de mi padre diciendo que volviera, pero no lo hice, no regresé, ni miré hacía atrás, subí a mi bicicleta apenas salí de casa, y comencé a andar sin un rumbo en específico, con el corazón hecho cachitos, uno tras otro, pequeños e insignificantes.
ACTUALIDAD
—Sí, supongo que a veces los padres no se dan cuenta del dolor que causan—, mencioné incomoda, para ver a mi alrededor—. ¿Quieres ir por un refresco?
No negaría que la incomodidad estaba dentro de mí, pero no dije nada, pensé demasiado en lo que paso aquella noche, sin dejar de pensar en mis padres, ¿Cómo es que ellos se habrían comportado así? ¿Cómo es que habrían intentado romper mis alas tanto tiempo?
—¿Estás bien? —, preguntó a lo que asentí—, Que te has quedado seria de un de repente.
—Sí, estoy bien—, Le dije con una sonrisa de lado—. Así que, quedan dos semanas, ¿No te has arrepentido?
—¿De irme? Para nada—, expresó con tranquilidad, pasándome un vaso, le agradecí—, Es decir, creo que habría sido algo que he estado esperando por años.
—Sí, suena a un plan brillante.
Ahí me di cuenta, que en muchas ocasiones los padres solían decir que no entendían porque sus hijos se alejaban de ellos, pero, la respuesta era demasiado obvia, a veces te orillaban a ese punto, a un punto en el cual, sólo necesitabas irte.
—Escuché que tendrías una exposición cercana, ¿Tienes ya las obras? —, preguntó a lo que asentí—. ¿Cómo estás tan segura?
—Las miré, antes de venir. Me enseñaron muchas cosas Alana y Francis antes de venir hacía acá—, Le confesé—, Inclusive me contaron muchas cosas, con las cuales podría tener un poco más claros mis pensamientos. Son buenos amigos.
Ahí es cuando te das cuenta, que no siempre la familia es aquel lazo con el cual compartes sangre, en muchas ocasiones la familia la encuentras un poco más lejos, la encuentras en personas que jamás imaginaste, supongo que es lo bonito, que en ocasiones, cuando crees que el mundo se ha acabado, y todo se ha llenado, dejándote en el fondo del mar, con cadenas con las cuales no podrás salir, hay algo.
Pero, no podía ser todo tan perfecto, la vida no podía ser un cuento de hadas la mayor parte del tiempo, la vida no podría ser perfecta. Sentí una punzada en el corazón, cómo si algo me estuviera alarmando para lo que vendría.
A veces, tienes que escuchar tu corazón, pero no sabes cómo debes de hacerlo, simplemente sucede. Miré hacía las personas que se encontraban aquí, intentando buscar una respuesta, pero no la miraba, no era así de sencillo, fruncí las cejas ligeramente, buscando con un poco más de detenimiento, más a detalle.
Algo estaba sucediendo, eso lo sabía.
¿Pero que era?
No podía saberlo.
—¿Estás buscando algo? —, preguntó Jackson, le miré—, ¿Blake?
Estaba buscando una respuesta, una persona, no sabía con claridad que, sólo sabía que habría algo que debía de encontrar, en medio de todo, en medio de la gente, dicha corazonada no dejaba de presionar dentro de mi pecho.
Estaba segura que algo pasaría.
Pero que….
¿Qué era lo que estaba buscando?
No lo sabía perfectamente, miré un poco más a detalle, para fruncir ambas cejas, necesitaba una respuesta…
—¿Qué pasa Blake?
Ahí lo entendí.
—No sucede nada—, Escondí mi rostro entre el vaso—. Todo estaba bien.
Pero reconocía a ese chico. Caleb, y si él estaba aquí, sabía que era una señal de mal augurio, algo estaba por pasar.
Quizá solo era un mal tiempo, pero, no podía parar de pensar, que en cualquier segundo, la bomba de tiempo estaría por explotar, justo frente a mis ojos, y no habría nada, ni nadie que pudiera cambiar el destino.
—¿Qué hace Caleb aquí?—, le pregunté.
—No lo sé—, murmuró con las cejas fruncidas—. Se supone que se fue del pueblo hace unos años—, Relamió sus labios—. Diciendo que no volvería.
Y para alguien que no volvería, estar aquí...
No era buena señal.